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Dino Valls: Filum. Óleo sobre tabla, 2013
La Fundación agradece al artista que nos permita reproducir su obra
www.dinovalls.com

Las Crónicas de los Reyes de Castilla están plagadas de ejemplos en los que el protagonismo de las "yerbas" es significativo y letal. La época de la últimamente tan televisiva Reina Isabel, es como para sospechar de todo y de todos. Su hermano, por ejemplo, denominado "el Inocente" por el poeta Jorge Manrique que alabó la excelencia de su Corte arevalense, se ve obligado a dejar la Villa por el temor a una peste que se declara en ella, y viene a morir poco después en Cardeñosa por unas hierbas con que le adoban una trucha. Mosén Diego de Valera, que escribe el "Memorial de diversas hazañas", no duda en reseñar que los muchos niños que fallecieron casi al mismo tiempo que su señor natural en tierras de Segovia y Ávila se iban de este mundo confesando su alegría por poder reunirse en el otro con su rey que tendría poco más de catorce añitos en el momento del óbito.

El uso de venenos hechos con hierbas que se mezclaban con comida es tan frecuente que faltaría tiempo y lugar para documentarlo, sin embargo sí destacaremos que, al igual que en nuestros tiempos los virus informáticos se tratan de corregir con antivirus que casi inmediatamente están sobrepasados por nuevos virus, las triacas del siglo XVI eran menos numerosas que las eficaces ponzoñas. Paracelso, por ejemplo, describe un contraveneno que, aparentemente, se puede aplicar a diferentes tóxicos: "Se ponen a calentar, en un mismo cazo, alcohol y tártaro a una suave pero constante temperatura. El tártaro llega a destilar una especie de aceite rojizo, dotado de propiedades particulares. Este aceite es el indicado como excelente contraveneno para el caso. Tómense cuatro sorbos, con ligeras intermitencias". Lo que propone Paracelso, en realidad, es una solución de alcohol con tartrato ácido de potasio, una sal del ácido tartárico que se extraía de la costra formada en los recipientes en que fermentaba el zumo de la uva. Poca cosa para una buena cicuta o para un potente eléboro negro.

Diego Enríquez del Castillo, en su Crónica del rey Don Enrique IV no menciona directamente las hierbas venenosas y prefiere achacar a más altos misterios y profundos secretos la causa de la muerte del Maestre de Calatrava, Pedro Girón -señor de Urueña-, cuando va a toda prisa a casarse con Isabel: "E así, como el Maestre de Calatrava viniese con aquel propósito de casar con la hermana del Rey, e no queriendo Dios lo concertado, e no dando lugar a tan gran falsedad, súpitamente le tomó en el camino el mal de la muerte, en tal manera que dentro de diez días murió"... A buen entendedor...

Sin embargo tenemos ejemplos abundantes de que no todas las hierbas eran dañinas. El doctor Andrés Laguna, médico del papa Julio III, dedicó un enorme esfuerzo a comentar adecuadamente la obra clásica de medicina y venenos escrita en el siglo I por Dioscórides. En el prólogo de su traducción, Laguna confiesa las cuestas que tuvo que subir y bajar, los barrancos y despeñaderos por los que tuvo que transitar hasta hallar las especies comentadas y aun los desvelos que le costó solicitar de lejanos países las que no encontraba, con el consiguiente gasto y preocupación. Laguna era gotoso, al igual que el pontífice al que servía, y se tomaba tan en serio su profesión y sus dolencias que llegó a escribir: "Mirad en qué peligros están nuestras vidas, pendientes del albedrío de algunos idiotas, que en lugar de remedio confortativo os dan muy eficaz ponzoña"...

El célebre científico segoviano que estudió la materia medicinal de muchas hierbas y plantas y que comentó el ya mencionado tratado, aseguraba que la verbena, también llamada peristereon o incluso hierba sagrada, "se denominaba así por ser útil para purgar la casa de adversidades si se colgaba en algún lugar visible. Además de esto, hervida en aceite y aplicada servía para resolver los dolores de cabeza antiguos y pertinaces, así como para fortificar los miembros inferiores, soldar las venas rotas y despedir por sudor los cuajarones de sangre recogidos en alguna parte del cuerpo.

Otras plantas, como el corazoncillo o el helecho, de las que se aseguraba que sólo florecían la noche de San Juan, tenían aplicaciones diversas, bien recién cortadas, bien desecadas. Respecto al helecho, el Doctor Laguna tiene un párrafo que es un testimonio inexcusable del uso de las hierbas para todos los fines -incluso los mágicos-, pues escribe: "No puedo disimular la vana superstición, abuso y grande maldad (no quiero decir herejía), de algunas vejezuelas endemoniadas, las cuales tienen ya persuadida a la gente de que la víspera de San Juan, a la media noche en punto, florece y grana el helecho. Y que si el hombre no se halla allí en ese momento, se cae su simiente y se pierde, la cual simiente alaban para infinitas hechicerías. Yo digo a Dios mi culpa, que para verla coger, una vez acompañé a cierta vieja lapidaria y barbuda tras la cual iban otros muchos mancebos y cinco o seis doncelluelas mal avisadas, de las cuales algunas volvieron dueñas a casa. Del resto no puedo testificar otra cosa sino que aquella madre reverenda y honrada, pasando por el helecho las manos -lo cual no nos era a nosotros lícito- nos daba descaradamente a entender que cogía cierta simiente, la cual, a mi parecer, se había llevado ella misma en la bolsa, aunque también pudiera ser que realmente se desgranase el helecho entonces, pues por todo el mes de junio están aquellos flecos en su fuerza y vigor..."

Laguna recomendaba que casi todos los remedios que hubiera que tragar se mezclasen con vino, consiguiendo una bebida un poco más aceptable que la simple poción. También Luis de Ávila diferencia los vinos y sus efectos por el color y la edad: "El vino es licor diverso tanto en virtud como en color y calidad, porque así como hay diferencia entre color y color y entre claro y no claro, hay diferencia entre añejo y nuevo y entre dulce y agrio, y como se diferencian en estos accidentes, así también en sus efectos y calidades, de tal manera que lo añejo es caliente en el tercer grado y lo nuevo en el primero, y lo que participa de lo uno y de lo otro es en el segundo: así lo dice Galeno... Lo blanco que es muy claro y acuoso y muy simple es más húmedo y menos cálido. Lo que es turbio o cetrino o dorado participa más de calor... Lo tinto grueso hace hinchamiento en el estómago y lo dulce asimismo, y no es bien digestible, y el dulce es más aparejado a laxar el vientre, y es de menos fuerzas que lo que no es dulce, y lo dulce añejo es convenible a pasiones de pecho, pulmones, vejiga, riñones y semejantes. Lo que es estítico algo áspero es más aparejado a hacer o causar dolor de cabeza, como dice Serapio: lo ácido, cuanto más agrio tanto es más frío y seco y apartado de la complexión natural del vino, que es ser caliente... El vino acuoso, en color simple, en sabor sutil y en licor dice Galeno que naturalmente tiene en su virtud familiaridad a la agua y casi como ella da sustancia".

No sabemos si este párrafo del doctor de Ávila tendrá que ver con la costumbre de bautizar al vino, practicada por algunos vinateros para rebajar el grado y por otros para obtener mayores beneficios, y que dio origen a aquel refrán que dice: "Vino bautizado no vale un cornado; vino moro, plata y oro". El cornado era una moneda que duró hasta el reinado de los Reyes Católicos, de cuyo escaso valor cabe deducir el poco aprecio que se le tenía al vino aguado. "Agua al vino es desatino"; lo mismo que si la operación se efectúa en sentido inverso, pues "Quien echa vino al agua, de dos cosas buenas hace una mala". Tal vez provengan estas paremias del hecho de que bajo tales circunstancias pierde el vino muchas de sus perfecciones, atenuándose su acción tónica y eliminándose su capacidad diaforética, cualidad que dio origen al famoso proverbio "Al catarro con el jarro", pues el enfermo que bebía vino caliente con romero y espliego macerados sudaba más y por tanto sanaba antes. Ésta y otras razones hicieron exclamar a nuestros antepasados "Con aceite y vino bueno, media botica tenemos", dando a entender no solamente que ambos productos eran primordiales para una correcta alimentación, sino que además podían ser utilizados como bálsamo. Recordemos que ya el buen samaritano, en el capítulo décimo del Evangelio de San Lucas cura al pobre maltratado vendando sus heridas tras haber echado en ellas "aceite y vino". El Doctor Laguna aseguraba que "todo género de aceite, comúnmente, calienta. Molifica el vientre, y preserva de frío el cuerpo". Por eso decía una paremia médica: "Aceite y vino, bálsamo divino", subrayando otra: "Cuidado con la llaga que el vino no sana", por desconfiar de la herida con la que no pueden las virtudes antisépticas, coagulantes y cicatrizantes de un buen zumo fermentado.

Sobre la fermentación tiene una curiosa disertación otro tratadista del siglo XVI, Diego Gutiérrez de Salinas, quien en sus Discursos del pan y del vino del Niño Jesús, afirma: "Al tiempo de cocer del vino tinto es bueno echarle cuatro onzas de pimienta de la negra redondilla que se ha de echar a medio moler, porque es fresca y pica y da sabor y olor al vino tinto y échenle a vuelta unas cáscaras de naranjas. Y si es vino blanco échenle gengibre y rosas secas y muchas cáscaras de peros de eneldo y camuesas y las cáscaras del limón, todo esto cocido con un poco del mosto de la misma tinaja hasta que se mengüe la tercia parte y dejarlo enfriar toda una noche y al sereno, que le dé todo el frescor, y luego a la mañana echarlo en la tinaja y hierva el vino blanco y luego cubrirlo por un día muy bien y será el vino bueno y oloroso; y si lo quisieren hacer esto cuando lo trasiegan y mudan a la bodega, es también bueno, pero ha de ir colado el vino, porque con el tiempo largo no se vengan a corromper aquellos peros o cascas y dañen la madre, que al fin es ella el alma del vino". Del vino blanco dice que es conveniente "echarle un poco de yeso de espejuelo para que lo purifique y sazone porque el vino blanco es caliente y seco y el yeso frío y húmedo".

Francisco Franco, en su Tractado de la nieve y uso della, escribe sobre la ventaja de conservar en frío los alimentos y sobre la conveniencia de preparar y filtrar el agua cuando ha de suministrarse a los enfermos que sufren un estado febril. Al hacerlo, tal vez sin proponérselo, nos está proporcionando la noticia de cómo combinaban a comienzos del siglo XVI algunas carnes con sus respectivas salsas: "Sabemos que el condimento del cabrito es pebre (pimienta, ajo, perejil y vinagre), y del conejo el salmorejo, y el de la ternera es el adobo del ajo, y de los capones asados es salsa de pavo, y para todos, las naranjas, y para los lenguados el vinagre y para los lechones su salsa y para las liebres lebrada. Y en fin, cada mantenimiento tiene su forma de guisarse y su condimento. ¿Por qué la bebida no tendrá la misma prerrogativa en tener su preparación?. La cual es coger el agua y colarse y enfriarse por la mejor manera que pudiese ser y ésta es, a mi ver, el enfriarse con nieve".

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Homenajes

Medalla de Oro de la Provincia de Valladolid

4 de octubre de 2014, Teatro Zorrilla de Valladolid


Isabel García Tejerina entrega el diploma a Joaquín Díaz en presencia de Jesús Julio Carnero

El día 4 de octubre se hizo entrega a Joaquín Díaz de la Medalla de Oro de la Provincia de Valladolid, concedida por acuerdo unánime de todos los grupos de la Diputación a propuesta de su Presidente Jesús Julio Carnero.

El acto, celebrado en el Teatro Zorrilla, contó con la presencia de numeroso público y de la Ministra de Agricultura, Isabel García Tejerina, que hizo entrega al Director de la Fundación de la distinción, tras de lo cual éste agradeció la medalla con las siguientes palabras:

"Ministra, Presidente, diputados, alcaldes y alcaldesas, autoridades, señoras y señores: El poeta Rilke escribió que la verdadera patria del hombre es su infancia y probablemente quiso expresar con esas palabras que si fuese posible una patria sin límites ni fronteras, esa sería la creada en la imaginación de los niños y en la ingenuidad de sus primeros años. Mi infancia estuvo llena de romances, de canciones y de cuentos, o sea de imágenes y relatos antiguos que me llegaban envueltos en sonidos. Gracias a la voz y al gesto de mi madre aprendí los primeros textos y melodías que años más tarde se convertirían en motivo de estudio y de interés y que hoy constituyen un repertorio íntimo y personal, ése que está siempre ahí y que regresa en forma de recuerdo cuando nos falla todo lo demás. De mi madre también recibí el cariño por esta provincia en la que, al cabo del tiempo, se me reconoce un mérito que, a decir verdad, corresponde más bien a una herencia genética. De ambas cosas, del reconocimiento de hoy y de la herencia, quedo deudor para siempre.

En unas anotaciones de mi bisabuelo, molinero sucesivamente en Valladolid, Palazuelo, Viloria, Mojados, Iscar y Olmedo, encontré, ya desde mi primera juventud, la pasión por los datos y el interés por la documentación. Mi bisabuelo Venancio había ido escribiendo en un cuaderno rayado los molinos en los que había trabajado, los hijos que había tenido, dónde los había bautizado, las enfermedades que habían padecido y hasta los cementerios en los que les había dado tierra cuando alguna dolencia grave se los había arrebatado, que -por desgracia para él- fue muy frecuentemente. Esa minuciosidad y ese interés por dejar a la posteridad conjuntamente emociones y datos me sirvieron muy a menudo de guía y de ejemplo.

También aprendí mucho del trabajo de mi padre, relacionado de forma tan cercana con la naturaleza y con la ecología, que alentó mis primeros viajes por la provincia. Aún conservo su mapa del Distrito Forestal de Valladolid, territorio administrativo en el que le correspondió trabajar y que, desde la distribución de 1865, coincidía precisamente con los límites provinciales.

Años más tarde, al abordar las tempranas recopilaciones en el medio rural con José Delfín Val por encargo de la Diputación de Valladolid, el trabajo de campo me descubriría, además de paisajes y paisanajes, formas personales de expresión y una estética peculiar que me entusiasmaron durante mucho tiempo. Recuerdo a este respecto (y esta es una anécdota que he usado muchas veces pero viene como anillo al dedo hoy), una conversación tenida hace casi cuarenta años con un agricultor, recopilando datos en la Ribera del Duero. De entre las canciones, romances, cuentos y dichos que aún conservaba su memoria y que me estaba comunicando, salió, de forma natural una poesía inventada por él cuando tuvo que abandonar su pueblo, en Cuenca, porque iba a ser anegado por un pantano. Al llegar al pueblo de colonización que el Estado le había asignado en Valladolid, en concreto en San Bernardo, la noche y los recuerdos le hicieron componer unos versos. En ellos se reflejaba la incertidumbre ante el nuevo destino pero también la tristeza por abandonar a sus antepasados en un cementerio que quedaría bajo el agua e incluso las dudas razonables sobre las cualidades de la nueva tierra. Su mentalidad le llevaba a dar importancia a tres binomios con los que, como individuo, tenía relación: los antepasados y el tiempo (es decir lo vernáculo), la familia y el entorno nuevo (o sea lo social), y, por último su oficio y sus propios sentimientos (es decir, lo personal). Ahí estaban las claves de su vida y de tantas otras vidas: creencias, tiempo y espacio como motores de la expresión artística y vital.

A mí, todo lo aprendido de esas personas, a las que entrevisté durante años, me formó artística y humanamente. Aprendí de ellos a interpretar esos textos y melodías con una sencillez y una hondura que me sirvieron siempre de inspiración y de norma. Mis primeras actuaciones, allá por los años 60, ya me habían permitido descubrir que esos temas gustaban, y mucho, a los públicos que me escuchaban. La tradición seguía tan viva como cada uno quisiera que estuviese y debo confesar que, al menos en lo que de mí dependió, hice todo lo posible porque lo siguiese estando: a lo largo de sucesivos años grabé en disco casi setecientas canciones y romances, compuse melodías para muchos temas, difundí donde me dejaron el valor esencial del patrimonio, escribí acerca de los guardianes de la memoria y alabé su arte y su sabiduría, ante públicos de medio mundo... Fue solo una década de mi vida pero todavía hoy, después de casi cuarenta años de haber dejado los escenarios, sigo recibiendo a diario invitaciones para actuar. Las insinuaciones me llegan de todas partes, pero particularmente de los países de habla hispana: Argentina, Chile, Méjico, Venezuela, Colombia, Perú…Las demás tentaciones proceden de lugares en los que la música que he interpretado puede significar algo: Israel, los Estados Unidos, Japón, Polonia, el Reino Unido, Portugal…Me siento halagado por semejante interés, aunque jamás suficientemente estimulado.

Debo confesar que, por no actuar en público, durante muchos años viví como el náufrago que, aislado y distante de la civilización, va enviando de cuando en cuando algún mensaje (en mi caso en forma de disco) metido en una botella vacía para que el mar lo lleve hasta una playa lejana y presuntamente habitada, donde alguien podrá recogerlo. Esa sensación, íntima pero equivocada, me duró demasiados años. Desconocía hasta qué punto y con cuánta frecuencia las grabaciones que fui haciendo calaron en un público fiel y fueron utilizadas en cualquier parte del planeta para distraer morriñas, para aliviar nostalgias, para aprender español, para revivir infancias, para hacer más cortas y llevaderas las excursiones, para curar melancolías, para sentirse más persona, para recordar a los abuelos… Éstas y muchas más razones me han ido exponiendo quienes, por miles y miles, me han visitado en Urueña y me han hablado en los últimos treinta años de su relación con los temas que recogí, compuse y arreglé. ¿Se puede pedir más?

Yo, sinceramente, no lo pedía, pero la institución que ha estado a mi lado desde hace tanto tiempo, la Diputación de Valladolid, ha decidido entregarme además esta medalla de oro que me llena de alegría y que me honra. La vinculación con la institución provincial, hace un momento lo recordaba, viene de muy lejos, concretamente del año 1972, y aunque he tenido la oportunidad y la satisfacción de colaborar sucesivamente con 10 Presidentes voy a dirigirme al actual, en representación de todos los anteriores y de todos los grupos políticos y diputados que tan generosamente me han premiado.

Presidente. Gracias por tu confianza y por tu apoyo. Gracias por tu amistad y tu cercanía. Gracias por estar tan pendiente de todo lo que suponga una mejora para la provincia de Valladolid. En suma, gracias por ser un Presidente aglutinador de sinergias positivas (como diría Buckminster) en un momento en que el calentamiento global de las personas supera al del planeta en grados y en efectos. Muchas gracias por todo. Y gracias a todos también por este día tan especial."


Homenaje a Joaquín Díaz por sus 50 años de carrera profesional

7 de noviembre de 2014, Teatro Zorrilla de Valladolid


En el escenario del Teatro Zorrilla, Pepa Fernández y algunos de los músicos que intervinieron en el acto

El pasado día 7 de noviembre, y organizado por la Diputación de Valladolid en colaboración con algunos amigos de Joaquín Díaz y la Asociación de amigos de la Fundación, tuvieron lugar varios actos en el Teatro Zorrilla que se iniciaron con la proyección del documental "El río que suena, reflejo del tiempo", realizado por Inés Toharia e Isaac García Llombart sobre la vida y el trabajo del Director de la Fundación, y la inauguración de una exposición titulada "Música en vena" que preparó la Fundación Jorge Guillén, comisariada por Antonio Piedra.


Hidehito Higashitani, catedrático emérito y ex-rector de la Kobe University, visita la exposición "Música en vena" con su familia


PDF de la exposición >

Por la tarde tuvo lugar un concierto en el que intervinieron los músicos Diego Fernández Magdaleno, Marina Rossell, Fratelli Mancuso, Kepa Junkera, Cuco Pérez y Luis Delgado (que coordinó todo el evento) con la Musgaña, Germán Díaz, el grupo "Antiguos Alumnos de Joaquín Díaz", Amancio Prada y Carlos Núñez.

Como cierre del concierto, presentado por Pepa Fernández (que al día siguiente sábado y el domingo dedicó una parte de su programa de Radio Nacional "No es un día cualquiera" a recordar el acto) y José Ramón Pardo, Joaquín Díaz reclamó la presencia de Elena Casuso para cantar el tema "Ramo verde", que fue interpretado por todos los artistas en el escenario.

Con la canción Tum Balalayka, interpretada por Joaquín concluyó un concierto muy especial con el que se cerraba el 50 aniversario de su dedicación a la música.


Los músicos interpretando el Ramo verde


Proyección del documental "El río que suena, reflejo del tiempo"

20 de noviembre de 2014, Sala Manuel de Falla de la SGAE


Fotografías: Luis Camacho

En la sala Manuel de Falla, de la Sociedad General de Autores y Editores en Madrid, se proyectó el día 20 de noviembre el documental "El río que suena, reflejo del tiempo", un recorrido audiovisual por la vida y obra de Joaquín Díaz, que cumplía 50 años de carrera.

El filme, dirigido por la cineasta Inés Toharia, glosa las cinco décadas que el autor ha dedicado a la recuperación, estudio y divulgación de la cultura tradicional.

Las intervenciones de profesionales del mundo de la cultura como el crítico y catedrático Andrés Amorós, el musicólogo Ismael Fernández de la Cuesta, el poeta Luis Alberto de Cuenca o los músicos Paco Ibáñez, Amancio Prada y Kepa Junquera, entre otros, dotan de una mayor relevancia a este análisis de un pasado común.

Asimismo, una entrevista realizada al propio Joaquín Díaz pretende traer a la luz aspectos "poco conocidos" sobre el autor, quien desde muy joven comenzó a salvaguardar el patrimonio inmaterial que conforma la tradición oral, y hoy, 50 años después de empezar a dedicarse a ello, sigue trabajando.


Inés Toharia y Publio López Mondéjar durante la mesa redonda que siguió a la proyección



Concierto del Trío Guaros

5 de octubre de 2014, centro e-Lea "Miguel Delibes"


Trío Guaros

El día 5 de octubre y organizado por la Fundación tuvo lugar en el centro e-Lea "Miguel Delibes" el concierto del Trío Guaros, compuesto por Henry Linárez (cuatro), Leonardo Cardozo (mandolín) y Yonder Rodríguez (percusión). El público asistente que llenó la sala disfrutó con las interpretaciones virtuosísticas de los tres integrantes del grupo, en gira por España.


Henry Linárez y su cuatro



Real Academia de Bellas Artes de la Purísima Concepción

Solemne apertura del Curso Académico 2014-2015

23 de octubre de 2014, Real Academia de Bellas Artes de la Purísima Concepción
Casa Cervantes de Valladolid


Fotografía: Juan Hormaechea

El Director de la Fundación fue el encargado de inaugurar el Curso Académico de la Real Academia de Bellas Artes de la Purísima Concepción con el discurso “El folklore y sus mistificaciones”, el día 23 de octubre en el Salón de Actos de la propia Academia.


Discurso de bienvenida a la Real Academia de Bellas Artes de la Purísima Concepción

18 de diciembre de 2014, Casa Cervantes de Valladolid


Fotografía: Henar Sastre

El día 18 de diciembre, el Director de la Fundación contestó a la nueva académica Mery Maroto en su ingreso como miembro de número con un discurso en el que glosó la figura y trabajo de la artista con estas palabras:

"Excelentísimo Señor Presidente, compañeros de Corporación, señoras y señores: Desde que Tespis, a quien se atribuye la invención de la tragedia, personalizó al protagonista del teatro y lo sacó del coro que interpretaba los ditirambos en honor de Dionisos en el siglo VI antes de Cristo, la historia nos ofrece numerosísimos ejemplos en los que el nombre de aquel primer actor nos sugiere hasta qué punto su actuación debía sacrificar el propio gusto y la propia personalidad en aras de la función que se le hubiera asignado. Estoy seguro de que tanto Juan Antonio Quintana, esposo de Mery como Lucía, su hija, habrían deseado estar aquí esta noche pero las obligaciones de uno y otra les tienen sujetos al escenario sobre el que todos los días reciben el justo aplauso por sus interpretaciones. Ambos me piden que sus nombres figuren en el preámbulo de mi intervención, no sólo como las personas más cercanas a la nueva académica sino como admiradores y deudores de su trabajo y de su obra.

Cumplido el deber al que me comprometí con mucho gusto, debo decir que la Real Academia de Bellas Artes de la Purísima Concepción se complace en recibir hoy como miembro de número a una artista versátil cuya trayectoria es ejemplar por muchos conceptos. Las diferentes facetas en que ha desarrollado sus trabajos avalan y certifican esa versatilidad, capaz de aglutinar o resumir misteriosamente su pensamiento y su forma de expresión. Parece como si desde un tiempo inaprensible, su nombre de pila, Emérita, hubiese predeterminado la calidad de su vida y de sus obras. A quienes nos hemos dedicado a la hagiografía nos resulta cercano y comprensible el origen y el significado del nombre de los santos porque muchas veces, lejos de usar o abusar del patronímico hereditario para designar a una persona, se echaba mano de las virtudes o peculiaridades que adornaban su vida para sacar de ellas la esencia de ese hagiónimo con el que se le conocería y reconocería por los siglos de los siglos. De esa manera tan justa como natural el nombre o antropónimo llevaba, junto al contenido etimológico, una carga de significados que extendían y amplificaban su concepto: Lucía, por ejemplo, era un nombre que tenía en su origen un sentido de luminosidad y su fiesta la situaba la Iglesia, por tanto, en una época del año cercana al solsticio de invierno, como previendo que, a partir de la celebración de su día, las horas serían más luminosas y la oscuridad se iría disipando. Para completar la significación, se hacía a la santa protectora de la vista, el sentido por medio del cual el ser humano percibía y disfrutaba de aquella misma luz, y se reforzaba la imagen con una iconografía característica que después se perpetuó, en la que aparecía Lucía con la palma del martirio y un plato en el que mostraba los ojos como atributo y símbolo.

Si alguien se adentrara en una investigación onomástica de nuestra nueva académica podría an y amplificaban su sentidodra presirrollado sus trabajos avalan esa versatilidadue han alertado de las dificultades que podra encontrarse por tanto con una personalidad destinada por el hado, y por los avatares de ese mismo hado, a acumular méritos tan fecundos como notables: Emérita, o sea la que atesora méritos. Los griegos y los romanos creían que los dioses predeterminaban el destino de una persona, sus actos y decisiones pero en particular la duración de su vida. La mitología griega atribuía el control del destino de cada persona a tres deidades: Cloto, que hilaba la trama de la vida; Láquesis, que decidía cuánto había de durar esa misma vida, y Átropos, que se encargaba de poner fin a la vida de cada individuo cuando se cumplía su tiempo. Mery ha conocido y tratado a las tres diosas, con la misma familiaridad y respeto con que se sitúa ante el papel, ante el lienzo o ante la materia para plasmar su idea, para crear.

Aun siendo plenamente consciente de la importancia y necesidad de esa creación, no es sin embargo partidaria de explicar detalladamente tan doloroso como complicado proceso. No quiere transmitir mensajes y menos consignas estéticas: "la obra de arte es algo que se siente, no necesita explicarse", agrega con tanta naturalidad como honradez 1.

Pero no avancemos más sin antes mencionar parte de esos méritos que no solo le dan nombre sino que ilustran y enriquecen su recorrido vital. El listado de exposiciones y muestras en las que ha participado con su obra es tan largo como el de los premios y reconocimientos recibidos. Salas de exposiciones, muestras individuales y colectivas, han sido testigos de su trabajo incansable aunque siempre contenido, con una elegante tensión que lo avalora. Su biografía está ya en los diccionarios y al alcance de todos. No así sus motivaciones y menos aún las ilusiones y esfuerzos dedicados a una pasión creadora. Las palabras con las que se intenta describir una existencia o dar forma a un currículo son sólo grafismos o sonidos que revelan unos resultados, pero jamás ahondan en el pozo profundo y oscuro de donde ha salido ese agua que al aflorar a la superficie nos refresca y nos vivifica. Esos hontanares le pertenecen al artista, para bien o para mal, y solo a él o a ella les es dado poseerlos y llegarlos a comprender cabalmente.

Tal vez de esas profundidades proceda la angustia que acompaña al artista como la piel a la carne. Todas las religiones que han tratado de explicar el origen del mundo a través de un acto creativo hablan del vacío previo, y de la luz o la palabra que inundan ese vacío después, dando sentido finalmente al universo y a la vida.

Inés Gutiérrez-Carbajal, al hacer la semblanza de la nueva académica en su obra Pintura del siglo XX en Zamora, divide su obra en tres períodos, atribuyendo al segundo, el dedicado a la búsqueda de la figura, el proceso más inquietante en el que, en palabras de la autora, Mery pasa de representar maniquíes o mujeres arbóreas a humanizar poco a poco sus alegorías: "En esta línea -escribe Inés- encuentro en sus representaciones elementos tales como cabezas, de las que surge un abigarrado mundo restallante de colorido, ojos espantados, gritos emergiendo de las bocas. En todas se aprecia cierta carga de expresionismo surreal, semejante a un sueño de pesadilla, de formas más deshechas que en su pintura anterior, caracterizadas por líneas expresivas, semejantes a fugas que intentan borrar a otras. Un mundo femenino tormentoso y atormentado, sin paz ni sosiego, de angustia. Sólo a veces deja atrás el desorden, se acerca más a la luz, contemplando la claridad de un mundo menos complicado, donde la figura se encuentra más humanizada" 2.

En efecto, la angustia del creador, simbolizada en el acto de trazar las líneas de un dibujo es para Mery el acto más inquietante del artista. El momento en que su oficio y su imaginación deben coordinarse para hacer nacer un conjunto de líneas que constituyan un perfil o una forma identificables. Justamente lo contrario que le sucede cuando quita materia de un bloque informe. Es como si eliminar lo que le sobra a ese bloque le transmitiera un sosiego, una paz derivada del cumplimiento de un deber perentorio al que le empuja un sentido estético o acaso un impulso inexcusable. Lo importante, sin embargo, es ese impulso, la liberación de la energía, mucho más que el resultado de su acto. La belleza o fealdad quedan entonces en segundo plano, derivándose el bienestar emocional del acto creativo, antes que de las consecuencias de ese acto. Tal vez por eso Mery ha reclamado en ocasiones un necesario equilibrio de los sentidos que permita que coexistan la belleza y la fealdad. "Creo en la belleza de lo feo -asegura-, en una temática revulsiva que, a la vez, sea hermosa como obra artística" 3.

Esa tensión, ese antagonismo entre categorías, lo sitúa Mery dentro de la necesidad personal de hacer obvio lo contradictorio, aportando una dramaturgia irremediable que subyace en toda su obra. Y entiendo la palabra dramaturgia en el sentido que le adjudicó Ephraim Lessing cuando se vio necesitado de unas reglas cercanas a la realidad que alejaran la tragedia y la comedia de la simple ficción. Fernando Herrero, ese gran "crítico" vallisoletano (y digo lo de crítico con mayúsculas, algo tan infrecuente ya en nuestros días) escribía hace muchos años acerca de la "dramaturgia latente de largo alcance" que podía hallarse en la pintura de Mery y añadía acerca de la concepción dramática, conflictiva, de las artes plásticas: "Una concepción del mundo desde el conflicto que es expresada en el color, en el dibujo, el propio contexto de los objetos. He ahí uno de los misterios del arte y de la comunicación entre las diversas formas de la creación, con el hombre como último destinatario" 4.

Mery Maroto lo resume en una frase definitoria: "Todo en el arte está relacionado". La frase es tan cierta como insólita en el mundo actual. Uno de los aspectos más destacados de los sucesivos y aparentemente renovados sistemas educativos es el de la recuperación de la interdisciplinariedad como medio eficaz para relacionar los conocimientos y extraer de ellos un mayor provecho. El asunto, por supuesto, no es nuevo, pero si ahora puede parecérnoslo es porque hemos ido prescindiendo de la sensatez y nos hemos ido alejando de tal modo de la auténtica diana que ya no hay instructor capaz de corregir el ángulo de tiro.

Hubo una época en que Mery percibió la necesidad de expresar lo que sentía con el lenguaje de las palabras: quería escribir, según su propia confesión. Y de hecho escribió. Tal vez seducida por la llamada del teatro y fascinada por la posibilidad de entregar algún secreto a las nuevas generaciones, redactó un sugestivo cuaderno para la Diputación de Valladolid dentro de una colección que dirigió Luis Miravalles. En ese cuaderno, titulado "Escenografía y vestuarios", la nueva académica explicaba claramente su concepto de la dramaturgia traduciéndolo como "creación de una nueva realidad". Y decía: "No es fácil realizar un trabajo totalmente realista de una época determinada. Y además creo que hasta puede perjudicar a la labor creadora. Me explicaré. Un trabajo donde todos los elementos son como fotografías de los trajes, muebles, lugares, copiados hasta el más mínimo detalle de la realidad de una época, tiene el peligro de que el resultado final sea más arqueológico que artístico; porque no se trata de reproducir un mundo sino de crearlo. Lo mejor es recordar las formas para después quedarnos con la esencia de ellas y jugar con libertad" 5.

Hoy, cumpliendo con la normativa de esta institución, la nueva académica entrega dos obras suyas que constituyen por sí mismas un verdadero discurso de entrada, al que ha añadido hace unos instantes algunos apuntes redactados desde la emoción y el afecto. El óleo titulado "Mujer que espera" podría contener para el espectador un mensaje tan sugerente como podrían serlo unas líneas de escritura para un grafólogo: una mujer, en el centro descentrado del lienzo, espera en actitud tensa, su mano derecha abarcando y sujetando los dedos de la izquierda con cierta rigidez y una angustia controlada. A su lado, una maleta cuyo contenido es tan personal como desconocido. Suponemos que en ella irán todos aquellos efectos que darían carácter y añadirían rasgos a la personalidad de esa mujer que espera. La autora no los desvela: la maleta es siempre un objeto que sugiere cambios, que augura movimiento, que delata necesidad de avanzar, de progresar, pero está enigmáticamente cerrada. Al fondo, la figura se relaciona con su propio paisaje, hecho de ramas gruesas y troncos de árboles grises sobre los que estallan luces y colores que parecen emanar de la misma paleta que planeó la figura. De este modo, persona, personalidad y fondo con paisaje se integran en un retrato de la vida, recuerdo e imagen de tantas existencias que esperan en digna actitud, con el único acompañamiento de su memoria y sus ilusiones contenidos en el equipaje, a que algo suceda y desbarate esa perfecta e instantánea composición que nunca podrá volver a tener el mismo resultado.

Crear es siempre difícil, desde luego, es duro y angustioso pero también es una invitación única a un viaje por las formas y el espacio que Mery Maroto realiza con elegante equilibrio, con riqueza de matices, con esa perfecta ejecución que refleja un momento rico y meditado.

Reflexiva, sonriente, escueta en sus palabras y en sus expresiones, Mery en realidad nos habla con su actitud y con sus manos; manos que parecen trazar líneas imaginarias y silenciosas en el aire, del mismo modo que los cabellos de sus figuras se agitan sugiriendo un movimiento que se graba en el soporte elegido con la misma convicción con que los maestros canteros, en épocas pretéritas, dejaban impresa su marca en los sillares de una catedral. Con la misma fortaleza inconsciente con la que el árbol penetraba en el humus para que sus raíces profundizaran en la tierra. Muchas religiones antiguas hicieron del bosque un lugar lleno de misterios y propicio para el culto: enigmas, miedos y ensueños se encerraron en él con arcana insistencia. Quien se adentraba en el bosque se exponía a descubrir los secretos de la vida con todas sus consecuencias. El secreto de los árboles era tal vez permanecer callados para no recordar aquella edad en que personas y árboles fueron una misma cosa. "Todo es silencio", tituló Mery uno de sus lienzos en el que María Aurora Viloria descubría unos árboles perdidos en el asfalto, tal vez restos arcaicos de esa memoria profunda, de aquel tiempo perdido que la artista idealizó como si fuese una parte más de su misma existencia."

Notas

1 Entrevista a Mery Maroto realizada por Julio Tovar en El Mundo. Diario de Valladolid, el 19 de julio de 2000.
2 Inés Gutiérrez-Carbajal: Pintura del siglo XX en Zamora. Zamora, Instituto de Estudios zamoranos Florián de Ocampo, 2005, pp. 394-403.
3 Entrevista a Mery Maroto por María Aurora Viloria en El Norte de Castilla, suplemento "Letras", de 19 de diciembre de 1992.
4 Fernando Herrero "De la dramaturgia de las artes plásticas". En El Norte de Castilla, suplemento "Letras", de 14 de mayo de 1994.
5 Mery Maroto: "Escenografía y vestuarios". Cuadernos de iniciación teatral. Valladolid, Diputación Provincial, 1990.




Conferencia en la Casa de Galicia

25 de noviembre de 2014, Casa de Galicia en Madrid


Con Ramón Jiménez y José Antonio Ortiz

El Director de la Fundación pronunció en la Casa de Galicia en Madrid la conferencia “La huella de lo jacobeo en el folclore castellano”, dentro del “Seminario José Antonio Cimadevila Covelo de Estudios Jacobeos”, organizada por la Casa.

En el acto, además del ponente intervinieron el coordinador de Actividades Culturales  de la Casa, Ramón Jiménez y José Antonio Ortiz, presidente de la Asociación de Amigos de los Caminos de Santiago de Madrid, encargado de  realizar la presentación del conferenciante.

En la conferencia, Díaz hizo un recorrido del peregrinaje por la literatura y la cultura popular. En ella trató “los diferentes temas musicales que han ensalzado la figura del peregrino, que han alertado las dificultades que podría tener el recorrido, que han recurrido a la temática de la ayuda sobrenatural para superar los obstáculos e incluso de las leyendas que se han creado acerca de su actividad”. En muchos de los romances los peregrinos eran identificados con la santificación, por su arrojo y valentía que se les atribuía por abandonar cómodos hogares por un camino incierto. En otras ocasiones aparecen como portadores de buenas noticias; aunque también hay tonadas que reflejan sus fechorías. “Los peregrinos, muchas posadas y pocos amigos”, decía un refrán pese a que otros aluden a que cada romero era responsable de sus actos.

Joaquín Díaz hizo finalmente alusión a las romerías locales que “preparaban para recorridos más largos y que creaban devociones con tradición propia que se repetía cada año”.




Junta de la Asociación de Amigos de la Fundación

29 de noviembre de 2014, centro e-Lea "Miguel Delibes"

En la Asamblea se acordó crear un grupo cerrado de Facebook para los socios, que administran Patricia Melero y Alberto Jambrina, a los que se agradeció la iniciativa. Está ya funcionando y hay más de 70 miembros.

También se tomó el acuerdo de abrir una Web de la Asociación con su propio dominio. Se agradeció a la Fundación, en especial a Luis Vincent, que hasta ahora haya mantenido la información de la Asociación en la Web de la Fundación. 

Asimismo, entre los acuerdos, se tomó el de financiar varios proyectos de la Fundación en lo que se refiere a publicaciones.

El día terminó con una comida a la que asistieron más de 50 socios.




Reedición de "100 temas infantiles"

5 de diciembre de 2014

Warner Music Spain ha reeditado la caja de discos de vinilo de 100 temas infantiles publicados por Movieplay hace años, en 5 CDs con folleto en una caja.




Auto de Navidad

10 de diciembre de 2014

La Hermandad Universitaria del Santísimo Cristo de la Luz cuenta con dos actos señeros fuera de la Semana Santa: los Autos de Navidad y de Pasión. El primero, en 2014, fue confiado a Joaquín Díaz y los Músicos de Urueña, César Carazo y Luis Delgado. Todos ellos se unieron en la letra y en la música, para llevar a cabo el concierto “La Estrella de Belén", con el patrocinio de la Diputación Provincial y de la Universidad de Valladolid. En el programa se incluyeron desde piezas de la Edad Media hasta fragmentos del Romancero Tradicional, pasando por algunas del Cancionero de la Colombina. La interpretación ofrecida por los Músicos de Urueña, fue precedida por las explicaciones de Joaquín Díaz, las cuales sirvieron para situar al oyente en el contexto de cada una de las piezas.

Más información >




Adquisiciones y depósitos

29 de diciembre de 2014

Se ha adquirido una bandurria de Francisco Pau Lisard, de mediados del siglo XIX para el museo de instrumentos.

Asimismo, se ha recibido en depósito, la vihuela que perteneció a la guitarrista Renata Tarragó, actualmente propiedad de Don Luis Osorio Gullón. Renata Tarragó Fábregas fue una de las más importantes intérpretes de guitarra del siglo XX e hija de Graciano Tarragó, autor, intérprete y profesor. La vihuela fue fabricada por el lutier Marcelino López en los años 60 del siglo XX.









Sumario de Parpalacios:


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