La filóloga sevillana Ana Mancera nos recuerda en un reciente trabajo (1) que durante todo el siglo XIX se va creando paulatinamente desde el Estado una especie de necesidad de recurrir a la opinión pública para que manifieste su apoyo o rechazo a la política social y económica, y que esa necesidad, reforzada por el poder que comienza a tener la prensa periódica termina asimilando “opinión pública” con “opinión publicada”.
La Constitución de 1812 decía explícitamente en su discurso preliminar: “Como nada contribuye más directamente a la ilustración y adelantamiento general de las naciones y a la conservación de su independencia que la libertad de publicar todas las ideas y pensamientos que puedan ser útiles y beneficiosos a los súbditos de un Estado, la libertad de imprenta, verdadero vehículo de las luces, debe formar parte de la ley fundamental de la monarquía si los españoles desean sinceramente ser libres y dichosos”. Estas palabras venían a reflejar tanto el deseo vehementemente anhelado por los nuevos representantes del pueblo de que su voz sonara y se escuchara, como una advertencia acerca de la importancia que lo impreso habría de tener durante todo el siglo.
La prensa ilustrada española del siglo XIX ofrece sus primeras muestras en pliegos y hojas sueltas o en los grabados que acompañaban a algunos Diarios y que circularon por todo el país a partir de 1808 como crítica gráfica y textual a la invasión napoleónica. Don Manuel Gómez Imaz estudió ampliamente los títulos y el contenido de esas hojas y periódicos en un trabajo impagable (2) y bastaría recordar el grabado titulado “Fiesta de toros en España o el matador corso en peligro” para hacernos una idea de la influencia que empieza a tener la iconografía sobre esa opinión pública y de la eficacia que comienza a mostrar la caricatura, con anotaciones y filacterias complementarias al dibujo. Dibujo que en este caso –según aparece en uno de los comentarios textuales– representa la “plaza real de Europa” en la que se celebra una corrida con el emperador como accidentado diestro al que el toro de España empitona y arroja por los aires.
Hay tres aspectos que hacen muy interesantes las revistas satíricas de esa época. El primero, tal vez por encima de los otros dos es su sentido artístico. Estamos ante una muestra de arte gráfico que en su momento –la segunda mitad del siglo XIX- aparece como efímero pero que resulta ser al final tan duradero como intemporal, aspectos que ya caracterizaron a otros trabajos anteriores y pioneros como el de Goya. Artistas como Leonardo Alenza, Ramón Cilla, “Sileno” (Pedro Antonio Villahermosa), Tomás Padró, Francisco Ortego, Daniel Perea, “Demócrito” (Eduardo Sojo) o “Mecachis” (Eduardo Saénz de Hermúa), entre otros, traducen al lenguaje de la imagen satírica (definitivamente liberada de las cadenas del texto) lo que la realidad social y política ofrecía a diario a los españoles, imponiendo por otro lado la posibilidad de influir con una cierta credibilidad en esa cotidianeidad viciada y confusa. Como muestra, véase la portada de este Parpalacio en la que, representados como Romeo y Julieta en la escena del balcón, aparecen Posada Herrera y Sagasta en imposible abrazo. ¿Cómo no iban a sentar mal o molestar esas alusiones burlescas y cómo no iban a buscar los políticos la forma de eliminar o neutralizar a quien lo provocaba? A la constante presión a que esos artistas estuvieron sometidos por parte de la administración censora respondieron ellos con ironía y nuevas caricaturas, como en el caso de “Demócrito” que pintaba siempre que podía al jefe de policía cargando con la piedra litográfica debajo del brazo, como castigo por haberse llevado de la redacción del periódico la prueba del “delito”.
Y es que lo que ven y transmiten todos esos artistas tiene tanto de caricatura como de esperpento: no ha de extrañar, ya que ambas palabras contienen el sentido de deformar la realidad para transformarla. En el caso de la caricatura, porque se cargan las tintas en lo característico (lo peculiar y destacable) ayudando a comprenderlo o analizarlo mejor y en el caso del esperpento porque contribuye, desde Pérez Galdós a Valle Inclán, a reflejar algo grotesco cuya ridiculez, sin embargo, se atenúa y se normaliza al tener un sentido especular, es decir al mostrar por detrás de la brillante luna las deficiencias del fondo azogado cuya superficie nos devuelve algo imperfecto. Al manifestarnos sin ambages un cuerpo social achacado por una especie de deformidad que por más que queramos negarlo nos pertenece. Decía Baudelaire que el mérito de Goya estribaba en haber creado “lo monstruoso verosímil”. Es decir en haber demostrado que lo absurdo también era posible siempre que tuviese que ver con lo humano y apareciese como creíble.
Finalmente, el tercer aspecto reseñable es que sus imágenes, pese a ir dirigidas principalmente a un estamento social cada vez más poderoso –la burguesía-, crearon un ámbito casi teatral para todos los públicos en el que los actores (protagonistas o meritorios) eran juzgados por el espectador, quien a veces también participaba en la farsa dibujado por el artista bajo el aspecto de un colectivo anónimo que aparecía disfrazado de león, de toro o de matrona, es decir, de España. En suma, frente a la imposibilidad de crear un Estado serio, fuerte y democrático, los caricaturistas crearon un “Estado de opinión”, tan cambiante como las circunstancias, pero con el sentido común como bandera y el humor como cetro.
(1) Ana Mancera: “El uso del español coloquial en la prensa satírica decimonónica: una estrategia para modelar la opinión pública”. BRAE, Tomo XCII, Cuaderno CCCV, Enero-Junio 2012.
(2) Manuel Gómez Imaz: Los periódicos durante la Guerra de la Independencia, 1808-1814. Madrid, Tipografía de la Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos, 1910.
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Curso de Digitalización de Fondo Antiguo Fonográfico
Impartido por Franz Lechleitner y con la coordinación técnica de Raphäel Parejo-Coudert
Urueña, 8, 9 y 10 de octubre de 2013.
Los días 8, 9 y 10 de octubre tendrá lugar en Urueña el CURSO DE DIGITALIZACIÓN DE FONDO ANTIGUO, impartido por Franz Lechleitner y con la coordinación técnica de Raphäel Parejo-Coudert. Franz Lechleitner ha sido, hasta el año 2004, Ingeniero Jefe del Vienna Phonogrammarchive. Bajo su tutela se comenzó la publicación en CD de la colección de Archivos Históricos sonoros coincidiendo con el centenario de la creación del Archivo de Viena en 1999. Sus numerosas contribuciones al campo de las grabaciones históricas y sus diseños y patentes aplicados a la transferencia de datos le han hecho acreedor de numerosos premios y distinciones, además de un reconocimiento universal.
Resumen del programa:
-Historia de los soportes sonoros |
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CONFERENCIAS Y CONGRESOS
Festival de Narradores Orales
Dentro del Ciclo “Festival de Narradores Orales”, Joaquín Díaz intervino en la Casa Museo de Antonio Machado, en Segovia, leyendo una selección de romances tradicionales. Paulo de Carvalho Neto, en su obra La influencia del Folklore en Antonio Machado recordaba el ascendiente de Don Agustín Durán, el recopilador de romances, sobre los hermanos poetas y la frase lapidaria de Antonio acerca del género, considerándolo “la suprema expresión de la poesía”. Sin embargo, protesta Carvalho, “si tal afirmación fuera el producto de profundas meditaciones, la obra poética machadiana, en su casi totalidad, tendría que estar compuesta de romances, pues siendo Machado un gran poeta no se contentaría en trabajar con formas que no considerara “la suprema expresión de la poesía”. Carvalho Neto escribía, con razón, que Machado hablaba así del romance porque no lo hacía desde el razonamiento sino desde el sentimiento, al recordar su infancia y la influencia que llegó a tener el Romancero de su tío Agustín Durán –su buen tío, como decía el poeta- sobre la imaginación y la fantasía de sus primeros años. Miguel Pérez Ferrero remacha la importancia de esa influencia con una imagen plástica y enternecedora, mostrándonos a los dos hermanos que escuchan a Cipriana Álvarez de Machado leyendo para ambos a la luz de un quinqué de petróleo los textos recopilados por su pariente, textos que formaron parte de una publicación que todavía hoy sorprende por su extensión y por su calidad.
Existe en los romances una tensión permanente entre principios o entre personajes que sirvió para crear un hilo conductor que hilvanase la pequeña antología propuesta. “La difunta pleiteada” (el caso de un pleito en el que se enfrentan dos hombres por el amor de una mujer), “La doncella guerrera” (el argumento del padre contra la madre), la venganza de Alfonso II contra su propia hermana que es la madre de Bernardo del Carpio en el caso de “A caballo va Bernardo”... Finalmente, el recuerdo de un dios británico, Lleu o Lug (tan relacionado en España con la hagiografía de San Vicente), dio pie al romance de “La maldición de la madre”: Lug es un personaje al que su propia madre maldice con una triple negativa que le impide ser un hombre ya que le niega un nombre, le niega las armas y le niega una esposa. La madre del romance salmantino de Los Mozos de Monleón no quiere que su hijo vaya a la corrida y se realice en un ritual de masculinidad cuyo proceso le separará inexorablemente de ella...
XL Semana de Estudios Medievales de Estella
El Director de la Fundación intervino también como presidente de mesa en la XL Semana de Estudios Medievales de Estella dedicada a “La Cultura en la Europa del siglo XIII: emisión, intermediación, audiencia” que reunió a especialistas procedentes de diversas universidades europeas en torno a las tres dimensiones de la cultura: las formas de emisión (la escritura histórica, la dimensión cultural de las prácticas litúrgicas, la incorporación de la lengua romance, la producción artística), la labor de intermediación (las escuelas de traducción, las prácticas notariales, la enseñanza en las universidades, la función de mecenazgo artístico) y la recepción y audiencia de la cultura (el consumo literario –particularmente de literatura artúrica-, la generación de leyendas y la sublimación del héroe en la literatura, las percepciones y el consumo artístico).
EXPOSICIONES: "La fuerza del humor: revistas satíricas del siglo XIX"
Sala Revilla de la Fundación Municipal de Cultura del Ayuntamiento de Valladolid
En la Sala Revilla, de la Fundación Municipal de Cultura del Ayuntamiento de Valladolid, se inauguró la exposición “La fuerza del humor: revistas satíricas del siglo XIX”, organizada por la Fundación con los fondos de la colección Martínez-Leis y la colaboración de profesores de diferentes universidades especialistas en la época (Salvador García Castañeda, Dolores Troncoso, Borja Rodríguez, Raquel Gutiérrez y Mónica Fuertes-Arboix).
Catálogo de la exposición
De izquierda a derecha, Jesús Martínez, propietario de la colección, el Alcalde de Valladolid Francisco Javier León de la Riva
y el comisario de la exposición Joaquín Díaz. Fotografía de Miriam Chacón
EXPOSICIONES: Muestra sobre pliegos de cordel en Salamanca
19 de septiembre de 2013 - Palacio de Garcigrande, Salamanca
En la sala del Palacio de Garcigrande, de Caja Duero-Caja España, se abrió el 19 de septiembre la muestra sobre pliegos de cordel organizada por la ONCE y la colaboración de la Gaceta de Salamanca y la Junta de Castilla y León, con fondos de la Fundación. La exposición, precedida por una conferencia de Joaquín Díaz, abría la actividad Recitaaciegas con la que la ONCE celebraba su 75 aniversario de existencia. Los contenidos de la muestra sirven para redescubrir la importancia de los cantores ambulantes y su capacidad para comunicar:
LOS PLIEGOS
Vuelve a interesar a la sociedad de nuestros días el fenómeno de la transmisión de noticias y conocimientos a través de pliegos impresos. No es para menos; es probable que, detrás de cada simple papelillo de color que contemplamos ahora con curiosidad, y en el que podemos leer romances y décimas junto a alguna que otra copla de época, se esconda un fragmento de la vida social y cultural española demasiado importante como para que sigamos despreciándolo o tratándolo con ligereza. Observar el complejo e interesante contexto que rodea a la producción de pliegos de cordel podría ayudarnos a interpretar una parte de la literatura escrita que ha tenido influencia capital sobre el repertorio de la tradición oral. Muchas de las personas que todavía recuerdan a los ciegos cantando por las calles, unen esa actividad a sus propios sentimientos. Quien tenga aún presente la imagen del coplero, ¿cómo puede sustraerse a suscribir frases como ésta, escrita por Antonio Trueba en el siglo XIX?: "...tal acogida encontraban estas coplas en mí, que cuando llegaba mi padre con ellas desde el mercado no me dormía hasta que las aprendía de memoria o poco menos. Cantarlas y recitarlas era para mí el placer de los placeres".
ANTES DEL MERCADO COMÚN
El fenómeno de la música en las calles (interpretada por copleros de diferente preparación y origen, pero fundamentalmente ciegos) recorre toda Europa desde la invención de la imprenta hasta bien entrado el siglo XX. Su influencia se deja sentir en la comunicación de noticias y en la divulgación de modas musicales, pero también, y primordialmente, en la evolución de los períodos históricos más críticos y agitados, actuando como una brisa que vuelca sobre la sociedad los aires frescos de la libertad y el progreso. Antes incluso de haberse constituido como tales las naciones que hoy conocemos, los copleros y su repertorio influyen sobre los reinos y regiones que luego darían origen a aquellos, ayudando a crear, gracias a su poder de convocatoria y a su mensaje claro y novedoso, un verdadero mercado común y una mentalidad avanzada y compartida.
EL FORMATO ESPAÑOL
Esas coplas o pliegos de cordel se ofrecían en España habitualmente en varios formatos, aunque el más frecuente hasta su desaparición en épocas muy recientes era el de cuarto, oscilando su tamaño entre los 13 y los 17 cms. de ancho por los 20 a 25 de alto. También había pliegos en folio, en doble folio y en octavo. Los ya mencionados en cuarto se vendían de medio folio, de doble folio plegado que venía a hacer ocho páginas y, a partir de ahí, en dos, tres o cuatro pliegos, hasta donde daba de sí el tema narrado. Como material de apoyo se solía ilustrar la primera página con un grabado sobre cobre o una xilografía que ocupaba la mitad superior de la plana y que, pese a lo tosco de su diseño en muchas ocasiones, solía contener alguna figura alusiva al caso relatado en cuyas imágenes hallaban las gentes sencillas que acostumbraban a escuchar y comprar el relato, una fuente gráfica donde saciarse con el agua de la ilusión o de la fábula.
LOS AUTORES Y LOS INTÉRPRETES
Normalmente era el propio intérprete el encargado de elegir la imprenta (por precio, por amistad, por costumbre) que le editaría sus versos; estos podían proceder de otra persona (hay una larga lista de "profesionales" que con la ayuda de las noticias aparecidas en los periódicos confeccionaban las historias versificadas) o ser compuestos por el propio ciego. Aunque en las primeras décadas del siglo XX decayó algo el negocio, las coplas se encargaban por miles. A este respecto solían recordar muchos impresores que había dos tipos de clientes, los que cumplían una promesa para lo cual se encargaban estampas que luego iban vendiendo o regalando y los que practicaban el oficio simplemente para ganar dinero; de estos últimos partió la costumbre de cortar en dos trozos el papel de la copla (aprovechando que solían haber una primera y una segunda parte, sobre todo en el caso de asesinatos y juicios contra los criminales), para vender la historia en dos veces y ganar el doble.
LA CREDIBILIDAD Y LA VERACIDAD
En el siglo XIX se producen protestas entre medios de comunicación "serios y juiciosos" por la poca fiabilidad de las noticias divulgadas por los ciegos en los papeles impresos. Hay también un exceso de proteccionismo en los gacetilleros y periodistas hacia el público, al que se intenta defender de patrañas y exageraciones poco acordes "con los tiempos que corren". Se quejan los concienzudos cronistas de que los ciegos cantan coplas contra el Papa (aunque no dicen que es porque se ha metido en terrenos políticos), contra el rey (cuando éste es Amadeo, un monarca extranjero), o contra la propia Constitución (cuando ésta no refleja el sentir y los deseos de libertad de una sociedad en proceso de mutación). Pero lejos del apasionamiento transitorio de esas opiniones, uno cree adivinar en la actitud valiente y decidida de los ciegos cantores un prototipo radicalmente contrario al que se nos ha descrito en algunos libros sobre la literatura de cordel y sus difusores. No hay duda de que tan audaz comportamiento era secundado en ocasiones por Hermandades u Organizaciones que amparaban colectivamente esos atrevimientos, pero aun así hay que reconocer una postura progresista y decidida en quienes podían adoptar posiciones cómodas o conformistas escudados en su desvalimiento.
LA MORALIDAD
A la censura moral existente en siglos precedentes, aunque escasa, vino a sumarse la de los ilustrados (celosos vigilantes de la cultura popular) y la de los poetas cultos, que consideraban ya al género como un potencial enemigo. Frente a esta visión global siempre aparecen los casos particulares o poco claros en los que ni moral ni buen gusto tienen explicación como causa primera de la prohibición. Uno no se explica, por ejemplo, por qué se incluye en un Apéndice del Indice Inquisitorial de 1817 el pliego titulado "Chistoso pasaje que ha acontecido este presente año en Jerez de la Frontera, sucedido entre un molinero y un corregidor". Se alega estar comprendido en la regla séptima del Indice expurgatorio, pero por esa misma razón también podría haberse retirado de la circulación el romance de Pedro Marín ya conocido en el siglo XVIII que dio origen a éste que comentamos. Más probable parece que sentaran mal estas coplas porque se burlaban veladamente de las relaciones entre el Corregidor de la capital de España y Antonia Molino, famosísima intérprete de baile español, como bien acierta a suponer Emilio Cotarelo y Mori en su Historia de la Zarzuela: "Por entonces (habla de los años 1809 a 1813) fueron muy sonados los amores de esta bailarina con el Corregidor de Madrid y los ciegos resucitaron y pregonaban por las calles las antiguas Coplas del Corregidor y la molinera". El mismo Pedro Antonio de Alarcón, sin pretenderlo, legitima que consideremos injustificada aquella prohibición cuando en el prólogo de El sombrero de tres picos pone en boca del pastor que le cantó el romance las siguientes palabras: “¿Qué se saca en claro de la historia del Corregidor y la molinera, que los casados duermen juntos y que a ningún marido le acomoda que otro duerma con su mujer? Me parece que la noticia..."
PLIEGOS BONITOS
Las imprentas de Marés en Madrid, del Abanico en Barcelona, de Santarén en Valladolid o de José María Moreno en Carmona llenaron los cuatro puntos cardinales de la geografía española de papeles mejor o peor impresos, de calidad más o menos contrastada pero permanentemente aceptados por un público deseoso de noticias y necesitado de sorpresas. Tal vez la clave de esa aceptación nos la dé Julián Iriarte Lorea, vendedor manco que recorrió España desde 1880 vendiendo papeles y anunciándose, bien cantando bien pregonando, por mercados y esquinas de innumerables ciudades españolas: sus canciones podían ser viejas o nuevas, pero eran “todas bonitas”. Creo que si pudiésemos saber qué entendía Iriarte por bonitas tendríamos las cualidades que harían un pliego vendible, es decir las características que ayudarían a difundir un tema y por tanto harían necesaria su impresión previa. Esta palabra se escuchaba muchas veces para calificar o definir ese tipo de papeles que se adquirían por poco precio, que aportaban un modelo de información avalado por la credibilidad de un “forastero conocido” y que servían de entretenimiento o de solaz (o sea de consolación) para tantas almas atribuladas por la dureza de lo cotidiano.
TIPOLOGÍAS
Crímenes
El interés por llamar la atención del público llevó al género y a sus intérpretes a exagerar determinados hechos sangrientos así como a magnificar la crueldad de sus autores, cuyo castigo era esperado como parte de la moraleja final.
Sucesos
Cualquier hecho destacable por su rareza, por su extravagancia o por su carácter peregrino le servían al ciego para reunir a su alrededor a oyentes de todas las edades y condición, de quienes esperaba no sólo atención sino la adquisición del pliego.
Temas Religiosos
La vida de la Virgen o de Jesucristo, la hagiografía de los santos, las oraciones y gozos, eran tema de muchos pliegos algunos de los cuales, incluso, contenían fórmulas mágicas con las que combatir enfermedades o rechazar la presencia del demonio.
Teatro
Muchos sainetes o pequeñas obras de teatro se difundieron gracias a los ciegos que las llevaban por toda España. Desde el siglo XVII principalmente los editores confiaron en la afición del público hacia las representaciones populares para vender estos textos fácilmente.
Coplas
Hasta tiempos recientes se han llamado “coplas” a los pliegos, probablemente porque desde el siglo XVI este género las incluía como uno de los temas favoritos. En los siglos XIX y XX, pero principalmente a partir de la invención del gramófono y la radio, la difusión fue masiva.
Cuplés
La palabra “cuplé”, del francés “couplet” designaba un tipo de género musical –generalmente cantado por mujeres- que se desarrolló en los siglos XIX y XX con temas satíricos, pícaros o políticos, muchos de ellos de actualidad. Primero se interpretó en locales para hombres y después en teatros sobre todo de variedades.
Cantables de Cine
Muchas de las primeras películas a partir de la incorporación del sonido al cine fueron musicales, en los que cantantes conocidos o de moda se convertían en actores. Las canciones que interpretaban se denominaron cantables y eran vendidas a la entrada de la sala o en las calles y quioscos.
Temas Locales
Las imprentas locales tuvieron que competir con los establecimientos de Madrid, Barcelona, Málaga o Sevilla. El ingenio de los impresores así como su falta de escrúpulos para copiar temas de otras procedencias hizo multiplicarse el número de pliegos que también atendieron sucesos locales o hechos de lugares familiares para el público.
Familia
Las relaciones entre los miembros de la familia y los tópicos acerca de la dificultad de esas relaciones (recuérdese el caso casi siempre negativo de las suegras) llenaron de canciones alusivas el género de los pliegos que así servía, una vez más, de escuela de costumbres.
Romances antiguos y nuevos
Las cancioneros de romances del siglo XV y XVI sirvieron de ejemplo para la prolongación del género romancístico y su adaptación a hechos o temáticas más de moda. El romancero de cordel estaba lleno de casos truculentos que se unían así a la lista de los romances antiguos que, a pesar de ser repetidos una y mil veces, seguían gustando.
Temas históricos
Es bien conocido el caso de algunos escritores que defendieron el género de los pliegos por considerarlo positivo para el aprendizaje, no sólo desde el punto de vista del comportamiento sino para conocer aspectos históricos que de otro modo no hubieran llegado al conocimiento del pueblo.
Bailables
Muchos de los bailes de moda y bastantes de los considerados tradicionales se difundían –si es que iban acompañados de algún texto- a través de los pliegos que los ciegos repartían por aquí y por allá. A todos esos temas se añadieron las canciones de ida y vuelta que popularizaban aquí los bailables de América.
Premio a Fratelli Mancuso
A la mejor banda sonora a la película “Via Castellana Bandiera”
En el Festival de Venecia de este año, la Muestra ha otorgado el premio a la mejor banda sonora a la película “Via Castellana Bandiera”, de Emma Dante, cuya música ha sido compuesta por los hermanos Mancuso. Fratelli Mancuso, amigos y colaboradores de la Fundación desde hace muchos años grabaron un disco titulado “Trazzeri” que fue editado por el sello Open Folk.
En él intervinieron, además de Enzo y Lorenzo Mancuso, Luis Delgado, Joaquín Díaz y Amancio Prada, entre otros muchos músicos.
Enzo y Lorenzo Mancuso en su última visita a Urueña, con Yonder Rodríguez, músico venezolano, y Joaquín Díaz