Rodrigo Zamorano, ilustre cosmógrafo nacido en Medina de Ríoseco y muerto en Sevilla, se distinguió, hacia el último cuarto del siglo XVI, por sus conocimientos sobre matemáticas y sobre navegación. Desde su cargo de instructor de pilotos en la Casa de Contratación de Sevilla desarrolló una actividad importantísima para el arte de navegar, aunque las insidias del cartógrafo Domingo de Villarroel introdujeran en el Sindicato de pilotos hispalense las dudas acerca del hecho de que un hombre que no se había embarcado fuese la persona adecuada para enseñar a pilotar una nave. Tras dos años de separación del cargo como consecuencia de esas insinuaciones, Zamorano pudo demostrar públicamente que sus conocimientos teóricos, superiores a los de la mayoría de los científicos de su tiempo, le bastaban para desarrollar las funciones que el cargo requería.
En su Cronología y reportorio de la razón de los tiempos, obra publicada años antes del litigio, ya había insistido Rodrigo Zamorano sobre la necesidad de observar el cosmos, relacionar los signos de la luna con el tiempo atmosférico, estudiar las estrellas, advertir en animales y plantas movimientos augurales y todo ello sin el menor asomo de esoterismo, simplemente haciendo uso del sentido común y del correcto juicio: Tuvieron los filósofos por cosa muy importante y de grandísimo momento, el conocimiento de la mudanza de los tiempos y variación del estado del aire, así para la salud y vida de los hombres y de todas las cosas como para la agricultura, navegación y milicia, escribe en la obra citada, impresa en Sevilla. Al cosmógrafo le sirvieron de gran ayuda todos aquellos pormenores y detalles, grabados en su memoria durante la infancia riosecana, que revelaban unas causas y unos efectos entre los cambios lunares, la actitud de personas y animales, las necesidades de la tierra cultivable y el mejor resultado en las cosechas. Hoy sería un error grave ignorar que obras como la de Rodrigo Zamorano, Victoriano Zaragozano o Jerónimo Cortés, reimpresas una y otra vez hasta el siglo XX, fueron el libro de cabecera para labradores y pastores durante cinco siglos, además de la principal fuente de conocimiento para sus oficios y los mejores consejeros a la hora de efectuar las labores y trabajos del ciclo anual. El éxito de Zamorano y la perdurabilidad de sus asertos se derivan del hecho, recomendado en su tratado, de no fiarse de un solo fenómeno sino de la relación entre varios para extraer de todos ellos una consecuencia. Esta forma de registrar y recordar hechos cíclicos en forma de experiencias concordantes, catalogadas y fijadas en la memoria de las personas, alimentó la riqueza y variedad de las expresiones populares hasta límites nunca jamás superados. El lenguaje, el conocimiento, las creencias, bebieron así de un venero mágico cuyas ricas aguas, convertidas en cultura y consecuentemente en identidad, han sobrevivido hasta nuestros días gracias a la perfecta integración de esa aptitud (aptitud para interpretar de forma inteligente y práctica el entorno), en la vida de los individuos.
El Renacimiento resucita esa visión global y antigua que coloca al ser humano en un cosmos en el que toros, peces, cangrejos, escorpiones, cabras, leones y centauros son reconocidos con solo mirar al firmamento, desde donde influyen con su presencia sobre el organismo y la vida del hombre. Sol, luna y estrellas se personifican adoptando rostros humanos y los cuatro elementos tierra, aire, agua y fuego- hacen de intermediarios de los planetas para incidir de algún modo en los seres que habitan la máquina del mundo. De esa manera inteligente y cósmica es más sencillo explicar lo mágico, dando a la superstición el sentido etimológico de supervivencia, es decir, de algo antiguo y sin embargo respetado.
La pérdida paulatina a lo largo del último siglo de esos conocimientos que interpretaban de forma cercana el universo, ha sido irreparable. Nadie con autoridad ha sido capaz de explicar convincentemente el error en que se incurría al menospreciar esa sabiduría contrastada y eficaz. La tecnología ha ensoberbecido de tal modo a la sociedad que se ha decidido prescindir de aquellas preguntas eternas origen de los mitos y de los relatos tradicionales- que hacían pensar al individuo, para quedarse sólo con las respuestas que la ciencia oficial podía certificar. La consigna ha sido: el pasado ya no es necesario para el futuro. Sin embargo, el interés creciente de las nuevas generaciones hacia sus raíces -las visitas a nuestro Almanaque se multiplican- está demostrando hasta qué punto la educación tradicional, práctica y funcional, era coherente por estar basada en una vetusta trama sobre la que tenía sentido entretejer la urdimbre vital para dar pleno sentido a la existencia.
Museo de La Casona
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La tarjeta postal: cultura y economía entre siglos
Durante los meses de enero y febrero se expuso en la sala de exposiciones del centro e-Lea Miguel Delibes, la muestra La tarjeta postal: cultura y economía entre siglos, realizada con material de la Fundación.
Simposio sobre patrimonio inmaterial: La Música Silente
Los Instrumentos Musicales de la Colegiata de Toro.
Urueña, 9 y 10 de abril de 2013.
Cesión al Instituto Manuel González Herrero
La Fundación depositó en el Instituto Manuel González Herrero de Segovia, recientemente creado por la Diputación provincial, una copia de todo el material segoviano existente en la fonoteca, con un disco externo con más de 70 horas de grabación de trabajo de campo en distintos pueblos segovianos.
Después del acto de entrega, en la Diputación de Segovia, el Director de la Fundación fue entrevistado para el periódico El Adelantado.
Premio nacional a las artes tradicionales
El Director de la Fundación recibió en Burgos el premio nacional a las artes tradicionales "Federico Olmeda".
El Comité de Folclore Ciudad de Burgos en homenaje y reconocimiento al músico y folclorista Federico Olmeda creó en 2010 el Premio Federico Olmeda a las Artes Tradicionales. El galardón, sin dotación económica, reconoce la labor de una persona, entidad, grupo o colectivo cuya labor esté contribuyendo en la actualidad a la potenciación, fomento y dinamización de las artes y la cultura tradicional de España en sus distintas vertientes y modalidades. El premio consiste en una escultura en bronce realizada por la artista burgalesa Ana Núñez en alegoría a la cultura tradicional.
El Director de la Fundación recibiendo el premio nacional Federico Olmeda
de manos de Regina Peñacoba, Presidenta del Comité de Folclore Ciudad de Burgos,
y de Fernando Gómez, Concejal de Cultura del Ayuntamiento de la ciudad
Palabras de agradecimento de Joaquín Díaz > > >
También intervino como ponente en el congreso de la FEAF (Federación Española de Asociaciones de Folklore) que se celebró en la Universidad Rey Juan Carlos, en Madrid.
Pregón de Semana Santa en Bercianos de Aliste, Zamora
El Director de la Fundación fue el pregonero de la Semana Santa de Bercianos de Aliste.
(Puede leerse el pregón en el blog de David Muñoz López, en la dirección cancioneroderomances.wordpress.com/).