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Editorial

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Una de las actividades favoritas de niños y mayores en el tiempo de Navidad consiste en poner el belén. Desde mediados de diciembre hasta aproximadamente el dos de febrero, el “nacimiento” adorna las casas de muchas familias cristianas. El centro de todo, naturalmente, es un portal donde las figuras de María, José, el niño en una cuna de pajas y los animales –la mula y el buey- se hallan frente a los pastores que han llegado con sus ofrendas; a veces un ángel colgado o colocado sobre el portal recuerda la buena nueva a toda la humanidad. Esta costumbre hogareña y entrañable, pues en su puesta a punto participa toda la familia, se ha mantenido desde hace siglos en España. En el fondo, muchos de los elementos empleados en la decoración –musgo, puentes, árboles, casas- reproducen el propio entorno en que se realiza la pequeña obra de arte. Las figuras, a lo largo del tiempo en que se tiene puesto el nacimiento, nunca están inmóviles y cada día son cambiadas de lugar, acercándose poco a poco los reyes y yendo y viniendo los pastores y los soldados de Herodes como si de un teatro viviente se tratase.

Casi todos los nacimientos representan al Niño sobre una cuna de madera. Acerca del lugar en el que esa cuna se emplaza, sin embargo, hay muchas versiones. El Protoevangelio de Santiago, por ejemplo, al que siguen después muchos Padres de la Iglesia como san Justino, Orígenes y San Jerónimo, habla de una gruta en un lugar absolutamente desierto. El evangelio árabe y el armenio describen una caverna muy amplia donde se reunían los pastores y boyeros para encerrar de noche sus ganados. Algunos autores, como Santiago de Vorágine el autor de La leyenda dorada, opinan que en aquella tenada o albergue había un pesebre y allí es donde vino a nacer el Salvador. El emperador Adriano, que hizo célebre su odio a los cristianos, mandó edificar años más tarde en aquel lugar un templo dedicado a Adonis; pese a ello, continuó la veneración al santo lugar, no sirviendo de nada el intento de profanar tan venerable recinto. En cuanto al pesebre, según nos cuenta Jean Croisset el autor del Año Cristiano, fue llevado a Roma, donde se conserva con mucho respeto en la famosa iglesia de santa María la Mayor, que por eso se llama Santa María ad praesepe. Allí mandó construir el papa Teodoro en el siglo VII un oratorio que reprodujera aproximadamente el portal de Belén donde quiso nacer Jesús y donde se instalaron los fragmentos del pesebre en el que, según san Lucas, fue reclinado. Esos cinco fragmentos, de madera de sicomoro, parecían haber formado primitivamente una especie de mueble de tijera sobre el que iría una cuna de barro, a la que ya San Jerónimo había aludido en un sermón predicado en Belén a comienzos del siglo V.

El “nacimiento” surge del deseo espontáneo de representar la tierna escena, deseo que se va desarrollando desde el siglo IV de nuestra era. Todos los historiadores coinciden en señalar, sin embargo, que hay un hecho determinante en la historia de esta costumbre que se produce en 1233 y que hace evolucionar el simple impulso de representar iconográficamente las escenas de la Epifanía: la celebración de la nochebuena por San Francisco de Asís en el bosque de Greccio, donde el santo había hecho preparar un pesebre y unos animales para dar más veracidad a la conmemoración y diferenciarla de la hasta entonces celebrada en la iglesia. Durante esa circunstancia uno de los presentes tuvo una visión en la cual aparecía el propio Francisco despertando al niño Jesús en su cuna. A partir de ese momento se comenzó a difundir en Italia la leyenda y la costumbre aunque nacimientos propiamente dichos no aparecen separados de los retablos hasta un inventario del XVI, concretamente del castillo de Piccolomini, en el que se destaca que la duquesa de Amalfi tenía guardadas 116 figuras para la representación de la Navidad, lo cual quiere decir que ya existía una tradición aunque, por lo general, sólo pudiesen disfrutar de ella los nobles o los monarcas. En el siglo XVIII se da el mayor auge en este tipo de figuración, destacando especialmente los nacimientos de Nápoles.

Acerca de los animales se cuentan muchas leyendas. En jumento llegan José y María a Belén y en jumento salen con el niño camino de Egipto. Cuando el mesonero niega alojamiento a los esposos cansados, obligándoles a buscar albergue por toda la ciudad de Belén, las mismas bestias de su establo le muelen las costillas a coces condenándolo así por su mala acción. Otra tradición que ya reflejan algunas muestras iconográficas desde los primeros siglos es la de que son un buey y un asno los animales encargados de presenciar el nacimiento. Algunos apócrifos insisten en que ambas bestias habían hecho el viaje con los sagrados esposos: la pollina, blanca por más señas, para que la Virgen realizase el trayecto más descansadamente; el buey, porque san José quería venderlo en el mercado para así obtener dinero y poder pagar el censo y los demás gastos de desplazamiento. Al nacer el Niño, ambos animales, dándose cuenta milagrosamente de la calidad del recién nacido se arrodillan y le adoran. Alguna otra leyenda cambia al buey por una vaca y al asno por una mula e incluso añade que ésta se comía el heno del pesebre mientras que la vaca trataba de envolver al niño entre las pajas para que no tiritara. Por comportarse de forma tan distinta, Jesús condena a la mula a que sea estéril para siempre y bendice a la vaca, advirtiendo que todo producto que salga de ella será bueno y aprovechable.

En los últimos cuarenta o cincuenta años esta costumbre del “nacimiento” sufrió un fuerte embate por parte de otra tradición menos cercana a nuestra cultura, el árbol de navidad, representado generalmente por un abeto o un pino que se adornan con regalos de todo tipo; esta tradición, muy frecuente en Francia y Alemania, recuerda vagamente el culto al árbol, tan fuerte en centroeuropa desde hace siglos en las pascuas de Pentecostés y Navidad. Las antiguas leyes germánicas establecían como delito para aquél que se atreviese a pelar un árbol el que se le cortara el ombligo, se le clavara a la parte descortezada y se le obligara después a dar vueltas al tronco de modo que quedaran allí enrollados los intestinos. La costumbre de colocar un árbol en el hogar parece atribuirse, sin embargo, a Lutero, quien quiso reproducir en su casa la noche de Navidad el cielo estrellado que había visto momentos antes en el exterior, para lo cual cortó un pino y lo llenó de luces que remedaran el fulgor inimitable de las estrellas.

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Nueva sala de instrumentos mecánicos

Una reestructuración va a permitir contemplar la colección de instrumentos mecánicos en la sala que antes estaba dedicada a los pliegos de cordel, pasando éstos al zaguán de la segunda planta. Con este nuevo emplazamiento se reúnen y exponen 31 instrumentos de los siglos XIX y XX que hasta ahora estaban dispersos o sin exponer. Un DVD completa la muestra con la posibilidad de ver y escuchar las piezas expuestas y comprobar su funcionamiento.


“Panderetas pintadas” Sala de exposiciones del Teatro de Zorrilla

Más de treinta pintores y artistas actuales darán su visión personal sobre panderetas y panderos siguiendo una tradición largamente preservada en España: la de pintar los parches de los instrumentos populares de percusión. La costumbre de pintar panderos y panderetas parece muy antigua y obedece, sobre todo, a la tendencia, innata en el ser humano, de decorar y embellecer los objetos que fabrica y usa. La piel tensada sobre el bastidor servía de este modo de lienzo para que un artista, normalmente distinto del constructor de la pieza, estampara un motivo decorativo según su gusto e intención. La tradición se conoce en España desde hace siglos y habitualmente se acompañaba, en el caso de los panderos cuadrados, de un encintado del bastidor para adornarlo.

El dibujante François Deserps reproduce en su obra "Recueil de la diversité des habits…" una joven tocando la pandereta pintada que titula "La tondue d`Espaigne". Don Ramón de la Cruz escribió un sainete llamado “Los panderos” donde se reproduce una escena en el barrio del Avapiés en la que unos vecinos están pintando y poniendo cintas a unos panderos, lo cual parece indicar la popularidad que había adquirido el oficio.

Durante todo el siglo XIX la pintura de panderetas reviste una importancia singular ya que con la subasta de las mismas se obtenían recursos para atender a las necesidades de los soldados que se hallaban luchando en Africa o en Cuba. Precisamente en 1892 y durante las fiestas de Carnaval surgió una iniciativa del Círculo de Bellas Artes de Madrid para adquirir mil panderetas y entregarlas a diferentes artistas plásticos de Madrid para que las pintasen. El resultado fue tan espectacular que se vendieron casi todas y con el montante de lo obtenido y la organización de un baile se contribuyó a sufragar los gastos del propio Círculo (salones, cátedras, modelos, etc.) de modo que la iniciativa duró unos años y llenó de panderetas toda España.

Los artistas que han confirmado su participación son: Enrique Reche, Concha Gay, Javier Quesada, Javier Redondo, Juan Villa, Eduardo Cuadrado, Félix Sanz, Ana Roda, Pedro Monje, Jorge Adrados, Armando Arenillas, Julio Martínez, Luis Nieto, Pablo Ransa, Jesús Capa, Inmaculada Cardaño, Luís Cruz Hernández, Julio Falagán, Chema Herreros, Pilar Marco Tello, José Noriega, Carlos Sanz Aldea, May Criado, Le Bogg, Javier Bustelo, Luis González Gallego, Ostern y Santiago Estévez.


CD “Esperando al estéreo”

A comienzos del año 1965 y antes de comenzar su carrera como intérprete Joaquín Díaz decidió grabar una cinta magnetofónica con los numerosos temas que solía cantar en las actuaciones en directo para presentarla a una casa de discos en Madrid con el fin de grabar un disco. Pensaba que sólo si aparecía un vinilo de ámbito nacional podría tener su trabajo relevancia en los medios de comunicación y comunicarse con un público más amplio y diverso.

Los años 60 habían comenzado con la proliferación de tocadiscos monoaurales (el estéreo tardaría en imponerse a nivel doméstico) que servían a la juventud para amenizar los guateques, para conspirar en grupo, para contribuir a la nueva liturgia del Vaticano II cuyo hit-parade venía encabezado por el “Qué alegría cuando me dijeron” y para muchas cosas más. Esos tocadiscos eran portátiles, de maleta, y los que tenían radio y eran fijos, con muebles de espantoso gusto y un ojo iluminado en verde que parecía espiarte, escaseaban en los hogares españoles.

Aquella grabación, recuperada y remasterizada recientemente, contiene temas impensables para la época y pioneros en su difusión. Joaquín Díaz fue el primero que cantó la célebre canción de Bob Dylan Blowin' in the wind en TVE, por ejemplo.

Manuel de la Fuente, crítico del Cultural de ABC, Luis Delgado y el propio Joaquín Díaz complementan con sus comentarios escritos el CD que contiene casi 40 temas y que será editado por el sello Ramalama Music dirigido por José Ramón Pardo.


Nuevo piano para el Museo

La fábrica de pianos Montano, una de las más antiguas y acreditadas de España, fue fundada por Alfonso Vicente Montano en 1838. Dedicada especialmente a fabricar pianos verticales hizo también algunos de media cola con resultados satisfactorios. Los hijos de Alfonso Montano prosiguieron la obra de su padre y construyeron un edificio en la calle San Bernardino número 3, en Madrid, diseñado por Ricardo Montano, arquitecto, que todavía hoy se conserva, donde, además de la fábrica y talleres, montaron una sala de audición cuyos murales pintó Daniel Zuloaga. Entre sus “novedades” estaban un sistema de tornavoz y el teclado abatible. Esta última invención no era exclusiva de la firma Montano, pero la incorporó en algunos de sus pianos, por lo que en la actualidad es muy difícil encontrar instrumentos que tengan ese dispositivo que permitía esconder el teclado y dejar la pieza convertida en un mueble de tipo buró. Este piano fue donado a la Fundación por Emilia González García de la Riva, de Madrid.


Premio Internacional Margit Frenk

Los convocantes del Premio con la profesora Margit Frenk

En el acto de clausura del Congreso “Lyra minima”, que se celebró recientemente en la sede del Cilengua (Centro Internacional de Investigación de la Lengua Española) en San Millán de la Cogolla, teniendo en cuenta la importancia en el panorama actual de los estudios literarios y culturales de la profesora Margit Frenk y con la intención de reconocer toda su trayectoria científica, varias instituciones españolas y extranjeras –sociedad Lyra Minima, Instituto Biblioteca Hispánica del Cilengua, el Centro de Poética de la Universidad Nacional Autónoma de México, el Seminario de Estudios Medievales y Renacentistas de la Universidad de Salamanca, la Fundación Machado, la Fundación Joaquín Díaz, la Editorial El Jardín de la  Voz– convocaron el “Premio Internacional Margit Frenk a la Investigación sobre tradiciones poéticas”, que tiene como objeto premiar cada dos años una monografía inédita que constituya el resultado de una investigación innovadora y de impacto. Las instituciones convocantes publicarán también el estudio premiado.


Simposio sobre Literatura Popular: actas digitales

Están disponibles en nuestra web las actas, en formato digital (PDF), del simposio sobre Literatura Popular organizado en Urueña los días 22 y 23 del mes de junio del año 2010 por la Fundación Joaquín Díaz y la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes.
Pueden ser descargadas, así como las de congresos anteriores, pinchando en el siguiente enlace:

www.funjdiaz.net/pubactas.php








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