Parpalacio

109

julio • agosto • septiembre

2022

Editorial

julio • agosto • septiembre

2022

Parpalacio

109

El cine a la mano

No siempre fue Valladolid una ciudad «de cine». Si se repasa la hemeroteca de algunos periódicos vallisoletanos del siglo XX se podrá comprobar que muy a menudo coincidían los estrenos de películas de moda con los fracasos de taquilla. El cinematógrafo se fue asentando en la ciudad muy poco a poco y casi con la misma o mayor lentitud llegó a los pueblos. Los primeros cineclubs y teleclubs contribuyeron a difundir una cultura de la pantalla al tiempo que creaban una red que se extendió por todo el territorio nacional, fuese apoyándose en estructuras creadas por el propio gobierno fuese gracias a la labor de aficionados y voluntarios a los que, como siempre, la cultura debe culto.

Entre esos aficionados, pocos como el hermano jesuita José Terán tuvieron tan clara la vocación por difundir y popularizar el cine en diferentes salas de la provincia, además de la que tuvo a su cargo: la sala Borja. Su colección de más de 500 carteles, donada a la Fundación, ha podido conjugarse con otra curiosa recopilación realizada a lo largo de muchos años por un pariente del doctor Ramiro Cerdá, compuesta por casi dos mil programas de mano de diferentes películas, de los que se entregaban a la salida de los cines entre los años 20 y 70 del siglo pasado.

Todos esos papeles, más una gran cantidad de fotogramas de los que se exponían en el zaguán de las salas de proyección para atraer la curiosidad y el interés de los posibles espectadores, han compuesto la exposición que la Fundación ha presentado durante dos meses en la Casa Revilla de Valladolid. La muestra ha procurado recordar las temáticas preferidas del público que acudía a contemplar las películas y ha hecho un recorrido por los modelos publicitarios al uso en una época que abarca casi medio siglo hasta que internet y sus derivados se implantan en el planeta.

Inauguración

En el catálogo que ha acompañado virtualmente la exposición, se desvelan algunas de las interpretaciones filosóficas del entretenimiento que marcó las ilusiones de millones de personas durante todos esos años:

«Según Aristóteles, la verdad es la concordancia entre el pensamiento y el hecho real. Pero cuando el ser humano confunde lo real con lo imaginado, la fantasía entra a disturbar esa concordancia. Cuando la imaginación empieza a funcionar después de que desaparezca el objeto real entra en juego la fantasía, de modo que la verdad y la ficción se distinguen con dificultad. Se ha comentado muchas veces que en el mundo del relato, en especial en el del relato con tintes moralizantes, la clave para que funcionase la transmisión de los contenidos era la credibilidad, no la verdad, y de ese modo un hecho creíble, si se comunicaba con verosimilitud, tenía tanta validez como un hecho sucedido en la realidad. El periodismo del siglo XIX, adalid de la verdad, luchó con todas sus fuerzas contra las fake news de la época; contra las noticias falsas que basaban su atractivo en la facilidad de los ciegos copleros para hacer creíbles y aceptables los horrores y truculencias de una imaginación morbosa. Cuando parecía que retrocedía el universo de esa imaginación mendaz y calenturienta llega un nuevo género basado en la reproducción de imágenes recreadas de forma artificiosa sobre una pantalla, en las que lo creíble volvía a tener protagonismo. Para hacer público, para publicitar, ese nuevo género se crean modelos comunicativos en los que el papel y la ilustración –real o figurada– tienen una importancia decisiva. Se crea así en la población una necesidad de participar de alguna manera en aquello que se observa proyectado sobre una pantalla. El hecho de que la palabra «pantalla» tenga una etimología tan discutible (unos la hacen proceder del cruce de las palabras catalanas pámpol y ventall, y otros de las lenguas clásicas con el significado de "una parte del todo") es un nuevo acicate para la imaginación que confunde de ese modo la ficción del contenido con la blanca falsedad del continente. La pantalla de los teatros wayang kulit javaneses solo estaba decorada en la parte que veían los hombres, mientras que las mujeres, al otro lado de la tela, se conformaban con las sombras (que, por supuesto les permitían imaginar muchas más cosas).

Cuando el cinematógrafo se consolidó como invención popular y el público se acostumbró a sentarse en butacas individuales para "ver", el papel vino a prolongar la ilusión de las escenas imaginadas sobre la pantalla, aportando como complemento a los espectadores que asistían a las sesiones pequeños programas de mano, fotogramas de determinados pasajes de las películas que se podían contemplar en el zaguán de entrada al edificio, cantables para memorizar las melodías que se escuchaban en la cinta, revistas para ensalzar a actores y actrices o carteles de gran formato que ayudaban a rememorar lo mejor de cada película y se conservaban finalmente como parte de una biblioteca peculiar y personal. Todo esto se produjo entre los años 20 y los 70 del siglo pasado, creando un "estilo" publicitario muy particular que ya es historia».

Vitrina de la exposición

Visitas

Museo de La Casona
1.325 visitas
Total general: 488.744 visitas

Visitas a la página web
(28 de junio de 2022 > 26 de septiembre de 2022)
151.369 páginas vistas desde 118 países

Gráfico de analítica

Total general desde junio 2006: 16.926.788 visitas

El grueso de visitantes a nuestra página web procede de España (35.900 usuarios), México (5.156 usuarios), EE.UU. (4.043 usuarios) o Argentina (3.090 usuarios). Pero también hay visitas desde países no hispanohablantes como Francia (432 usuarios), Alemania (346 usuarios), China (202 usuarios), Reino Unido (153) e, incluso, 8 usuarios desde Singapur.


Parpalacio

109

julio • agosto • septiembre

2022



Sheila Blanco junto a Joaquín Díaz
Sheila Blanco visitó la Fundación el 23 de julio de 2022
https://sheilablanco.es

Diego Fernández Magdaleno y Joaquín Díaz
Presentación en el centro e-lea del libro de Diego Fernández Magdaleno “El rigor de los signos. Notas para Pedro Aizpurua”
14 de agosto de 2022

Familia Mancuso con Joaquín Díaz
Estuvieron en la Fundación Lorenzo Mancuso, de Fratelli Mancuso, y familia
18 de agosto de 2022
https://www.repubblica.it/spettacoli/musica/2021/11/02/news/fratelli_mancuso_il_nostro_album_spicca_il_volo_grazie_a_franco_battiato_-324654278/

Xavier Ribalta y Joaquín Díaz
Xavier Ribalta estuvo presentándonos un nuevo proyecto en el que colaborará la Fundación
19 de agosto de 2022
https://es.wikipedia.org/wiki/Xavier_Ribalta

Juan José Prat, Joaquín Díaz y Miguel Yagüe
Juan José Prat y Miguel Yagüe, antes de su regreso a China, pasaron por Urueña
23 de agosto de 2022

Homenaje al profesor Luis Cortés Vázquez
El Alcalde de Fermoselle y los participantes en el homenaje al profesor Luis Cortés Vázquez posan con la familia del insigne filólogo después del acto académico celebrado en su memoria
25 de agosto de 2022

Jenny Cárdenas con Joaquín Díaz
Nos visitó Jenny Cárdenas, investigadora e intérprete boliviana, autora, entre otros libros, del titulado “Historia de los boleros de caballería. Música, política y confrontación social en Bolivia”
12 de septiembre de 2022.
https://es.wikipedia.org/wiki/Jenny_Cárdenas

Emilio Rey y Joaquín Díaz
Con Emilio Rey, catedrático emérito de folklore en el Conservatorio de Madrid
15 de septiembre de 2022

Susana Asensio con Joaquín Díaz
Con Susana Asensio, del CSIC, especialista en la obra de Eduardo Martínez Torner
15 de septiembre de 2022

Víctor Pliego, Susana Asensio, Joaquín Díaz, Emilio Rey y Carlos Porro
Víctor Pliego, Susana Asensio, Emilio Rey y Carlos Porro en la Biblioteca de la Fundación
15 de septiembre de 2022


Noticias

julio • agosto • septiembre

2022

Parpalacio

109



Homenajes



Laudatio en la entrega del «Premio a la Trayectoria Artística»

Valladolid. 28 de junio de 2022

En la sede de la Diputación de Valladolid, su Presidente, Conrado Iscar, entregó el «Premio a la Trayectoria Artística» correspondiente a 2021 a Jesús Urrea Fernández. La laudatio del premiado corrió a cargo de Joaquín Díaz.

Entrega del premio

Entrega del premio

Entrega del premio

Fotografías de Nicolás Pérez Gómez

Laudatio de Joaquín Díaz:

La sociedad en que nos movemos y desarrollamos nuestra actividad parece exigir a los individuos que la componen el hecho determinante de ser poseedores de un curriculum. La palabra latina no reclama necesariamente que la relación de méritos que distingue a ese mismo individuo sea abultada, pues el sufijo “culum”, usado en muchas palabras, como pedículo = pie pequeño, tubérculo = bulto pequeño, divertículo = pequeño desvío, está más cercano a lo breve o a lo conciso que a lo prolijo, y menos aún a las historias personales extensas, o engrosadas por la acumulación de adjetivos laudatorios que en vez de representar méritos hacen tediosa la lectura de los mismos. En cualquier caso, la frase “curriculum vitae” se le atribuye a Cicerón, como tantas otras ocurrencias y comentarios que le hicieron pasar a la historia revestido con el manto de excelente orador y de político con pocos pelos en la lengua. Esa circunstancia en concreto -la de decir siempre la verdad sin ambages- obró de manera determinante para que fuese enviado al exilio por el segundo triunvirato formado por Marco Lépido, César Octavio y Marco Antonio, y finalmente ejecutado, mostrándose su cabeza cortada en el foro, precisamente en la tribuna desde la que había atacado tan elocuente como violentamente a Marco Antonio por medio de sus famosas “filípicas”, discursos críticos que hasta hoy son recordados. Si traigo a colación todos estos recuerdos latinos no es por un afán de mostrar una innecesaria erudición, sino porque en el curriculum del profesor Urrea, en su carrera vital, hay una serie de años (que por cierto tuve la suerte de compartir con él), en los que la civilización griega y la romana nos acompañaron de forma cotidiana durante los períodos escolares, mostrándonos al mismo tiempo las bases sobre las que la curiosidad establecería posteriormente un método y la filosofía un sistema de aprendizaje. Todo lo que aprendimos en el Colegio de Lourdes, y que debemos a la instrucción lasaliana, nos ha servido después para elaborar un criterio y erigir una perspectiva que, aún hoy, nos hace coincidir en la forma de tratar un problema o de llevar a cabo una investigación.

Ciertamente hemos considerado la vida como una carrera, pero el cursus honorum nos ha interesado más por un necesario afán de superación que por la obtención del éxito, tan valorado actualmente en determinados ámbitos. La palabra éxito, y vuelvo a recurrir a la etimología latina, significa “salida” y como tal la hemos tomado en nuestras respectivas profesiones, utilizando ese exitus -ese ejido- para plantar los laureles que nos pudieran llegar y convertir un erial en un terreno fructífero.

Entre todas las cualidades que adornan al profesor Urrea y justificarían sobradamente el premio que hoy se le otorga, hay una que destacaré por encima de las demás: su capacidad para relacionar conocimientos y ordenar saberes de forma inteligible y sinóptica, facultad que no solo le ha acompañado siempre en sus investigaciones sino que ha facilitado la comprensión de sus estudios a los numerosos discípulos que han bebido en ellos o los han usado como fuente de discernimiento durante su casi medio siglo de labor docente. En otro orden de cosas, Valladolid debe un reconocimiento a su actividad gestora, pues a sus desvelos mientras fue Director del Museo de Escultura se deben la reforma y nuevo uso del edificio palaciego del Marqués de Villena o la adquisición de la Casa del Sol, con la consiguiente ampliación de espacio expositivo del museo más importante de la ciudad y la modernización de los almacenes que albergan su asombrosa colección. La búsqueda y adquisición de nuevas piezas fue asimismo determinante en su actuación como Director de un histórico museo que representa y da sentido a una de las épocas más florecientes del arte en Valladolid.

El museo de la Universidad en el edificio Rector Tejerina o la adecuación y reforma de las colecciones de Ciencias Naturales en la antigua sede de la Escuela Normal le deben asimismo su moderna concepción y la búsqueda inteligente de soluciones para antiguas y valiosas piezas poco valoradas.

Durante su actividad como Director de la Casa de Cervantes por encargo de la Dirección General de Bellas Artes del Ministerio de Cultura, puso en marcha una renovación total de la Casa y de los jardines de acceso a la misma, en la calle de Miguel Iscar. Tal vez el reconocimiento que hoy se le entrega, por tanto, sirva para distinguir y acreditar definitivamente un trabajo incesante y entusiasta en defensa del patrimonio artístico y monumental de la provincia de Valladolid, su solar de nacimiento y residencia.

Otra actividad de la que he sido testigo y ocasional cooperante es la que se refiere a la Real Academia de Bellas Artes de la Purísima Concepción, de la que fue muchos años Presidente, Secretario y siempre miembro activo y respetado. Sabemos las horas que ha dedicado a ordenar sus archivos, a mejorar y catalogar sus colecciones de grabado, pintura y escultura y a hacer de una de las más antiguas corporaciones de la ciudad un foro permanente de actividad artística y un fiable organismo en las labores de consulta, asesorando a instituciones y entidades, siempre para el fomento de las Artes y su consideración y valoración patrimoniales.

Resultado de sus pesquisas archivísticas y de su investigación cerca de las obras de arte es la infinidad de publicaciones que acreditan su cabal formación y su visión holística de la historia, haciendo inseparables la vida de los artistas que crearon hermosas producciones, de su actividad y avatares humanos, imprescindibles para el conocimiento completo de su obra. También algunos de los monumentos más significativos de Valladolid, como el Convento de San Pablo o la misma Catedral han sido objeto últimamente de su mirada escudriñadora que observa más allá de la visión superficial o externa de los edificios para penetrar en los cimientos de su origen, vicisitudes de su construcción o circunstancias que la motivaron.

Dos publicaciones que se editan bajo su cuidado, el Boletín de la Real Academia y las comunicaciones del curso titulado “Conocer Valladolid”, que ya ha alcanzado trece ediciones, hablan acerca de su rigor y gusto por el trabajo bien hecho. Finalmente, pondré especial énfasis en la curiosidad que siempre preside cualquier conversación sostenida con el profesor Urrea acerca de los aspectos más variados que tengan que ver con el pasado histórico o monumental de esta provincia. Cualquier documento, fotografía, grabado, plano, anuncio publicitario o publicación en prensa periódica dan motivo para una opinión ponderada y juiciosa que aporta información valiosa a un simple dato. Ni una sola de las ocasiones en que le he consultado cualquier cuestión relacionada con algún aspecto histórico o artístico de la ciudad o la provincia he dejado de tener una respuesta a mi consulta. Esa respuesta suele venir además enriquecida con aportaciones complementarias que avaloran el contexto y le dan pleno sentido. Por todas estas razones, y otras que harían excesivamente prolija mi intervención, felicito al jurado que ha otorgado a Don Jesús Urrea Fernández el premio a la trayectoria artística creado por la Diputación de Valladolid, en el que se reconoce de forma expresa “la dilatada e intensa dedicación al estudio científico, la docencia universitaria y la difusión de la Historia de las Bellas Artes, así como una amplia labor en la gestión del patrimonio artístico que ha sido decisiva para el conocimiento y conservación del patrimonio cultural de la provincia de Valladolid”.

No quisiera finalizar sin reconocer que trayectorias como la del premiado significan un ejemplo; ejemplo curricular y vital al que se premia desde una Institución cuya antigüedad y experiencia son el mejor bagaje para la correcta administración y gestión del patrimonio de una sociedad que está en constante evolución y cambio.

El sentido común, tan escaso en los tiempos que nos ha tocado vivir, debería regir no sólo la forma de abordar los nuevos urbanismos o las intervenciones sobre el patrimonio monumental, sino la prudencia para no aterrar lo construido cuando no hay necesidad. Por eso es tan crucial el respeto a la normativa -necesaria para abordar con sensatez el futuro-, pero también el uso prudente de su aplicación para que todo lo que esa misma normativa representa –la sabiduría antigua, la experiencia secular, el respeto por el entorno y por la identidad, la valoración de lo propio o heredado; el bien común, en suma- no se sacrifique injusta y estérilmente en aras de un progreso mal entendido. La defensa y protección por parte de las Instituciones de los comportamientos ejemplares, constituye uno de los mejores medios para que la influencia del individuo sobre el lugar en el que habita, sobre el paisaje y sobre el entorno incida definitivamente de manera positiva. La incertidumbre que aqueja a todo lo antiguo sólo puede atenuarse con firmeza y convicción para que se construyan con arte las paredes del futuro. Y la convicción que hoy nos reúne aquí es que ni la historia ni la sabiduría se improvisan.



Nuevo miembro del Consejo Asesor de la Fundación

Urueña. 24 de agosto de 2022

Ismael Fernández de la Cuesta

Ismael Fernández de la Cuesta es uno de los musicólogos españoles más prestigiosos en el panorama internacional, reclamado por universidades, conservatorios, instituciones y sobre todo por alumnos, que reconocen en él a un guía indiscutible con una autoridad avalada por su erudición y su experiencia.

La crítica le ha reconocido siempre como uno de los mejores especialistas en canto gregoriano y en música medieval, teniendo entre los aspectos más interesantes de su currículo, el haber dirigido durante once años el Coro de Monjes Benedictinos del Monasterio de Santo Domingo de Silos, con el que grabó algunos discos que estuvieron entre los superventas de los Estados Unidos superando en cifras a los mejores cantantes del universo musical americano.

Ismael es, además, Catedrático emérito del Real Conservatorio Superior de Música de Madrid, donde enseñó canto gregoriano y musicología medieval, y miembro de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, institución de la que fue Vicedirector y en la que ingresó con un bellísimo discurso titulado Cantaré con el corazón.

Todos estos títulos, sus numerosos libros publicados y otros muchos méritos (como el de haber presidido durante once años la Sociedad Española de Musicología o haber sido miembro fundador del Centro para la Interpretación de Música Medieval en Francia) no le apartan de su condición sencilla y humana. La Fundación Joaquín Díaz le agradece que haya aceptado ser miembro del Consejo Asesor de esta institución sustituyendo a Israel J. Katz, fallecido a fines del año 2021.


Foto de grupo
Ismael Fernández de la Cuesta y su esposa visitando hace años la Fundación en compañía de Don Randel y esposa


Homenaje al profesor Luis Cortés Vázquez

Fermoselle (Zamora). 25 de agosto de 2022

Foto de grupo
El Alcalde de Fermoselle y los participantes en el homenaje al profesor Luis Cortés Vázquez posan con la familia del insigne filólogo después del acto académico celebrado en su memoria

Joaquín Díaz escribió sobre Cortés Vázquez el siguiente texto:

La figura y la obra de Luis Cortés son una referencia obligada para los estudiosos de la cultura popular entre los cuales me encuentro, pero también porque la trayectoria de sus esfuerzos y sus descubrimientos personales relacionados con el trabajo etnográfico me resulta tan familiar que casi me reconozco en todos ellos, añadiendo a la admiración por el contenido una simpatía especial, por no decir una complicidad. Cierto que Luis Cortés llegó a lo tradicional por la vía de la filología, disciplina en la que nunca he sido un especialista pese a interesarme sobremanera, pero al hablar de complicidad me refiero sobre todo al momento crucial del descubrimiento de lo popular y sus protagonistas. Muchos estudiosos han descrito con admiración y sorpresa el instante en que percibieron, por encima de las personas a las que estaban entrevistando o de las expresiones que estaban recogiendo, la elegancia de la sabiduría tradicional; ese aroma antiguo, ese exquisito trazo que nimba las formas y el contenido de aquello que se han encargado de trabajar y pulir tantas generaciones.

Cartel

Ese instante al que me refiero suele llegar en forma de rayo que descabalga y convierte a la persona, como dice el Nuevo Testamento que le sucedió a San Pablo camino de Damasco. Uno va distraído, absorto incluso en los propios pensamientos y una sensación desconocida se cruza como una exhalación obligándonos a reflexionar o, lo que es lo mismo, a doblar, retorcer o hacer añicos nuestra rígida concepción de las cosas. Menéndez Pidal descubre ese paraninfo en forma de lavandera cantora de romances y otros lo perciben como una curiosidad irrefrenable que les conduce casi obsesivamente a una tierra prometida o a un oasis maravilloso.

Cortés Vázquez encuentra ese oasis en una refrescante y novedosa poiesis, inédita e inusual en los libros de texto. Ese arte de expresar lo más hondo de la vida humana por medio del lenguaje lo descubre Luis Cortés precisamente en personajes que ni siquiera conocen los signos de ese lenguaje. Las anotaciones de campo, en las que, junto al nombre del informante aparece la palabra “analfabeto”, manifiestan a las claras la admiración del recopilador hacia un individuo capaz de transmitir formas elevadísimas de expresión pero incapaz al mismo tiempo de trazar una vocal o una consonante. En ese descubrimiento de un mundo poético o artístico escrito o dibujado en el aire está, a mi juicio, el asombro y la fascinación de Cortés hacia el repertorio oral de tipo tradicional; ese “indefinible encanto que halaga y suspende el ánimo”-según describió alguien la poesía, y en particular la popular- le relaciona con su genoma cultural al tiempo que le abre la puerta de un palacio fantástico jamás descrito en los tratados teóricos ni explicado en los medios académicos. La transformación que se va obrando poco a poco en el investigador se va vislumbrando diacrónicamente en su obra. A Sanabria, por ejemplo, le llevan –siguiendo los pasos de Fritz Krüger- cuestiones de toponimia menor que luego tendrán una aplicación científica, pero su entusiasmo por el lugar y sobre todo por sus habitantes supera con mucho la satisfacción proporcionada por el material recogido. Cortés comienza a demostrar su admiración por los especialistas en la tradición escribiendo sus nombres: El tío Caetano, el tío Lila, la tía María, la hija de Teresa “la loca”... Cuando recorre la ribera salmantina del Duero, le sucede lo mismo; habla de “mi magnífica informanta Magdalena Frutos” o refiriéndose a las palabras de otra, la tía Encarnación Patricia, subraya: “Hasta aquí las palabras de mi informanta, a las que no creo tener nada que añadir”. Admiración abierta y sincera hacia unos personajes en los que reconoce a los sacerdotes y sacerdotisas de la vida y de un tipo especial de conocimiento. Luis Cortés valora muy altamente esa sabiduría no escrita, y no sólo porque le ayuda a estudiar mejor las palabras y las cosas sujetándolas a un método o a una normativa, sino porque averigua muy pronto quién es el verdadero responsable del objeto de su trabajo y descubre al conocerle las claves o las pautas de su actuación. Tal actuación, además, está más cerca del Cortés humanista que del científico; claro que no siempre es factible, en una obra tan extensa y variada como la suya, encontrar el humanismo como sedimento de toda la sabiduría, pero me quedo, ya que puedo elegir, con fragmentos como el que voy a leer, extraído de su obra Mi libro de Zamora, en el que el rigor se rinde al sentimiento : “¿Cómo no han de temblar también mis manos y mis ojos, cuando contemplo el libro (se refiere al libro de horas de Doña Urraca) y sus miniaturas, con la más respetuosa y emocionada devoción, cada vez que lo tomo en ellas y paso mi vista por tales renglones, en la Biblioteca de mi Universidad salmantina que hoy lo guarda, pensando en que por él pasaron igualmente los dedos y mirada de la infanta reina de Zamora, y es sin duda su última reliquia tangible sobre la tierra?”

Es ese humanismo, más cercano a Sócrates que a Protágoras, el que le inclina a considerar la naturaleza humana como punto de partida de las ideas universales y como base esencial para legitimar la ciencia. Esta acotación, quede bien claro, no cuestiona la dedicación académica de Luis Cortés sino que la enriquece al subrayar también su inclinación artística y desvelar la importancia que pudo tener en su vocabulario personal el acto creativo –acto de escasa índole científica- como motor del ser humano y de sus más altos sueños.

La contribución de Luis Cortés Vázquez en lo que concierne a la tradición oral se centra en cuatro apartados precisos: el refranero, el romancero, los cuentos y las leyendas. Para quien desee tener referencia de la bibliografía que abarcan esos temas le recomiendo la voluminosa edición titulada Obra dispersa de Etnografía, que editó el Centro de Cultura tradicional de Salamanca bajo la supervisión de Paulette Gabaudan y que recoge en la introducción todos los libros y artículos escritos por Cortés. Interesa señalar que los cuatro géneros –refranes, cuentos, leyendas y romances- muestran una estructura interna fija –siempre dispuesta a ser objeto de análisis- y un texto con mayor o menor posibilidad de variación. En la medida en que ese texto sea más o menos corto habrá más o menos posibilidades de intervención de la creatividad humana; un proverbio breve y preciso ofrece un campo limitado a la variación, en tanto que un romance extenso o un cuento fantástico permiten aquella intervención en forma de fragmentarismo, alteración, sustitución de fórmulas, etc. Yo creo que estos géneros le cautivaron a Luis Cortés precisamente por todo eso: sobre un sustrato lingüístico, exacto en sus fórmulas, se elevaba un edificio imaginativo, cambiante, susceptible de ser construido una y otra vez utilizando los mismos materiales. Y los artífices de esa construcción, los alarifes ante cuyo trabajo había que descubrirse porque ofrecía una y otra vez un perfecto armazón, se mostraban al investigador además con nombres y apellidos; seres humanos en quienes el analfabetismo –lejos de ser una rémora vergonzante- era tan sólo un viaje superfluo, un periplo no realizado. Esas personas subyugaron a Cortés, como luego nos han seducido a tantos otros, por su naturalidad, claro está, pero también por su facilidad para crear cestos originales con los mimbres que todos tenemos al alcance de la mano.

Probablemente el investigador quiso sacar a todos esos personajes del anonimato y presentarlos ante sus lectores o estudiantes, convencido de que en ellos residía el secreto de la tradición. La autoridad intelectual de Luis Cortés le capacitaba para dar un toque de aviso a la sociedad acerca del papel que aquellos narradores cumplían y habían cumplido en la transmisión de los conocimientos –mitología, rituales, leyendas- que daban personalidad o identidad a las gentes de estas tierras. Por eso es más dramático y oportuno su llamamiento a la cordura que cierra la obra citada anteriormente en la que confiesa su amor y su debilidad por Zamora: “Si mi ciudad y su provincia han caído en la mediocridad igualatoria y fútil de la cultura del televisor y del tebeo, si mi ciudad románica y caballeresca –pero también bragada y contestataria del popular motín de la trucha- se duerme entontecida y abúlica con el runrún de los motores, ahogando la voz de las campanas y el rumor de las azudas, entonces Zamora ha dejado de ser noble y señora, hidalga pobre pero rica de espíritu...Yo quiero creer que hay en Zamora mocitos que se emocionan con el pasado zamorano, como a mí me aconteciera en tiempos ya lejanos, quiero creer que los hay que sueñan con porvenires venturosos y toda fe no se ha perdido... Porque el día que nadie recuerde el cerco de Zamora y sus romances, el día que nadie sepa la historia de su bandera y de su escudo, cuando les sea indiferente el seguir perdiendo piedras evocadoras o evocadores tintineos conventuales de címbalos al rezar las horas canónicas; cuando ignoren que Alfonso IX y San Fernando, monarcas zamoranos, reconquistaron medio mapa de España; cuando se derrumbe la abandonada iglesia de San Antolín y la patrona de Zamora no vaya en romería a La Iniesta so pretexto de que es superstición preconciliar, entonces mi Zamora sólo tendrá la tierra esquilmada y pobre de su occidente subdesarrollado...”

Quiero creer yo también que muchos zamoranos se alegran de no poder dar la razón –siquiera por una vez- al profesor Luis Cortés y que sus palabras, dichas y escritas para siempre, son como la voz de esa campana –dulce y recia al mismo tiempo- que nos recuerda permanentemente nuestras obligaciones con ese patrimonio, de cada uno y de todos, que nos identifica y nos enriquece.





Simposios



Simposio «E pur si muove (anche la musica)»

Urueña 7, 8 y 9 JUL 2022. Heredad de Urueña

IV Simposio Academia de Música Antigua

Organiza: Fundación Joaquín Díaz

Sede del simposio y colabora:
Bodega Heredad de Urueña


Foto de grupo

Ponencias y Conciertos

Día 7 de julio

19:00 horas • Carlos Núñez:

El viaje de la música celta a través de los siglos y del Atlántico

Carlos Núñez

Día 8 de julio

11:00 horas • Faustino Núñez:

América en la música española

Faustino Núñez

12:30 horas • Gustavo Illades:

El pregonero difusor en la Edad Media

Gustavo Illades

17:00 horas • Joaquín Díaz:

El viaje de la voz (y de las ideas) en tiempo de guerra

Joaquín Díaz
Asistentes


Día 9 de julio

11:00 horas • (ponencia y concierto) Pedro Bonet:

Tesoros musicales de las rutas del oro, la seda y las especias

Descarga de programa de la ponencia >

Pedro Bonet

22:30 horas • Martirio con Raúl Rodríguez:

Travesía

Martirio
Martirio y Raúl Rodríguez



Galileo Galilei

La frase «E pur si muove» se le atribuye a Galileo Galilei -aunque esté más que demostrado que no la dijo-, después de haber abjurado del contenido de algunas de sus teorías, expresadas en su tratado Dialogo sopra i due massimi sistemi del mondo Tolemaico, e Copernicano. Obligado, condenado y sentenciado en Santa Maria sopra Minerva, la actitud de Galileo venía a resumirse en castellano con una frase de un cuentecillo popular: «Tijeretas han de ser» (*). O sea, ustedes dirán lo que quieran, pero yo tengo razón.

Que el oficio de músico va ligado a viajes y desplazamientos se sabe desde siempre. Y que los instrumentos y algunas composiciones musicales han dado la vuelta al mundo podrá demostrarse sobradamente escuchando algunas de las ponencias que se han preparado para este simposio. De ahí la frase que da título a la reunión a la que hemos añadido que «también la música» participa obstinadamente de la misma verdad: desde la teoría pitagórica de las esferas hasta los trabajos sobre el heliocentrismo de Copérnico, Kepler o Galilei, la música y los músicos se han movido con mucha más dificultad que los propios planetas, pero se han movido.

(*) Cierto marido, harto de porfiar con su mujer, empeñada en que los zarcillos de la vid se habían de llamar tijeretas y no otra cosa, la tiró al río. Ella siguió gritando “¡tijeretas!” y, ya completamente envuelta por las aguas, aún sacaba dos dedos de una mano y los juntaba y separaba como símbolo de las tijeretas.



Heredad de Urueña



Exposiciones



El cine a la mano

31 de agosto al 9 de octubre de 2022

Sala Revilla de la Fundación Municipal de Cultura. Valladolid

Vitrina de la exposición

Prensa:

Noticia en «El Cronista Cultural»: El impacto popular de las técnicas publicitarias en el cine >
Noticia



Noticia en El Día de Valladolid: Un paseo por 50 años de cine a través de su publicidad >
Noticia



Noticia en Europapress/Castilla y León: Casa Revilla de Valladolid acoge 'El cine a la mano', un recorrido de 50 años de cine a través de su publicidad >
Noticia



Noticia en La Vanguardia CyL: Casa Revilla de Valladolid acoge 'El cine a la mano', un recorrido de 50 años de cine a través de su publicidad >
Noticia



Noticia en Ayuntamiento de Valladolid: La exposición «El cine a la mano. 50 años de publicidad de cine (1920-1970)», comisariada por Joaquín Díaz, recupera la textura y el color impresos de las antiguas tardes de cine >
Noticia



Noticia en El Norte de Castilla: El paso del cine en Valladolid, en una exposición >
Noticia


Fotos:

Inauguración

Inauguración

Inauguración

Inauguración

Cartel de la exposición

50 años de publicidad de cine (1920-1970)

Según Aristóteles, la verdad es la concordancia entre el pensamiento y el hecho real.

Pero cuando el ser humano confunde lo real con lo imaginado, la fantasía entra a disturbar esa concordancia. Cuando la imaginación empieza a funcionar después de que desaparezca el objeto real entra en juego la fantasía, de modo que la verdad y la ficción se distinguen con dificultad. He comentado muchas veces que en el mundo del relato, en especial en el del relato con tintes moralizantes, la clave para que funcionase la transmisión de los contenidos era la credibilidad, no la verdad, y de ese modo un hecho creíble, si se comunicaba con verosimilitud, tenía tanta validez como un hecho sucedido en la realidad. El periodismo del siglo XIX, adalid de la verdad, luchó con todas sus fuerzas contra las fake news de la época; contra las noticias falsas que basaban su atractivo en la facilidad de los ciegos copleros para hacer creíbles y aceptables los horrores y truculencias de una imaginación morbosa. Cuando parecía que retrocedía el universo de esa imaginación mendaz y calenturienta llega un nuevo género basado en la reproducción de imágenes recreadas de forma artificiosa sobre una pantalla, en las que lo creíble volvía a tener protagonismo.

Para hacer público, para publicitar ese nuevo género se crean modelos comunicativos ena los que el papel y la ilustración -real o figurada- tienen una importancia decisiva. Se crea así en la población una necesidad de participar de alguna manera en aquello que se observa proyectado sobre una pantalla.

El hecho de que la palabra «pantalla» tenga una etimología tan discutible (unos la hacen proceder del cruce de las palabras catalanas pámpol y ventall, y otros de las lenguas clásicas con el significado de «una parte del todo») es un nuevo acicate para la imaginación que confunde de ese modo la ficción del contenido con la blanca falsedad del continente.

En cualquier caso, no sería obvio añadir que los «ventalls» (pliegos-abanicos catalanes) ofrecieron el color y la fantasía en sus pequeñas pantallas mucho antes de que se inventara el tecnicolor en 1916.

Venta de pliegos

Embaucando

Vitrina de la exposición

La vida en imágenes

Literatura y cine etnográfico

2 de septiembre al 28 de octubre de 2022
Museo Histórico de las Merindades. Medina de Pomar

Se inaugura el 2 de septiembre la exposición «La vida en imágenes» en el Museo Histórico de las Merindades de Medina de Pomar.

Esta exposición fue preparada por la Fundación en el año 2013 y fue presentada en el Espacio DiLab de Urueña.
Pueden verse los carteles expuestos en este enlace >.

Logos de Medina de Pomar


Cartel de la exposición






Adquisiciones y donaciones



Dulzaina de Morella (Castellón)

Casimiro Ripollés (1919-2015) fue un antiguo dulzainero natural de la localidad de Morella (Castellón). Tras su jubilación como albañil comenzó a construir dulzainas (dolçainas) conjuntamente con el gaitero Miquel Ferrer hasta el año 2006. Actualmente muchos de sus instrumentos se hallan repartidos por toda la Península y conservados también en gran medida en la familia y en el museo local de la fiesta del Sexenni, contándose más de un millar de instrumentos.

Dulzaina de Morella

Dulzaina de Morella

Algunos de ellos están bellamente decorados, como es el caso de este ejemplar donado a la Fundación en 2022 por Antonio García Castañeda. Las técnicas de diseño y trabajo de decoración están relacionadas con las tallas pastoriles, oficio que en su juventud también desarrolló el señor Casimiro.


Tablillas y tejoletas de China (Kuai-ban)

Tablillas de bambú de reciente fabricación 2010-2020 empleadas para ser repiqueteadas entre sí, al modo de nuestros crótalos o tejoletas. Suelen tocarse una en cada mano efectuando contratiempos y acompañando el canto. Fueron donadas por Miguel Yagüe.

Kuai-ban

Dulzaina castellana

Esta dulzaina sin llaves fue fabricada en la década que va desde finales de los años 80 a principios 1990 y conserva las iniciales AA del artesano constructor siendo posiblemente una de las fabricadas por Arsenio Argüeso de Saldaña de Ayllón (Segovia). El señor Arsenio era carretero y conocía el trabajo del torno y la madera e fabricó incluso alguna pequeña serie de dulzainas de llaves. Fue adquirida en Carrascal del Río (Segovia) en 2022.

Dulzaina castellana

Dulzaina castellana






Sumario de Parpalacios: