Todavía son práctica habitual en muchos pueblos, a pesar de la pérdida de tantas tradiciones, los juegos del tipo “calva” o “tarusa”, entretenimientos antiguos que siguen teniendo numerosos partidarios, así como otras muchas competiciones de tino o puntería. En lo que respecta a la actividad preparatoria o de adiestramiento, desde siempre los juegos tradicionales –y ahora los deportes- han tenido como una de sus principales cualidades la del tino. Y es importante señalar que atinar no es –ni lo ha sido nunca- lo mismo que acertar. Ya desde el siglo XVI la primera palabra designa la acción o efecto de apuntar o tratar de acercarse a un blanco, mientras que la segunda es inequívocamente dar en él. En ese proceso que lleva de uno a otro concepto y que requiere esfuerzo, repetición y espíritu de superación está la clave de toda actividad deportiva. Por eso la mayoría de los deportes autóctonos (calva, tanga, rana, bolos, etc.) basan su funcionamiento en la mayor o menor cercanía que se consigue arrojando un objeto hacia otro fijo que se sitúa a una distancia determinada. En la destreza y puntería, tanto como en la regularidad en el tino, están el éxito o el triunfo.
El desarrollo del ingenio es otra de las características que podrían hacer de los juegos, particularmente de los autóctonos, una fuente de interés en el siglo XXI. De nuevo la palabra ingenio nos permite adentrarnos en el sentido profundo de los conceptos. Ingenio viene de “genius” dios que en la antigüedad clásica velaba por cada persona y se identificaba con su suerte. Creían los antiguos con razón que cada individuo tiene una personalidad doble, una de cuyas facetas le permite crear y otra repetir. Esta precisamente es una de las características más valiosas de la tradición: los conocimientos que se entregan de una generación a la siguiente son susceptibles de alteración y modificación. Mientras un tanto por ciento muy elevado de esos conocimientos se mantiene, preservando la esencia y el estilo de esos materiales, otro tanto por ciento permite que, de tiempo en tiempo, cuando es necesario, las formas se renueven. Es lógico pensar que si se hubiera procedido de otro modo jamás nos hubiera llegado ningún tipo de conocimientos del pasado. Es condición indispensable, pues, que exista la creación dentro de la tradición aunque esa posibilidad exige un gran control sobre el repertorio; la persona que introduzca elementos nuevos debe ser un experto en los antiguos, lo cual, no sólo le permitirá elegir lo mejor y más adaptable de la tradición, sino construir sus nuevas ofertas sobre bases tan esenciales como el conocimiento del proceso de entrega y el estilo. Es imprescindible que quien se vaya a encargar, por ejemplo, de seleccionar y adaptar las normas o reglas de un juego tradicional a una normativa común deba conocer el mayor número de versiones de ese juego, así como las circunstancias y contexto en que se desarrolla y ha desarrollado.
El entretenimiento ha pasado de tener un significado menor, de ser una distracción leve que nos sacara momentáneamente del ámbito de nuestro trabajo, a ser una parte fundamental de nuestras vidas al ocuparse de regir y gobernar nuestro tiempo de ocio. La valoración de ese tiempo, las posibilidades de aprovechamiento a favor de una realización más completa de nuestras facultades físicas y psíquicas, depende en gran medida del acierto en la elección de aquellos entretenimientos que no sólo nos permitan alejarnos de la monotonía o del cansancio de la ocupación diaria, sino que además representen una prolongación de nuestra personalidad y de nuestro interés por controlar el azar.
Juegos de azar y campeonatos con apuestas demuestran todavía hoy la afición de los labradores y ganaderos a los lances de fortuna que lo mismo les llevan a participar en las tradicionales “chapas” que a apostar por un galgo de los muchos que se crían y aprecian en el campo o por un buen jugador de trinquete. Acerca de las chapas, la tradición exige que se jueguen en Semana Santa porque también los soldados romanos que rodeaban la cruz en que murió Cristo se jugaron a caput aut navis sus vestiduras. La hipocresía de un Estado-poder recaudador ha salvado de esa manera el obstáculo de afrontar una responsabilidad moral con una pirueta legendaria. En épocas de prohibiciones generalizadas, el juego de pares y nones –el tradicional Castilla o León del anverso y reverso de las monedas antiguas- quedaba restringido a un par de días en el año y bendecido por la costumbre. El afán actual por “normalizar” lo distinto, de triturar y hacer puré cualquier alimento que pudiese atragantársenos, lleva una vez más a la Administración a sustituir el hábito por la norma escrita, para controlar cualquier posible beneficio y fiscalizarlo. El fondo de la cuestión, no nos engañemos, es el virus social que subyace en casi todas las actividades que hoy pueda emprender el ser humano: el poder omnímodo del dinero.
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Los juegos de casillas parecidos al de la Oca pertenecen a ese tipo de diversiones que son una metáfora de la vida en sociedad y de la comunicación a través de relatos: tienen un principio y un fin, están presentes los animales y la naturaleza, son frecuentes los obstáculos (peligro de no poder movernos, suerte o desgracia) y sobre todo representan el viaje laberíntico de la existencia con sus variantes imprevisibles.
La antigüedad de juegos similares está muy documentada y, hasta que aparecen algunos tableros en Italia en el siglo XVI que difunden el nombre actual de la Oca, muchos escritos parecen asimilar los juegos de este tipo al Camino de Santiago, a los Templarios y a otras fuentes esotéricas como el Tarot, pero también a divertimentos como la lotería (recordemos el auca del sol y de la luna) o los tableros franceses e italianos del mochuelo. “Auca” es palabra que designa en catalán a la oca y a la lechuza u “oliba” (así llamada porque decían que robaba el aceite de las lámparas de las iglesias), pero también a los pliegos de aleluyas, comienzo de las loterías y juegos de la oca en España y América.
Basado aparentemente en la suerte de dos dados, el juego pretendía ser un remedo del propio camino de la vida y sus obstáculos, representados por 63 casillas cuyo número no era arbitrario. Las teorías Hipocráticas, que tuvieron muchos seguidores, dividían la existencia del ser humano en el mundo en nueve períodos de siete años cada uno. En esos períodos se iban produciendo determinados hechos (dentición, pubertad, madurez, crisis) que en el juego quedaban representados por diversas figuras (generalmente las mismas en todos los países donde el juego se difundió) que retrasaban, entorpecían o favorecían el recorrido. La llegada al número final suponía un éxito y una combinación de habilidad y suerte.
Hasta llegar al modelo actual, sin embargo, el juego tomó elementos de diferentes fórmulas que le aportaron caracteres diversos.
Basado en la idea de la vida como juego y como recorrido, el artista mexicano Pedro Reyes (http://www.pedroreyes.net) ha preparado una exposición en el Centro de Arte de Burgos CAB. Reyes ha convertido la sala del museo en un espacio de juego. Una estructura en espiral a manera de un gran tablero recuerda al Juego de la Oca, con 63 casillas o viñetas para las que Joaquín Díaz ha grabado 63 canciones que se pueden escuchar en un doble vinilo editado por el CAB adquirible en el Museo al precio de 15 euros.
La exposición «Jugando al teatro» reúne ejemplos de una tradición, muy frecuente en los siglos XIX y XX, de fomentar entre los más pequeños la afición al hecho teatral y sus circunstancias. Los niños podían, gracias a las estampas recortables y al uso de técnicas muy antiguas, crear sus propios teatrillos y "actuar" en ellos sobre fondos y decorados cuyos bastidores permitían entrar y salir a personajes de comedia o a actores de moda cuyas imágenes también se difundían para recortar. Los establecimientos litográficos competían para imprimir estampas que permitieran a los niños imaginar o copiar representaciones. En España Paluzie, Bosch y Hernando; en Francia Pellerin, de Epinal, o en Alemania las imprentas de Neuruppin editaron cientos de imágenes que ahora se muestran cuidadosamente seleccionadas en esta exposición. Organiza la Fundación con las colecciones de Martínez-Leis.
José Ramón Pardo, uno de los comunicadores más importantes de los últimos 50 años en España, recibió un homenaje de sus compañeros y amigos con motivo de cumplirse medio siglo de su actividad en el campo de la música. Después de una breve trayectoria vinculada a la información política y cultural, su pasión por la música le llevó a dedicarse a la creación y dirección de programas de radio. Ha trabajado en diversas emisoras y dirigido tres proyectos radiofónicos: Radio 80 Serie Oro, Radiolé y M80. En el homenaje estuvieron artistas, locutores, compañeros de profesión y amigos. El Director de la Fundación pronunció el breve comentario que se adjunta a continuación:
Durante la Edad Media, los estudiantes de los colegios mayores y los de los llamados Estudios -que fueron el precedente de nuestras actuales Universidades-, llevaban sobre los hombros una pieza de tela llamada beca que les distinguía de la gente no letrada. Con el tiempo, y para diferenciar a unos estudiantes de otros, esas becas fueron recibiendo unos colores, que correspondían a las distintas facultades: amarillo medicina, rojo derecho, azul celeste filosofía... Curiosamente, nunca hubo un color que se aplicara a quienes se especializaban en música.
Pues bien, aprovechando que unos estudios recientes han demostrado que nuestros cerebros pueden establecer conexiones entre la música y el color, en función del estado de ánimo que nos produzcan las melodías que escuchamos, yo propondría que a José Ramón Pardo se le impusiera hoy -precisamente el día en que la UNED le rinde merecido homenaje- una beca de color ala de mosca, puesto que con la música ligera ha ayudado tantas veces a que nuestra imaginación volara, y sobre todo porque, según el diccionario, el color ala de mosca -y cito textualmente- "es un negro que tira a Pardo".
Desde la creación de los primeros estudios medievales con sus célebres Trivium y Quatrivium que compendiaban los conocimientos de la época, hubo estudiantes que, además de doctorarse en sus correspondientes grados, salían con la calificación de Artium Magister. Entre esas artes estaban las de cantar, bailar, cortejar y divertirse.
Desde la amistad y la admiración incondicionales, yo propondría también que el doctorado de José Ramón Pardo que ya le ha entregado el público por aclamación, se viera reforzado esta noche con la disciplina de la comunicación, arte en la que es consumado maestro, y con la que nos ha ayudado a pensar, a recordar y, sobre todo, a disfrutar con la música. Gracias Doctor Pardo. Vítor por estos 50 años de docencia magistral. Es usted un genio y, sobre todo, una gran persona".
31 de enero de 2015
La Junta directiva de la asociación Instrumenta se reunió en la Fundación para preparar los actos que tendrán lugar los días 11 y 12 de abril en Urueña. Asistieron Romá Escalas, Cristina Bordas, Elena Vázquez, Cristina Hazen, Víctor Pliego, Eva Jiménez, Mariló Navarro y Joaquín Díaz y Carlos Porro como anfitriones.
Las actividades, organizadas por Instrumenta y con la colaboración de la Fundación, el Museo de la Música de Luis Delgado, la Villa del Libro y la sala de arte Di-Lab, consistirán en tres mesas redondas, visitas a los museos y espacios del pueblo, talleres y feria de constructores de instrumentos populares.
IV JORNADAS INSTRUMENTA
Instrumentos musicales populares: investigación, construcción, interpretación y colecciones
Colaboran:
Centro E-Lea Miguel Delibes
Museo de la Música Colección Luis Delgado
Fundación Joaquín Díaz
Estos son los formularios a rellenar para inscribirse a estas jornadas asi como a los talleres.
Enviarlos a info@instrumenta.info
Boletín inscripción a las IV jornadas > PDF
Boletín inscripción a los talleres > PDF
Más información: http://www.instrumenta.info/iv-jornadas-instrumenta.html
Organizadas por la Concejalía de Cultura y Turismo del Ayuntamiento de Segovia y coincidiendo con el trigésimo aniversario de la declaración como Patrimonio de la humanidad de la ciudad, se celebraron una serie de mesas redondas dedicadas al Patrimonio. Joaquín Díaz intervino, junto a Angélica Tanarro (Jefa de Cultura de El Norte de Castilla), Rafael Cantalejo (Director del Archivo Municipal de Segovia y de la Academia de San Quirce) y David Pinillos (Director de cine) en la mesa sobre el Patrimonio Inmaterial que moderó la periodista Pepa Fernández, directora del programa de Radio Nacional "No es un día cualquiera".
El programa del primer simposio de este año, titulado "La voz y la vid" y que se celebrará los días 8, 9 y 10 de mayo, es el siguiente: