La biblioteca de la Fundación alberga una de las colecciones más completas existentes en España de libros y folletos relacionados con las expresiones populares y su difusión en la Península Ibérica. La curiosidad o el interés profesional de quien creó la Fundación ha ido formando un patrimonio bibliográfico muy notable que ocupará un nuevo edificio construido y cedido por la Diputación de Valladolid, anejo a la sede principal de la calle Real 4, en Urueña. A través de 37.000 libros, 10.000 pliegos de cordel, 4.000 estampas, 3.000 partituras y 2.500 grabados procedentes de publicaciones o colecciones calcográficas se puede rastrear una rica realidad bibliográfica relacionada con las múltiples facetas de la Antropología cultural y social.
En particular, el apartado de Cancioneros y Romanceros, reúne prácticamente todo lo que se ha editado en imprentas españolas desde mediados del siglo XIX hasta la etapa de las Autonomías, haciendo de este modo al investigador más sencillo su trabajo de consulta y facilitando los estudios comparativos al tener reunidos todos los volúmenes solicitados en una sola estancia. Desde la publicación del libro La Música del Pueblo (1866), obra debida a la recopilación de Lázaro Núñez Robres y considerada como el primer cancionero español en el amplio sentido del término se abrió un camino que después seguirían muchos músicos decimonónicos de cuyo trabajo se derivan en buena parte los repertorios actuales. Entre los romanceros destacan la primera edición parisina del Tesoro de los Romanceros y Cancioneros españoles de Eugenio de Ochoa (1838) , el Romancero General de Agustín Durán o el Romancero de la Guerra de Africa, de Mariano Roca de Togores, Marqués de Molins (1860).
Hay también una colección importante de libros de viajeros, en particular de los que pasaron por Castilla y León en los siglos XIX y XX, fuente inestimable para la correcta comprensión de las costumbres y fiestas, vistas a través de la mirada casi siempre subjetiva del forastero. Las últimas décadas del siglo XX y los primeros años del XXI han dado origen también a un tipo de viajero que puede disponer de todo aquello que movió y emocionó a sus antecesores: el espíritu alentador del medioevo, la sensación renacentista de la aventura, la intención pedagógica de los ilustrados, la pasión de los románticos, la comodidad novecentista que se incorporó al concepto de viaje o la ilusión del retorno a la naturaleza al que nos han obligado los errores capitalinos de nuestros días. En ese bagaje diverso y abundante aparecen también guías originales que ayudan a descubrir los secretos del camino, que proponen rutas recónditas y que encaminan hacia esas fuentes donde queda saciada la sed por lo fortuito o lo novedoso.
Los libros sobre instrumentos recogen, además de métodos y descripciones al uso, algunos de los tratados históricos más importantes, tanto españoles (Bermudo, Cerone, Nassarre, Pedrell...) como extranjeros (Praetorius, Mersenne...).
El apartado de cuentos reúne colecciones de tipo tradicional aparecidas en los últimos 150 años en nuestra Península, más algunas colecciones internacionales de uso común y una selección de autores que, si bien no han transcrito ejemplos tradicionales, han acertado en el estilo de algunos de sus relatos hasta el extremo de verse éstos tradicionalizados al pasar el tiempo. Se completa la sección con los estudios más comunes sobre el tema de Propp, Chevalier, Bettelheim, Rodríguez Almodóvar, etc.
A través de los más de 10.000 pliegos que componen la sección de pliegos se podría comprobar que la costumbre de escribir a mano en un papel es algo que atraviesa los tiempos y está relacionado con la necesidad de crear pero también con la de recordar. El archivo se compone básicamente de papeles impresos, pero alberga también muchos manuscritos, principalmente de los siglos XVIII, XIX y XX. Aun sin pretender que la grafología esté por encima de la literatura, habrá que reconocer que aspectos como la elección del soporte -del papel- por parte del autor, las anotaciones en sobrescritura o al margen, la intencionalidad del trazo, o incluso la selección de la guita con que se cosería el cuadernillo a la japonesa, ofrecen aspectos destacados y complementarios en el estudio de estos manuscritos, hechos para ser cantados y servir de recordatorio.
El fenómeno de la música en las calles (interpretada por copleros de diferente preparación y origen, pero fundamentalmente ciegos) recorre toda Europa desde la invención de la imprenta hasta bien entrado el siglo XX. Su influencia se deja sentir en la comunicación de noticias y en la divulgación de modas musicales, pero también, y primordialmente, en la evolución de los períodos históricos más críticos y agitados, actuando como una brisa que vuelca sobre la sociedad los aires frescos de la libertad y el progreso. Antes incluso de haberse constituído como tales las naciones que hoy conocemos, los copleros y su repertorio influyen sobre los reinos y regiones que luego darían origen a aquellos, ayudando a crear, gracias a su poder de convocatoria y a su mensaje claro y novedoso, un verdadero mercado común y una mentalidad avanzada y compartida.
Esas coplas o pliegos de cordel se ofrecían en España habitualmente en varios formatos, aunque el más frecuente hasta su desaparición en épocas muy recientes era el de cuarto, oscilando su tamaño entre los 13 y los 17 cms. de ancho por los 20 a 25 de alto. También había pliegos en folio, en doble folio y en octavo. Los ya mencionados en cuarto se vendían de medio folio, de doble folio plegado que venía a hacer ocho páginas y, a partir de ahí, en dos, tres o cuatro pliegos, hasta donde daba de sí el tema narrado. Como material de apoyo se solía ilustrar la primera página con un grabado sobre cobre o una xilografía que ocupaba la mitad superior de la plana y que, pese a lo tosco de su diseño en muchas ocasiones, solía contener alguna figura alusiva al caso relatado en cuyas imágenes hallaban las gentes sencillas que acostumbraban a escuchar y comprar el relato, una fuente gráfica donde saciarse con el agua de la ilusión o de la fábula.
La aleluya es un pliego de papel impreso por una sola cara que contiene un conjunto de viñetas -generalmente cuarenta y ocho- en cuyo pie suelen aparecer unos versos que aluden a la escena representada. Aunque pueden entenderse como un género propio de la estampa popular, constituyendo una fuente de singular interés para el estudio de la imagen gráfica en general, no debemos de olvidar que, a su vez, constituyen primitivas formas de lectura con imágenes, directamente emparentadas con los pliegos de cordel y destinadas sobre todo a un público infantil o iletrado. Pese a la popularidad alcanzada por este medio tan directo de comunicación, precursor del moderno comic -o tal vez por eso- tuvo muchos detractores que aborrecieron su estilo, sus dibujos, sus dísticos vulgares o la moralidad latente en sus viñetas; otros, literatos y artistas de gran talla, tal vez más sinceros, confesaron haber aprendido a leer con las aleluyas o haber descubierto en ellas un sentido estético que quedaría indeleble en su memoria y tendría gran importancia en su formación artística.
La Biblioteca tiene una sección de Revistas con más de 700 registros de los siglos XIX y XX, algunos de ellos con colecciones completas, como "La Ilustración Española y Americana". Se pueden ver también varios miles de estampas francesas, alemanas, holandesas y belgas, de la colección de Jesús Martínez e Isabel Leis, depositadas en la Fundación para su catalogación y estudio.
Por último hay una extensa colección de grabados calcográficos, xilográficos y litográficos, muchos de ellos procedentes de libros y revistas ilustradas, como un leporello procedente de la biblioteca del Conde Revedin, con más de 50 cromolitografías de trajes españoles pintados por Albert Adam hacia 1860. Cierran la colección los textos dedicados al patrimonio material (arquitectura popular, oficios, artesanías) de toda la península.
Museo de La Casona
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18 de septiembre al 10 de noviembre de 2024
Sala de exposiciones de la Casa Revilla. Valladolid
Tuvo Valladolid fama de ser una ciudad sucia y maloliente, del mismo modo que sus músicos fueron considerados “mala gente” desde tiempos pretéritos. Dice el refrán que Dios escribe derecho con renglones torcidos y muy probablemente los escritores que visitaron la ciudad antes del siglo XIX tuvieron la oportunidad de comprobar por sí mismos tales extremos pues mencionan ambas lacras con mucha frecuencia en sus renglones: la invención de la música puede atribuírsele a un dios, pero no siempre sus seguidores fueron de estirpe divina.
Tomé Pinheiro da Veiga, visitante de la ciudad a comienzos del siglo XVII, colocaba a los intérpretes musicales en el último escalón social, alegando que los consideraba “como la peor canalla de cuantas hay”, contando además para demostrarlo con el aval de algún que otro fraile o clérigo local, como por ejemplo su amigo Fray Próspero. La Fastiginia y el Diario Pinciano ofrecen algunos ejemplos de cómo los clérigos insultaban a los músicos y éstos se defendían lo mejor que podían, dándose a entender con todo ello que ni siempre la música era “celestial” ni sus intérpretes unos angelitos.
A los lugares en que habitualmente se podía “disfrutar” de la música (la Corte y palacios de la nobleza, los templos, los teatros y las plazas públicas), se podrían añadir los talleres en que se fabricaban o vendían instrumentos, espacios muchas veces poco o mal conocidos. Músicos cortesanos, de capilla, de escenario y populares (incluyendo entre éstos a quienes amenizaban los cafés a fines del siglo XIX) fueron los encargados, pues, de alegrar durante cientos de años la vida de ricos y pobres vallisoletanos con los sonidos, las escalas y las tonadas de sus instrumentos.
Jueves 27 de junio de 2024. La 8 Valladolid
El Ayuntamiento de Huesca y el Festival iberia@huesca.folk acordaron dar un homenaje a Joaquín Díaz en la edición de este año.
Aunque hubo que suspender el concierto en el que se iba a entregar el galardón por la descarga de una inesperada tormenta, el grupo Olga y los ministriles se atrevió a desafiar el chaparrón acompañando al homenajeado, quien recibió el trofeo de manos de las concejalas de Cultura y de Fiestas Sonia Latre y Nuria Mur, y pudo ver algunos de los lazos del Dance de Robres.
Por la mañana, y acompañado por Olga Orús y Salvador Cored, Joaquín visitó el mítico comercio de ultramarinos “La Confianza”, donde pudo retratarse con su actual propietaria, María Jesús Sanvicente.
El director de la Fundación asistió al acto de entrega del Ciprés de Honor de la Fundación Godofredo Garabito -de la que es Patrono de Honor- al filólogo y escritor Luis Alberto de Cuenca.
Joaquín Díaz participó en la IX Jornada sobre narración oral y literatura 2024, donde le fue entregado el premio de AEDA.
Enlace a la Jornada sobre narración oral y literatura 2024 >
El ciclo de conferencias «El Acervo común» se reanudará el día 25 de octubre con la conferencia de Guillermo Herrero sobre «La encuesta del Ateneo».
La conferencia prevista para septiembre se pospone para fecha que se avisará oportunamente.
• Octubre 25 | 12:00h.
Guillermo Herrero: La encuesta del Ateneo
Ya están disponibles los vídeos de las conferencias celebradas:
• Octubre 25
Guillermo Herrero: La encuesta del Ateneo
• Noviembre 29
Luis Alberto de Cuenca: Poesía griega arcaica y sus metamorfosis en mi poética
• Diciembre 27
Arturo Martín Criado: Promesas y exvotos
Conferencias celebradas:
• Enero 26
Joaquín Álvarez Barrientos: Costumbrismo y costumbres. Lo que pasa entre nosotros
• Febrero 23
Juan José Prat Ferrer: Los grandes temas de la cuentística
• Marzo 15
Miguel Delibes: La Tierra herida
• Abril 19
Joaquín Díaz: Papeles para plegar. La vida en dobleces
• Mayo 31
Manuel Amezcua: Creer y curar. Medicina popular
Joaquín Álvarez Barrientos
Edición digital: Fundación Joaquín Díaz • 2024
Edición original impresa: Ámbito Ediciones S.A. y Joaquín Álvarez Barrientos
118 páginas
ISBN: 84-8183-089-5
Puede descargarse gratuitamente en formato PDF 16,6MB
Índice
Presentación
En los inicios
La cultura tradicional. Cultura angustiosa y cultura plácida
El cuerpo. Las edades de la vida
La música
El trabajo de campo y de gabinete
Viaje, tiempo y religión
Sobre los maestros. Yo soy músico
La imagen de España
La historia y la cultura popular
El baile, el teatro y la indumentaria
El amor y el odio
La risa, la locura y el carnaval
Urueña
Los trabajos y sus días
De gran tamaño, en torno a 50 cm. de diámetro, es una preciosa pandereta pintada al óleo con un motivo bélico (tal vez la guerra de la francesada). Coetáneo o no del conflicto, es una pieza original de buena factura del siglo XIX procedente de Madrid y que ha sido adquirida gracias a la Asociación de Amigos de la Fundación Joaquín Díaz.
Ha llegado también a la Fundación una matraca de un mazo, de Sahagún de Campos (León) y que podemos fechar en torno a los años 50 del pasado siglo XX y que muy graciosamente aparece lañada con dos planchas de latón para evitar la rotura de la tabla.
Miguel Ángel Rengel nos ha donado un acordeón de teclas, cromático, de la casa Honner, modelo Arietta fabricado en 1960 y con él nos ha regalado un par de castañuelas talladas a mano por su padre Leonardo, en 1980, con las que acostumbraba a bailar en el pueblo de La Redonda (Salamanca).
También ha llegado una pequeña colección de instrumentos de cuerda, dos guitarras (una de ella conservaba el sello de la fábrica de Armengol, Llorens y Julve de Valencia fabricada hacia 1900) y dos bandurrias con su sello, uno de la fábrica de Agustín Gaspar de Valencia y otro de la famosa casa Luna de Zaragoza que aunque no se dedicó a la fabricación sí que las distribuía desde su almacén y tienda a lo largo de todo el siglo XX. Estas guitarras y bandurrias, procedentes toda ellas de Soria, han sido adquiridas por la Fundación Joaquín Díaz.
También ha donado una mandolina rusa, de reciente fabricación, Yolanda Manrique de Urueña.
Entre todo ello hemos de hacer mención especial a una gaita sanabresa. Es muy conocida la familia de gaiteros de Pedrazales de Sanabria (Zamora) por su afición al baile y la pandereta, al cante y a la gaita de fole desde tiempos del abuelo Ceferino. Sus descendientes, hijos y nietos y especialmente Modesto y Tarsicio Espada en varias ocasiones han editado parte de sus repertorios en diversas grabaciones y en algunos libros. Muy reconocidos por su labor, han sido homenajeados en los últimos años especialmente Modesto quien con sus más de 90 años sigue plenamente activo con sus actuaciones.
Modesto Espada (1934) ha regalado a la Fundación una de las últimas gaitas que ha elaborado. La gaita es de madera de granadillo. En el mes de julio fuimos a Pedrazales a recoger la gaita y tuvimos la suerte de poder disfrutar del repertorio sanabrés del propio Modesto, quien nos interpretó una pequeña selección de los repertorios más olvidados, antiguas alboradas y procesiones, el baile y la tocata de salida de los santos entre otras muchas piezas. Desde aquí vaya nuevamente nuestro agradecimiento.