La devoción a la Virgen de la Anunciada en Urueña es, seguramente, más antigua de lo que las crónicas pueden llegar a contar. El hecho de que los monjes del Bueso la eligieran como patrona y pusieran el monasterio bajo su advocación indica que ya en el siglo XIV era popular su culto en la zona, a donde tal vez habría llegado con los mozárabes, que celebraban su fiesta el 18 de diciembre. No sabemos si la imagen de la actual Anunciada es la del antiguo monasterio del Bueso. Esta es una pregunta que aún no puede contestarse con documentación, pero, de ser así, se explicaría la persistencia del culto a la Anunciación fomentado por los benedictinos, quienes mantendrían viva la costumbre hasta el siglo XVII. El monasterio contaba hasta entonces, y gracias al patronazgo del Duque de Osuna y Conde de Urueña, con «Yglesia y Sacristía muy rica de ornamentos y buena librería de coro y otros adornos de mucha religión y con valor de mas de mil ducados cada año demas de muchas menudencias, y comodidades de su granjería». A finales del siglo XVII, asimismo, Antonio de Isla y Mena, hijo del pueblo y obispo de Osma, decide traer la imagen hasta su emplazamiento actual después de realizar obras (la espadaña y el interior) en la antigua iglesia del monasterio de San Pedro y San Pablo de Cubillas para adecentarla y adecuarla a un nuevo uso. Es probable que el propio obispo encargara que una cofradía velara por la imagen y su culto a partir de ese momento.
En 1739, por voluntad póstuma del obispo Blas Pérez Minayo, sus hermanos Luis y Antonio crean una fundación vinculada al mayorazgo de la familia. Algunos años después, Andrés de Valmaseda, regidor de Zamora, paga los gastos del camarín que realiza el cantero Andrés Julián, interviniendo en la cantería «con cuidado y reflexión». En 1772, Antonio Pérez Minayo manda hacer el coro alto de la actual ermita, obra desaparecida de la que todavía se conserva la lápida que figura a la izquierda del presbiterio de la iglesia.
Es probable que la orden del Supremo Consejo, dada en 1789, por la que se comisionaba al Conde de Isla para reducir a tres las cofradías de Urueña (Sacramento, Rosario y Animas) suprimiendo todas las demás –entre ellas la de la Anunciada–, no se llevase realmente a efecto con ésta, ya que en 1794 se seguía venerando la imagen con el mismo fervor, como lo demuestra el cuadro-exvoto, que se conserva en la iglesia del Azogue, de la curación de la niña Inés Rodríguez Manso, de Villardefrades. Esta circunstancia y otras similares actuarían en favor del culto a la Anunciada por parte de muchos pueblos cercanos a Urueña como el propio de Villardefrades, San Cebrián o Villanueva de los Caballeros. Antiguas leyendas como la del hallazgo de la Virgen y su insistencia en quedarse en un lugar con agua y arbolado, muy común en el caso de antiguas imágenes, contribuirían también a reforzar el cariño popular hacia la Anunciada que hoy día se perpetúa gracias a la Cofradía de mujeres y a la fidelidad de los urueñeses.
Museo de La Casona
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Museo de Campanas
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Bodega Heredad de Urueña
La Fundación anuncia, para el mes de julio (días 4 a 6), la creación de una Academia de Música Antigua, con la colaboración de la bodega Heredad de Urueña. Este co-patrocinio permitirá realizar en las instalaciones de Heredad de Urueña el simposio y los conciertos previstos.
Día 4
2 clases con intermedio
10-13 horas
Paloma Gutiérrez del Arroyo, June Telletxea, Anne Marie Lablaude y Ana Arnaz:
La interpretación de la música medieval
20:00 horas Concierto: Cantaderas
Día 5
2 clases con intermedio
10-13 horas
Luis Delgado, César Carazo y Aníbal Soriano:
La escritura y notación medievales y el uso de los instrumentos
20:00 horas Concierto: Los músicos de Urueña
Día 6
2 clases con intermedio
10-13 horas
Alicia Illa y Yonder Rodríguez:
El ritmo y la melodía en el Renacimiento y el Barroco
Juan José Prat Ferrer:
Una encrucijada cultural, el Miserere de Allegri
20,00 horas Concierto: La Villanela
LA BALADA Y EL ROMANCE
Sábado 2 de junio, 18:00 horas
Conferencia de Joaquín Díaz
Centro E-LEA Miguel Delibes
Urueña
CANCIONES OLVIDADAS
Lunes 28 de mayo, 12:00 horas
Conferencia de Joaquín Díaz, Académico
Salón de actos de la Real Academia de Bellas Artes de la Purísima Concepción
Casa de Cervantes
Calle del Rastro, s/n
Valladolid
10 de mayo de 2018, 17:00h. Museo Etnográfico de Castilla y León, Zamora
Centro E-Lea, Urueña. Inauguración: agosto de 2018
Del 12 de junio al 27 de julio de 2018
MUVa - Museo Universidad de Valladolid
Lunes a viernes, de 10 a 14 h. y de 18 a 21 h.
La exposición Facies Sapientiae III, que reúne fotografías y biografías de personajes ilustres de la Universidad de Valladolid se inauguró en el MUVa con la asistencia del Rector, Fernando Largo Cabrerizo y de la Vicerrectora de Comunicación y Extensión Universitaria, Carmen Vaquero. Estuvieron también el Director del MUVa, Daniel Villalobos y Joaquín Díaz. La muestra estará hasta el 27 de julio.
Del 17 de abril al 23 de mayo de 2018
Sala de Exposiciones de la Casa Revilla (Valladolid)
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La memoria se erige como uno de los pilares básicos en el desarrollo y evolución del individuo. Sin memoria no es posible la experiencia y sin experiencia se repetirían hasta el infinito los errores humanos. Sin embargo hay varios modelos de memoria que merecerían una especial atención. La memoria individual, por ejemplo, esa que nos atañe a cada uno de nosotros, a menudo inserta sus recuerdos de forma ordenada en un continuo vital y termina siendo un archivo monumental del que echamos mano en el momento oportuno para centrar y rememorar instantes concretos de nuestra existencia. La memoria colectiva, por otro lado, está formada por imágenes, fijas o en movimiento, que corresponden a situaciones sociales, a circunstancias compartidas, a partir de las cuales un grupo de individuos asume de forma común esas mismas situaciones; a esa memoria pertenece una buena parte de las instantáneas que componen los archivos fotográficos de finales del siglo XIX y comienzos del XX porque los monumentos, calles o edificios que aparecen en ellas llegaron y se instalaron en nuestras vidas ya desde nuestro nacimiento aunque evidentemente existieran antes que nosotros y probablemente sigan ahí después de que nos vayamos. Es una forma de memoria histórica a la que contribuyen las fotografías con sus imágenes fijas que hablan a quien quiera escuchar.
Las ciudades se elevan sobre la realidad de sus materiales: la piedra, el ladrillo, la madera y el cristal van creando un entramado que constituye el perfil físico que da personalidad a un conjunto de edificios y ayuda a reconocer sus límites y sus contornos. Las ciudades crecen y se modifican, por tanto, en virtud de las necesidades de sus habitantes o de las ideas de quienes trabajan para ellos, como arquitectos, diseñadores, decoradores y artistas que alimentan a la criatura. Pero una ciudad puede ser algo más. Puede estar constituida también por el conjunto de imágenes que albergan las memorias de sus moradores. Imágenes que se fijan en las personas ya desde la infancia y que son más perdurables incluso que el hormigón o el cemento de los muros a los que sobreviven y superan. A veces esas imágenes se guardan en papel o en cristal para fijar un testimonio que podría ofrecer dudas o para retener un recuerdo con sus características bien definidas. Pero además, para crear una identidad intangiblemente real que traspasa los tiempos y se instala en las nubes de la memoria.
La exposición “Memorias de una ciudad” recorre algunos lugares que representan o han representado a Valladolid durante los últimos cinco siglos y trata de mostrar a través de imágenes fotográficas –conocidas y menos conocidas– el proceso que ha seguido su desarrollo urbanístico, apoyando todo ello en textos históricos y en una documentación interesante y variada.
El Ayuntamiento de Laguna de Duero, que organiza anualmente el festival “Son de aquí”, acordó entregar en esta ocasión el trofeo con que premia cada año la labor en favor de la tradición, a Joaquín Díaz. Entregó el premio el Alcalde de Laguna, Román Rodríguez de Castro, acompañado de la concejala de cultura, Lucía Castro García.
En la iglesia de la Santa Espina se celebró un Memorial en recuerdo del protector de la Fundación, médico y humanista, Doctor Luis de la Fuente. Tras una breve introducción al tema por el musicólogo y académico Ismael Fernández de la Cuesta, el coro Vox Vitae interpretó una misa mozárabe según el siguiente programa:
Es un tópico lo de la tristeza en las despedidas y sin embargo, precisamente por serlo, es una verdad sin paliativos. A José María Iñigo se le notaba especialmente enfurruñado cuando llegaba la hora de decir adiós, especialmente si la despedida se producía después de una buena comida. Era como si le sirvieran un postre en malas condiciones tras haber disfrutado de una mesa espléndidamente dispuesta. Su sentido hedonista de la vida no le permitía distraerse con asuntos menores y molestos. Ese mismo sentido, le convertía a veces en su peor enemigo porque muchas personas aceptan mejor una mentira piadosa que la sinceridad. Pero eso precisamente confería mayor valor a su amistad: jamás recibirías de él una opinión fingida o un halago excesivo. En una conversación muy reciente me abroncaba por haber permitido que la compañía discográfica en que ambos estábamos –en diferentes barricadas, naturalmente– me engañase: “Todos los artistas estabais atontados. Sabíais que os escamoteaban vuestras ganancias con unas cifras de ventas ridículamente falsas y ninguno decíais nada. Tuve que venir yo –recordaba y reñía al mismo tiempo– para poner las cosas en su sitio…”
Iñigo tuvo, entre los miles de encargos que recibió en su vida, la encomienda de poner orden en una compañía discográfica y en una revista juvenil. Ambas cosas le apetecían pero le incomodaban. La revista, “Mundo Joven”, mantuvo sus cifras de ventas e incluso las incrementó gracias a su dirección, en una época en que juventud e inconformismo tenían la misma raíz. Recuerdo que en esos tiempos comenzó a trabajar también en un programa de televisión que se llamaba Directísimo. Justamente lo que tenía mérito –y él había aceptado el reto con todas las consecuencias– era que cualquiera podía decir o hacer algo inconveniente en su programa cuando todavía era costumbre llevar tapabocas en vez de bufanda. Cada vez que nos veíamos en la redacción de Mundo Joven me preguntaba:
–¿Qué personas raras has encontrado esta semana? Mándamelas…
Se refería a las personas con las que me entrevistaba casi a diario para conocer aspectos de su vida y de su cultura, casi siempre de extracción rural, a las que él, aparentemente lejano a sus costumbres y forma de comportarse, sacaba en directo lo mejor y lo más divertido tratando de hacerse el sorprendido. Para dejar claro que pertenecíamos a dos mundos diversos dentro del universo pequeño y lleno de prejuicios del planeta tierra, habíamos compartido un libro –Música Pop, música Folk– en una serie de gran tirada que editó Planeta para la colección de Radio Televisión Española.
Hace poco me recordaba que fue él quien colaboró decisivamente para que en la revista Mundo Joven me dieran una página desde la cual tuve la oportunidad de acercar el mundo de la tradición a tantos jóvenes que hoy son abuelos concienciados y solidarios. Su influencia en el universo de la discografía tendrá que ser analizada y reconocida algún día, cuando haya pasado la hora de los recuerdos inmediatos.
En el último whatsapp que recibí de él, después de una entrañable comida familiar en Urueña con Pepa Fernández, Andrés Aberasturi y José Ramón Pardo –al alabar los callos inenarrables y sabrosos de mi amiga Elena– se obligaba a volver y a repetir el acontecimiento, aunque advertía:
–“Cuando pasen los fríos”…
Tardará mucho en pasarse este frío interior que nos provoca la noticia de su fallecimiento. Descansa en paz, José María…
Carlos Porro [Coord.]
Edición impresa.
Diputación de Segovia. 2018
Presentación: 4 de julio de 2018, a las 10:30 h., en el Patio de Columnas del Palacio Provincial de Segovia
Félix Contreras Sanz
Edición digital de la Fundación Joaquín Díaz. 2018
Puede descargarse gratuitamente desde la página de publicaciones digitales de la Fundación Joaquín Díaz.
Algunos instrumentos que han pasado a formar parte de la colección museística de la Fundación:
Navaescurial y estribaciones de la Sierra de Villafranca (Avila).
Juguete de entretenimiento infantil que en otras zonas se denomina Espantacabras (Rebanal de las Llantas, Palencia) y generalmente suele ser más sencillo en el número de aspas, una más habitualmente. Es una donación de Andrés de Santiago, su fabricante y que es quien envía la información al respecto que recogemos:
Ciclitano. Del latín, cyclus (a su vez, del griego κυκλος o kyklos), círculo, rueda; y del latín, tonus (a su vez, del griego, τόνος o tonos), sonido. Por tanto, instrumento o artilugio que produce un sonido describiendo círculos, girando. Así, sería un instrumento musical de percusión (idiófono), ya que sus aspas, al girar sobre un eje y golpear con unos tallos laterales, producen sonidos semejantes al “cliqueo”, “traqueteo” o “chasqueteo”.
Funcionamiento del instrumento:
a) Tomar el instrumento por su tronco entre ambas palmas de las manos, separándolo del cuerpo hacia el frente. Así evitaremos que impacte en la cara.
b) Friccionar las manos para que el instrumento gire. Así, las aspas, al girar sobre su eje y chocar con los tallos laterales, emitirán sonidos.
Descripción: Localmente, también se conoce con el nombre de “sonaja de pastor”, llamando así porque lo hacían los pastores que vivían en la zona. Se trata, pues, de un instrumento pastoril y artesanal. Dado que muchos de ellos eran trashumantes con Extremadura, se ignora si su origen es la zona de la Sierra de Villafranca o fue traído por los pastores desde Extremadura. Se tienen noticias verbales de que se utilizó hasta finales de la década de los años 30 del siglo XX. Posteriormente, fue cayendo el olvido. Andrés de Santiago recuperó el instrumento en la década de los años 60, cuando éste se encontraba en desuso y desde entonces, junto a su hermano Federico los fabrican artesanalmente y los regalan a los interesados, para que se mantenga su memoria.
Fabricación: Se construía artesanalmente con la parte alta del tallo del cado del cardador o cardo común (dipsacus fullonum, de la familia de las plantas dispsacaceae), planta anual que se desarrolla en cunetas, baldíos y barbechos. Alcanza una altura máxima de 2,5 m; tallos huecos, asurcados y provistos de abundantes aguijones; de hojas opuestas, largas, enteras o ligeramente dentadas, las superiores linear-lanceoladas, sentadas, soldadas al resto dos a dos. Flores pequeñas y numerosas, tubulares, divididas en cuatro lóbulos, de color lila al morado; brácteas arqueo- ascendentes; escamas del receptáculo terminadas en espinas más largas que las flores. Florece de junio a septiembre.
En la Fundación apenas contamos con varios ejemplares de gaitas de fuelle en la colección, cuatro estupendas muestras zamoranas -tres de ellas de época-, una gaita de boto aragonesa y otra gaita gallega en regular estado, a la que faltan algunas piezas. Se completa esta colección ahora con la donación de don Ramón Méndez Cangas y su familia de una antigua gaita de origen gallego que perteneciera a su padre Don Antonio Méndez Uría (1903-1967) gaitero de Villar de Cendias, concejo de Ibias (Asturias). La gaita fue adquirida en 1919 en Fonsagrada (Lugo) por el propio gaitero y con ella acudía a los bailes y romerías de los municipios de Ibias, Degaña y Cangas de Narcea. La gaita actualmente se encuentra restaurada en el soplador y en el puntero, que sufrió una rotura en tiempos pasados y se anilló con una abrazadera de metal que ocupa los dos agujeros superiores y el posterior. Años después el luthier Luis Mouriño de Santiago de Compostela, realizaría un soplador nuevo y un cepo donde se encaja el puntero, realizando asimismo una copia del puntero original, y que conserva la familia como recuerdo.
Junto al instrumento, ha depositado una biografía del gaitero y un cuadro de gran formato pintado al óleo a partir de una antigua fotografía del gaitero. Desde aquí nuestro agradecimiento a la familia.
Antiguo bandoneón realizado en la famosa casa de Alfred Arnold. Se trata de un bandoneón cromático para acordeonista desarrollado especialmente para el mercado francés por Charles Peguri, en la década de 1920, tras popularizarse allí el tango y las melodías arrabaleras.
La pieza está en muy buen estado y conserva las protecciones metálicas de las esquinas, las lengüetas de cuero y latón en los agujeros interiores, aunque algunos de los botones se han reemplazado por tacos de madera que cumplen perfectamente la función. La armadura es de caoba y conserva los tirantes de cuero con los que se sujeta al pecho y espalda del músico, así como el número 1247 B y el sello original de fábrica en el interior del instrumento. Tiene una dimensiones aproximada de 42 cm x 22 x 22 cms.
Estos modelos de rabeles fueron popularizados a finales de los años setenta y ochenta por el grupo folk “Candeal” de Valladolid quien en sus conciertos utilizaría estos instrumentos para la interpretación de las conocidas “rabeladas” con las que tanto éxito alcanzaron. Sería Félix Pérez, miembro del emblemático grupo musical su constructor y del que copiarían muchos aficionados a la música tradicional en las décadas posteriores hasta la actualidad. Fue una donación de Javier Sánchez Tabernero, miembro de la junta directiva de la Asociación de Amigos de la Fundación Joaquín Díaz.
Gramola de caja procedente de la Exposición Universal de Barcelona en el año 1929 siendo restaurada la caja completamente por el sacerdote jesuita y aficionado a la ebanistería de Gijón, don José López López quien respetuosos con las características originales confeccionó una nueva caja de madera en la que ancló la gramola y colocó los herrajes originales y caja de agujas. La radiogramola es un estupendo ejemplar mueble de la casa Telefunken fabricada entre 1957-60.
La gramola fue adquirida por el abuelo de los donantes y siempre estuvo en poder de la familia, del mismo modo que la radiogramola, más tardía, siendo sus herederos Marta y Luis Roda García de Gijón quienes los donaron a la Fundación Joaquín Díaz en marzo y abril de 2018 para su exposición pública.