El libro sobre la Industria y el Comercio de Valladolid, a cuya edición ha dedicado un considerable trabajo la Fundación tiene una clara idea: ayudar a conocer y valorar la actividad de industriales y comerciantes de Valladolid durante un período que comprende un siglo y que va desde las primeras licencias para la construcción del ferrocarril del Norte hasta la fabricación del primer coche Renault en la factoría de Valladolid, hechos ambos que transformarían radicalmente la vida social y económica de la ciudad. Y así como hemos insistido en que la elección de la etapa estudiada no es arbitraria, tampoco lo es el criterio de selección de materiales y documentación.
El Código español de Comercio de 1829, creado a imagen y semejanza del francés de 1807, contenía en uno de sus artículos una descripción sencilla pero significativa del comerciante, que ha sido determinante a la hora de establecer ese criterio. Porque Napoleón Bonaparte, inspirador del Código Civil francés y de otras normativas reguladoras, era, además de un militar ambicioso y de un político insaciable, un legislador de altura y también -no lo olvidemos- un precursor de las campañas de imagen que hoy parecen imprescindibles en el escaparate de la vida. Decía el Código español en su artículo 17: “El ejercicio habitual del comerciante, se supone, para los efectos legales, cuando después de haberse inscrito la persona en la matrícula de comerciantes, anuncia al público por circulares o por los periódicos o por carteles o por rótulos permanentes expuestos en lugar público, un establecimiento que tiene por objeto cualquiera de las operaciones que en este código se declaran como actos positivos de comercio y a estos anuncios se sigue que la persona inscrita se ocupa realmente en actos de esta misma especie”.
Es decir, que sólo el hecho de inscribirse en el libro provincial de matrícula y de declarar por escrito la voluntad de dedicarse a la ocupación elegida por mayor o menor, era más importante o al menos anterior al acto de anunciar al público que se inauguraba un nuevo negocio en el que la relación humana y la claridad en el trato comercial eran tan primordiales como lo que se notificaba en el rótulo. De ahí que los nombres de muchas tiendas y fábricas se basasen o bien en el nombre de la persona titular -que apostaba sus propios apellidos y con ellos la honradez de su comportamiento- o bien en títulos que eran toda una declaración de intenciones, como La Bondad, La Ilusión, La Constancia, La Progresiva, La Esperanza, etc.
En cuanto a lo demás, es decir al movimiento asociativo y a la actividad social y económica que suscitaron en Valladolid el ferrocarril como nuevo y eficaz medio de transporte o las fábricas de harinas o paños, ha sido y seguirá siendo objeto de estudio desde los medios académicos correspondientes, puesto que la historia reciente de la ciudad atrae por la posibilidad de desarrollar un trabajo interdisciplinar e incluso ofrece su punto de seducción por estar en permanente movimiento con la aparición de nueva documentación. Atendiendo a esa cualidad y a otras que nos parecen tan interesantes como ésa, hemos decidido que el libro sea un comienzo más que un final. Aprovechando que ya se ha generado una base de datos amplísima de la que solamente se ha utilizado una parte menor, se ha abierto una dirección en internet en la que estarán todos aquellos materiales que, por una u otra razón, no se han usado para esta publicación (http://www.funjdiaz.net/comercio/). Quien considere que puede aportar algún aspecto que mejore o complete esa base de datos, podrá hacerlo a través de un formulario que encontrará en dicha página. Asimismo se ha iniciado una nueva base de datos que en su día se unirá a la mencionada, con toda la documentación sobre industrias y comercios de la provincia en el mismo período, es decir entre 1850 y 1950. Esto convierte el trabajo realizado en un punto de partida esencial para investigadores o simples curiosos que encontrarán una ayuda o un soporte permanentes en esa dirección.
Del mismo modo que la implantación de un nuevo modelo de comunicación y transporte modificó las costumbres o de la misma manera que la creación de la propia Cámara de Comercio en 1886 suscitó la aparición de centros y ateneos participativos o la creación de estudios superiores específicos o la edición de periódicos que atendían las necesidades de conocimiento de asociaciones y gremios, así esperamos que el interés por la historia propia que caracteriza los tiempos que nos ha tocado vivir se incremente con un medio tan sencillo como éste y al mismo tiempo tan eficaz.
Repasando la lista de publicaciones referentes a la actividad mercantil e industrial de la época que hemos estudiado nos encontraremos con títulos como La Academia Comercial, El avisador mercantil, El boletín del comercio, El comercio, El comercio de Castilla, La crónica mercantil, El diario del comercio, El diario mercantil, El eco del comercio, El eco industrial, El indicador mercantil, La industria y el comercio, La juventud mercantil, El mercantil de Castilla, El Mercurio, El Norte de Castilla, El porvenir, El progreso, La revista mercantil, La revista económica, La unión comercial, La unión mercantil e industrial, La voz del Comercio. . . etc, que dicen mucho de la actividad y el deseo de información de sus asociados y lectores. Por otro lado, asociaciones como el Ateneo Mercantil, la Sociedad de Comercio, la Sociedad filantrópica Mercantil, El Progreso Mercantil o el Círculo de Recreo, demuestran el interés de industriales y comerciantes por estar presentes en la vida social y cultural vallisoletanas. Estos hechos coinciden, particularmente en los 50 años con los que acaba el siglo XIX, con un afianzamiento de la burguesía como clase social determinante, la sustitución de las asociaciones gremiales por las Cámaras de Comercio o Industria y la implantación de sindicatos y colegios profesionales en el proceso de defensa de determinados colectivos. Todo esto y mucho más -costumbres, modas, acontecimientos sociales, descubrimientos y avances técnicos- conforman un período de la historia de Valladolid al que se aporta una considerable información documental y gráfica que contribuirá al mejor conocimiento de la ciudad.
Museo de La Casona
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Reunión sobre el Patrimonio Audiovisual Español
El jueves, 27 de octubre de 2011, de 09:00 a 18:00 horas, la Biblioteca Nacional de España celebró el Día Mundial del Patrimonio Audiovisual con una Jornada sobre Patrimonio Audiovisual, organizada por el Departamento de Música y Audiovisuales de la Biblioteca Nacional de España y la Asociación Europea Txoke! Contando con el patrocinio de la Comisión Nacional Española de Cooperación con la UNESCO.
PROGRAMA
9.00 a 9.30h: Inauguración
Intervinieron: Consuelo Vázquez (Comisión Nacional Española ante la UNESCO), Alfonso Muñoz Cosme (IPCE) María Rosario López de Prado (Directora Técnica de la BNE)
9.30h a 11.00h: Mesa redonda: Fondos de investigadores
Coordinación: Amparo Amat Tuduri (BNE, Archivos sonoros)
Participaron: Joaquín Díaz (Fundación Joaquín Díaz), José Manuel Fraile Gil (folklorista), Ramón Pelinski (musicólogo) e Ingrid Kuschick (antropóloga)
11.30h a 13.00h: Mesa redonda: Conservación y preservación del Patrimonio Sonoro y Audiovisual en archivos y bibliotecas
Coordinación: Alicia García Medina (BNE, Archivos audiovisuales)
Participan: Luis Crespo Arca (conservador fondo sonoro, BNE), Rosa Ariza Chicharro (Archivo de la Palabra, RNE), Alfonso del Amo (sección investigación, Filmoteca) y Alberto de Prada (fondo documental, TVE)
14.30 a 16.00h: Mesa redonda: Difusión y restauración del Patrimonio Sonoro y Audiovisual
Coordinación: María Jesús López Lorenzo (BNE, Archivo de la Palabra)
Participan: Francis Ballesteros (Biblioteca Virtual Cervantes), Pedro de Arce Trujillo (fondo sonoro y Biblioteca Digital Hispánica, BDH), Raphaël Parejo-Coudert (etnomusicólogo) y Luis Galende (taller de digitalización, Filmoteca)
16.00h a 18:00 h: Conclusiones y clausura: José Carlos Gosálvez Lara (Director del Departamento de Música y Audiovisuales, BNE)
Presentación del CD “Cantares de Tetuán” en la Real Academia de Bellas Artes de san Fernando, en Madrid
El Quarteto de Urueña y Joaquín Díaz presentaron en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid el CD "Cantares de Tetuán".
El Quarteto dio un concierto sobre el trabajo grabado, tras una intervención de Joaquín Díaz que pronunció las siguientes palabras:
"Antes de comenzar y tras saludar la presencia de Don Antonio Bonet Correa, Director de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, quisiera agradecer sinceramente a esta Institución, y en especial a Don Ismael Fernández de la Cuesta, su vicedirector, las facilidades dadas para que la presentación tuviera lugar en esta casa.
Si me lo permiten, comenzaré mi intervención con algunos recuerdos personales: Mis primeros pasos como intérprete de folklore español, allá por los años 60 del siglo pasado, me condujeron inevitablemente a un repertorio complejo, variado, heterogéneo, en algunos de cuyos entresijos fui penetrando poco a poco, a veces con la ingenuidad y osadía de la juventud, a veces con el convencimiento de estar realizando una labor tan titánica como inútil, pero siempre con la curiosidad, que no me ha abandonado desde entonces, hacia lo diferente. Esa curiosidad me llevó, viviendo ya en Madrid en 1967, a acercarme a la librería del Consejo Superior de Investigaciones Científicas y a buscar en sus estanterías algunos cancioneros que avalaran desde una visión académica las teorías a las que iba llegando desde la posición empírica y entusiasta del bisoño recopilador de campo. Además de la relación inevitable entre algunos textos de la tradición y los cancioneros de los siglos XV y XVI -cuestión que ya había sido señalada en 1963 por el profesor García Matos en un artículo hoy ya clásico- me atraían especialmente la poesía y el teatro clásico de temática rústica, y el romancero. También me llamaron la atención, por el tono sugerente con que trataban todo lo judeo español, algunas de las publicaciones del Instituto Arias Montano, entre las cuales seleccioné y adquirí un libro de Michael Molho que describía la vida de los judíos de Salónica e incluía, con las correspondientes líneas melódicas, algunos de sus cantares. Precisamente poco antes, en una visita a Nueva York también en el año 1967, había recibido como regalo de Moses Asch, el infatigable luchador por las libertades de las minorías culturales, un precioso disco de su sello Folkways grabado hacía nueve años en el que la voz de una intérprete no profesional llamada Gloria Levy cantaba, simplemente con una guitarra y a veces una mandolina tocada por su madre Emilie de Vidas, una serie de canciones del repertorio sefardí. Algunos de esos temas, incorporados a las programas de mis actuaciones, me permitieron encontrar muy pronto el lado humano que todavía no había percibido en las simples lecturas bibliográficas sobre el legado de los judíos españoles.
Durante el verano de 1968 proliferaron mis actuaciones, llevándome una de ellas hasta Burgos, donde se celebraba un curso para profesores de español en los Estados Unidos. Tras el recital se me acercó un profesor con los ojos llenos de lágrimas y me mostró su extrañeza y su alegría por el hecho de que alguien incluyese en un repertorio escénico el tema "Abridme Galanica", que él había oído de pequeño tantas veces a su madre. Me preguntó si había estado alguna vez en Los Ángeles -ciudad en la que él vivía- y me invitó cordialmente a visitarle en su casa y conocer así a su madre y otras cantoras de la comunidad. Ya he escrito alguna vez que tardé más de un año en poder cumplir el compromiso y aún estuve a punto de no hacerlo por un problema de fechas si no hubiera mediado su tozudez y su amistosa insistencia. Sólo pude aceptar durante tres días su hospitalidad pero fueron más que suficientes para comprobar la fuerza que aún tenían tradiciones antiquísimas en una familia que ya se sentía, a casi todos los efectos, americana. José Benezra, que así se llamaba aquel sefardí de noble ascendencia y de tan generoso comportamiento, me demostró en poco espacio de tiempo que las buenas formas y el interés por conocer la cultura de los otros, son el principio de la convivencia en el mundo, por encima de religiones, creencias e ideas políticas. Durante esos días aprendí una bendición de la mesa, muchas canciones que me enseñó la abuela Benezra y aún me dio tiempo para asistir a un servicio religioso en la sinagoga el viernes para escuchar el himno "Quién como nuestro Dios" en un español de aroma antiguo y suave. Al regresar a España decidí grabar un disco completo con temas sefardíes y dediqué algún tiempo a seleccionar el material, buscando aquí y allá otras fuentes documentales, aunque siempre más preocupado por el resultado estético y por la interpretación cómoda que por un presunto purismo, imposible además en mi caso por el hecho de no haber nacido en esa tradición ni en la religión que en buena parte la dio origen.
Hace algún tiempo me escribía Joel Bresler, estudioso de la discografía sefardí aparecida desde la primera década del siglo XX hasta nuestros días, para preguntarme si había reparado en que, a partir de la publicación de mi primer disco con música judeo-española, se había multiplicado por cinco el repertorio conocido y por diez el número de canciones grabadas. Para apoyar la idea de que gran parte de ese maremágnum lo había provocado yo con mi ejemplo -no concretaba si bueno o malo- me recordaba el nombre de determinados intérpretes que no habían sentido sonrojo alguno al confesar la influencia de mis discos: Teresa Berganza, Pedro Aledo, Eleonora Alberti, el grupo Alondra, Equidad Barés, Soledad Bravo, Savina Yannatou, Felipe Curiel, Jack y Janet Esim, Fortuna, el grupo Gerineldo, los Páxaros Sefaradís, Lauren Pomerantz, The Voice of the Turtle, Nelly van ree Bernard, Aron Saltiel, etc, etc. Entre los investigadores, el más explícito era Edwin Seroussi quien, en un artículo publicado por la Universidad de Oxford, reconocía que "Díaz contribuyó a la difusión de la canción judeo-española popular. . . más que cualquier otro cantante", añadiendo como razón más poderosa para justificar lo amplio de esa difusión mi interés y el de otros artistas por elevar esas canciones al estatus de música artística.
Mi respuesta a Bresler, por si el recordatorio tenía algo de reproche, fue breve y tajante: cada uno es responsable de sus actos y no de los aciertos o errores de los demás. Es cierto que en mis grabaciones siempre intenté ampliar el repertorio existente con nuevos temas tomados de entrevistas orales, lo cual es probable que haya servido de invitación a otros intérpretes para hacer trabajo de campo. También reconozco que mi particular visión estética de la interpretación pueda haber inclinado a algún cantante o grupo hacia derroteros similares. Pero en lo que creo haber sido cuidadoso hasta la exageración es en la posibilidad, que siempre he dejado abierta tanto para mí como para los demás, de elegir sin presiones de ningún tipo el método y el estilo a seguir. Buena prueba de ello son las muy diversas tendencias que han observado en su trabajo quienes se enfrentaron al peculiar fenómeno de la música judeo-española tras haberla descubierto en mis discos.
Los repertorios lírico o épico-musicales de cualquier cultura se pueden abordar con ánimo y propósito bien diferente, pero lo que no puede olvidarse nunca es que ni pueden ser preservados por decreto ni pueden sustraerse a la influencia del entorno en el que sobreviven, influencia que luego contribuye -creo que positivamente- a ampliar los recursos limitados de las culturas endógenas, enriqueciendo o universalizando por consiguiente sus contenidos. Las dudas sobre los arreglos musicales las resolví de forma parecida a como había actuado ante el repertorio español: no podía convertirme en un simple repetidor de melodías o instrumentos de otras épocas. Me interesaba la esencia de esa música y me interesaba sobre todo porque había causado en mi interior una profunda emoción tras haber atravesado el tamiz de una formación occidental y de una cultura musical tan repleta de tendencias heterogéneas. No podía de pronto convertirme en una abuela sefardí y tratar de sublimar sus angustias o desasosiegos, sus recuerdos y alegrías. Suplantar no era el camino, sino intentar transmitir el sentimiento personal, privativo, que me había causado el encuentro con esa cultura.
Para los sefardíes que estaban fuera de este país pronunciar el nombre de España era sagrado; he visto a muchos sefardíes de edad avanzada emocionarse con sólo mencionar a "la España" y les he oído describir calles o rincones de Toledo como si los hubiesen recorrido sin haber estado allí jamás. Esto, que al principio me parecía un exceso literario o un tópico poco objetivo, he tenido que aceptarlo como una realidad enternecedora que me ha conmovido tanto como el descubrimiento de una poética común.
Pues bien, este largo exordio viene a cuento porque, tras haber editado seis discos sobre música sefardí pensé que había agotado definitivamente el cupo de ese repertorio. Hace unos años, sin embargo, se produjo la circunstancia que menciono en la presentación del CD que hoy nos trae aquí:
Y esa circunstancia es, que a finales de 2009 decidimos Luis Delgado y yo que tendríamos que grabar algo juntos aunque no fuese más que para demostrar que vivíamos en el mismo sitio y teníamos gustos musicales comunes. Entre los posibles temas salió el Cancionero de Arcadio de Larrea. César Carazo uno de los miembros fundadores del Quarteto de Urueña había hecho algunas transcripciones y adaptaciones de una docena de romances del libro -cantares los llamaban en Tetuán-, y a Luis Delgado y a mí nos pareció la ocasión perfecta para recordar al autor y a su trabajo casi seis décadas después de la aparición del Cancionero en el Instituto de Estudios Africanos.
Antes de la recopilación de Larrea, por supuesto, muchos cancioneros fueron sacando a la luz las joyas que atesoraba el legado particular de los judíos de Marruecos. Desde 1896 en que Salomon Levy envía tres romances de Orán a Menéndez Pidal o Baruch Bentata anota el romance de "Victorioso vuelve el Cid" en un cuaderno personal, habían pasado muchas cosas. Cantores y cantoras habían colaborado con anotadores y anotadoras para que la tradición, al menos la oral y la escrita, no desapareciese. No hubiese venido mal una tercera vía de estudio, la del reconocimiento del imaginario poético y fantástico de los judíos españoles, a la hora de explicar por qué personajes como el Cid sobrevivieron entre ellos hasta nuestros días gracias a esos "cantares" o romances en los que se hablaba de lugares tan lejanos (Toro, Burgos, Cardeña) y de hazañas "retocadas" pero indefectiblemente heroicas. ¿Qué extraña connivencia con el ámbito del mito llevaba a una mujer sefardí de Tetuán, por ejemplo, a recordar la leyenda de Belissent, la hija de Carlomagno, y retenerla en la memoria? ¿Y qué atractivo podía tener para la comunidad judeo-española la historia de Bernardo del Carpio cuando ya estaba olvidada en su lugar de origen? Algo de eso explica Baruj Garzón, desde el lenguaje del afecto y la emoción, al hablar en la presentación de este CD del "embeleso" que producían estos temas.
Añadiré a la mención de las primeras recopilaciones, el esfuerzo realizado después por el propio Menéndez Pidal, por Manrique de Lara, Manuel Ortega, Juan Martínez Ruiz, Paul Benichou (sin olvidar los estudios sobre la Haketía de José Benoliel) o, más recientemente, los trabajos de Samuel Armistead o Susana Weich-Shahak para difundir el cancionero sefardí del norte de Africa. Tras la edición en 1952 de los temas recolectados por Arcadio de Larrea surgieron muchas dudas acerca de la metodología que empleó, dudas que quedaron resumidas y reflejadas con elegancia y corrección por Paul Benichou en su Romancero Judeo-español de Marruecos. Remito a quien desee profundizar en ese aspecto al texto publicado por Castalia, aunque rescato de entre las puntualizaciones de Benichou un par de aspectos: uno, sería el de la antigüedad de las versiones y el otro el de la transcripción de los textos de algunos de los romances o cantares. En el primer caso, Benichou se inclina a creer, siempre con prudencia, que la mayor parte de los romances viejos pertenecían a la tradición que los sefardíes se llevaron de España, a la que vino a añadirse a mediados del siglo XIX un repertorio más moderno procedente de pliegos de cordel y otras fuentes. Respecto a la transcripción, Benichou se lamenta del poco cuidado que Larrea puso en la edición, tema al que volvió a referirse en 1960 en un artículo publicado en la Nueva Revista de Filología Hispánica.
Pese a todo, hay que recordar que Arcadio de Larrea era fundamentalmente músico lo cual, si no le inhabilita ni le disculpa para el conocimiento de otras disciplinas, al menos enfoca y justifica esta breve alusión a su persona y su trabajo que desarrolló, según él mismo confiesa, en contacto con unos pocos círculos tetuaníes: los Farachi, los Fimat, los Benchimol, los Chocrón. . .
Otra cosa más y ésta es la última. A pesar de llevar tantos años recopilando e interpretando el repertorio tradicional, sigue impresionándome la facilidad con la que los especialistas en oralidad son capaces de comunicar su imaginario, es decir el conjunto de conocimientos que formarían parte de la mentalidad colectiva, y sigue impresionándome asimismo la naturalidad con que evocan el pasado y lo hacen presente. Esther Bendaham escribió en un artículo dedicado a la memoria de Jacob Hassan: "También recuerdo que en Tetuán, la ciudad sefardita casi española, casi marroquí, que decía de sí misma que era una pequeña Jerusalén, éramos todos reyes y reinas. "Mi rey, mi reina" era una de las frases más repetidas en el "reino de Tetuán", tanto que parecía una ciudad en la que sus ciudadanos fuesen un pueblo de monarcas."
Tal vez esa relación permanente, cotidiana y familiar con la realeza haya hecho más sencillo el mantenimiento de ese imaginario popular en el que reyes, reinas y princesas manifestaban su carácter y hablaban de sus sueños y sus deseos con absoluta normalidad. Todo eso y muchas más cosas han estado presentes en nuestra interpretación, de la cual van a escuchar a continuación una selección.
Convocatoria del Premio Internacional Margit Frenk
Con el objeto de reconocer toda una trayectoria científica ejemplar como la de la profesora Margit Frenk, la sociedad «Lyra Minima», en colaboración con el Centro de Poética del Instituto de Investigaciones Filológicas de la Universidad Nacional Autónoma de México, el Seminario de Estudios Medievales y Renacentistas de la Universidad de Salamanca, la Fundación Machado de Sevilla, la Fundación Joaquín Díaz, el Centro de Estudios Cervantinos, la editorial "El jardín de la voz", la Universidad de Zürich, la Universidad de La Plata (Argentina), la Universidad de Algarve y la "Cátedra Luis Cernuda" convocan al Premio «Margit Frenk» a la investigación sobre tradiciones poéticas, de acuerdo a las siguientes:
BASES
1. El premio se otorgará a la mejor investigación sobre tradición o historia poética de los siglos XVI al XXI, con especial atención al estudio de géneros, tradiciones, poesía popular oral o escrita, usos poéticos, así como a su entorno musical, etnográfico, histórico y literario y su fundamentación teórica.
2. El premio consistirá en la publicación digital del trabajo en la editorial "El jardín de la voz" (www.eljardindelavoz.com). Asimismo, la Fundación Joaquín Díaz, la “Cátedra Luis Cernuda” y la Universidad de La Plata aportarán los recursos para la publicación en formato impreso del trabajo ganador. Además, el ganador recibirá una estancia de tres semanas en el Instituto de Investigaciones Filológicas de la UNAM y un pasaje aéreo hacia y desde México en las fechas que acuerden las autoridades del Instituto de Investigaciones Filológicas de la UNAM.
3. Los trabajos participantes deberán ser presentados en soporte electrónico y soporte impreso en un ejemplar escrito en hojas tamaño carta o A4, por una sola cara y engargolado.
4. Los trabajos participantes no podrán tener menos de 40.000 ni más de 60.000 palabras de texto, incluyendo cuadros, esquemas y bibliografía. No se admitirán ensayos. El tipo de fuente debe ser Times New Roman de 12pts y espacio interlineado de 1.5. Los trabajos deberán ser presentados en español.
5. Podrán participar todos los investigadores menores de 40 años o menos a la fecha de la entrega del premio.
6. Cada participante podrá presentar sólo un trabajo.
7. Se pueden presentar trabajos en coautoría por no más de dos personas.
8. El autor o autores deberán entregar una carta en la que explícitamente se certifique que el trabajo es inédito y que no se ha sometido a dictaminación para su publicación en otros medios académicos.
9. El tiempo límite para enviar los trabajos será el día viernes 17 de mayo de 2013 a las 18:00 horas. Los trabajos en soporte electrónico deberán enviarse a la siguiente dirección de correo electrónico: lyra.minima@gmail.com y los trabajos impresos deberán tener sello de correo con esta fecha como límite de envío y ser dirigidos a:
Dra. Mariana Masera
Premio MARGIT FRENK
Centro de Poética. Instituto de Investigaciones Filológicas
Circuito Mario de la Cueva S/N. Ciudad Universitaria. CP 04510. Delegación Coyoacán. México, D.F. - MÉXICO
10. El jurado del premio estará integrado por un presidente y cuatro vocales, tres de los cuales serán propuestos por las instituciones mencionadas en los antecedentes, más una secretaría permanente que recae de oficio en la persona que ejerce la Coordinación General de «Lyra Minima». En caso de que el jurado lo estimara oportuno, podrá recabar información o peritaje científico a expertos en el área.
11. El fallo del jurado será inapelable. El jurado podrá declarar desierto el premio. La decisión del jurado se hará pública el viernes 25 de octubre de 2013 en la página web www.lyraminima.culturaspopulares.org. Se informará de manera directa a quien gane el premio. El premio se entregará al ganador(a) en México, durante la realización de la estancia en la UNAM.
12. Los materiales enviados sólo serán devueltos si son recogidos personalmente o con carta poder en la sede del Instituto convocante, en los siguientes 30 días hábiles después de que se haga público el veredicto del jurado. Los documentos que no se recojan durante ese periodo serán destruidos.
13. Quienes participen en el certamen aceptan someterse a las disposiciones establecidas en las presentes bases.
14. Cualquier caso no previsto por esta Convocatoria será resuelto por el jurado.
Para más información, dirigirse a:
Dra. Mariana Masera
Premio MARGIT FRENK
lyra.minima@gmail.com
Tel. (52) 55 56 22 74 92
Junta de Patronos
La Fundación celebró su Junta de Patronos para aprobar las actividades de 2012.
Entre las mismas destacan por su interés dos simposios, que tendrán lugar en abril y en julio, dedicados al patrimonio inmaterial ("La Voz y la emoción") y la Literatura popular ("El mundo al revés").
Tres exposiciones, dos en la Sala de Calderón y la sala de la Casa Revilla con la Fundación Municipal de Cultura de Valladolid, mostrarán "La Historia del Traje y de la Moda" a través de la colección de grabados de los siglos XVIII, XIX y XX que existe en la Fundación, y una colección de fotografías antiguas de Valladolid; la tercera mostrará en el centro e-Lea "Miguel Delibes" de Urueña una colección de estampas del mundo al revés procedentes de Alemania, Francia, Italia y España, de la Colección de Jesús Martínez.
En el apartado de publicaciones, la Fundación continuará editando la Revista de Folklore (12 números anuales, más un Anuario, que se pueden descargar de la dirección www.funjdiaz.net/folklore), las Actas de los simposios del pasado año y el Boletín de la Fundación, "Parpalacio".
Un apartado especial lo constituirá el "Cancionero Virtual", que permitirá a profesores y alumnos descargarse canciones, romances y cuentos directamente desde la página de la Fundación. Además podrán escucharse las versiones originales en formato mp3.
La colección de pliegos de cordel está siendo escaneada gracias a un convenio con la Biblioteca de Castilla y León y ya pueden verse en la Red más de tres mil de entre los seis mil que actualmente posee la Biblioteca de la Fundación.
Finalmente, se ha abierto en la página web una dirección desde la que cualquier persona puede aportar datos a la gran base de datos que abarca 10.000 documentos sobre el comercio y la industria de Valladolid (www.funjdiaz.net/comercio). Del mismo modo se ha comenzado un nuevo trabajo sobre las fábricas y comercios de la provincia vallisoletana.