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En el antiguo Egipto existió un tipo de sistro -el denominado sejem (fuerza)- que se componía de dos partes; en la superior tenía un bastidor curvado y atravesado por tres o cuatro varillas en las que unas sonajas producían un sonido metálico. La parte inferior era un mango -adornado muchas veces con la imagen de Hathor o de otras divinidades relacionadas, como su hijo Ihy, que en algun relieve aparece con el instrumento en la mano- que servía para empuñar la pieza. También se utilizó en ceremonias en honor de otras divinidades y en el culto a los muertos, ya que se decía que su sonido era agradable a los dioses y servía para alejar influencias negativas. La diosa Hathor, cuyo nombre significaba “la casa de Horus”, poseía una fuerza dual, por un lado proporcionaba la fertilidad y la vida nueva, pero por otro la aniquilación. Una parte de sus rituales votivos estaba encaminada a apaciguar su lado peligroso para lo que se sacudía el sistro -objeto que en alguna representación aparece en manos de la diosa- como una forma de controlar sus reacciones.

Parece que la forma de usarlo era manteniéndolo vertical y moviéndolo hacia adelante como si se fuera a golpear con él un objeto invisible, haciendo desplazarse de ese modo las sonajas y obteniendo un sonido con el que se remarcaba algún pasaje del himno que se estaba entonando. Hay abundante iconografía en la Capilla Roja del templo de Hatshepsut en Karnak.

Si se observan algunas representaciones murales parece que pudo haber una rama sacerdotal especialmente entrenada y dirigida por un miembro de más rango (normalmente la esposa del Sumo Sacerdote), para hacer sonar el sistro. Tales sacerdotes o sacerdotisas debían aprender a tocar el instrumento, acomodar su uso a la liturgia y conocer perfectamente el momento en el que debían intervenir, según el rito, y cómo hacerlo. En la época grecorromana el sistro se mantuvo vinculado al culto de Isis. Son famosos los ejemplares de bronce hallados en el templo de Isis de Pompeya, siguiendo la tipología egipcia.

Pero es que en la actualidad todavía se puede escuchar el sonido de los sistros en las ceremonias religiosas cristianas de Etiopía último vínculo con la tradición faraónica. Las iglesias de Etiopía siguen siempre la misma distribución, copiando la estructura del Templo de Salomón. El Quene Mahalet es el lugar donde se realizan los rezos y servicios religiosos, en el Queddest (Santo) es donde tiene lugar la misa y la comunión y el Queddus queddusan, al que sólo pueden acceder los sacerdotes, es el lugar donde se guardan los sagrados Tabot (réplicas del Arca de la Alianza).

Los sistros etíopes, al igual que los egipcios, estaban hechos de madera, porcelana o cerámica, aunque el tipo más frecuente era de metal, habitualmente plata aleada con metales férricos. El sistro utilizado en las iglesias ortodoxas etíopes, así como en las sinagogas fellasha se conoce con el nombre de tsenatsil o tsanetsel. Los fellasha dicen ser descendientes directos de los sacerdotes hebreos que llegaron a Etiopía acompañando a Menelik I, rey de Aksum. Se llaman a sí mismos "Los hijos de Israel," y a su comunidad Bet Israel o "Casa de Israel".

En la mayoría de los cultos, el sistro se identificó con el poder votivo. Los sistros de Etiopía eran usados hasta tiempos recientes sólo por hombres, diáconos y sacerdotes, para acompañar los cantos sagrados. Por las relaciones estrechas entre las prácticas de etíopes y judíos en el uso del sistro, en ambas culturas era usado por sacerdotes varones aunque, como veremos en el video siguiente, en algunos himnos, sobre todo de la liturgia de navidad pueden ser usados también ahora por mujeres, lo que les devuelve a su funcionalidad original en la que hombres o mujeres (las hemet nethyer) podían usarlo. Su función socio-religiosa se evidencia por su popularidad en muchas comunidades judías del norte de África y el Medio y Cercano Oriente, donde acompaña a los cantos sagrados exclusivamente. Algunos idiófonos metálicos tuvieron el papel de proteger al portador contra los malos espíritus en la vida y después de ella, por eso en muchas culturas orientales de África y el Cercano Oriente siguen utilizando sistros en los ritos de iniciación y circuncisión.

Si hay algo que caracterice la liturgia etíope son sus cánticos y danzas, que se remontan a la tradición contenida en los libros de San Yared. Según la tradición, a inicios del siglo VI, el joven aksumita Yared, cansado de memorizar textos religiosos, abandonó el estudio y se fue al campo. Empezó a llover y Yared buscó cobijo debajo de un árbol donde se dedicó a observar cómo una oruga, con paciencia y empeño, alcanzaba las hojas tiernas del árbol que le iban a proporcionar el alimento. Esta visión le hizo reflexionar y llegó a la conclusión de que, usando esas mismas virtudes, podría dedicar mayor atención a los estudios religiosos. Se dedicó con ahínco a ellos de nuevo y adquirió tal conocimiento que Dios mandó a tres de sus ángeles para que lo transportaran al cielo y allí aprendiera de los pájaros los cánticos religiosos. A su regreso del cielo transcribió estos himnos a pergaminos y fueron introduciéndose paulatinamente en los monasterios. Estos himnos, denominados Zema, eran acompañados por una flauta (inzira), un instrumento de cinco cuerdas (masinquo), un sistro (tsenatsil), un gran tambor (quebero) y un arpa (begena). Cuenta la tradición que cuando San Yared le dio a conocer a Gebre Meskal, rey de Aksum, sus cantos, éste quedó tan fascinado que sin darse cuenta, hirió a Yared con la lanza con la que estaba marcando los ritmos de la melodía. Para compensarle del dolor, Gebre Meskal se comprometió a satisfacer el deseo del santo de difundir sus cánticos por todo el reino. A San Yared se debe también la introducción de la mekuania, un bastón con empuñadura en forma de T que llevan todos los sacerdotes, dabtaras y monjes en los oficios. Su función rítmica es primordial, pero también es empleada para apoyar el peso del cuerpo en los largos oficios religiosos.

Toda la liturgia etíope festiva es cantada y en ella aparecen diversos tonos, el normal, el alegre para las festividades y el triste para los días de ayuno. Los dabtara ejecutan los cánticos de pie y los acompañan con movimientos ondulantes, hacia adelante y hacia atrás o en círculo, llenos de solemnidad, como vamos a ver. Al mismo tiempo elevan y acercan al suelo el bastón simbolizando que Cristo bajó a la tierra y subió al cielo.

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Nuevas adquisiciones de instrumentos musicales

 

Se recibieron como donación en la Fundación, dos sistros etíopes y un piano Montano. Se adquirió una mandolina fijada a un tripodisón.

Dionisio Aguado inventó un soporte, al que denominó “tripodison”, para que el artista pudiera colocar en él la guitarra e interpretar sobre el instrumento sin apenas tocarlo, es decir, evitando el contacto del brazo derecho sobre la caja y la presión de la mano izquierda sobre el mástil. El invento de Aguado, que había explicado en su obra “La guitarra fijada sobre el Tripodison. Observaciones sobre el modo de usarlo con éxito”, tuvo una salida espectacular, en buena parte debida a los avales de guitarristas como Sor, pero se quedó después en un intento más de transformar el instrumento en un objeto pretendidamente no contaminado y dotado de una pureza que ni tuvo en sus orígenes ni le correspondía por su historia.

Sor estaba convencido de que el invento de Aguado daba al intérprete facilidades para poder tocar una pieza sin necesidad de sufrir algunas de las obligaciones que el simple manejo de la guitarra exigía, y todo ello sin entrar en el terreno de la melodía, el bajo y la estructura armónica. En la explicación facilitada por el propio Aguado en su Nuevo método de guitarra (Madrid, 1834) se insistía en que la guitarra quedaba “como en el aire” gracias al sistema que permitía apoyarla sólo en dos puntos, uno en la base de la caja y otro en la unión del mástil con el clavijero. La columna o vástago que unía las tres patas con el brazo de hierro en que se fijaba la guitarra, se podía subir y bajar para mayor comodidad del intérprete, colocándolo en cada ocasión a la altura deseada.

Sor escribía, totalmente convencido de la eficacia del trípode: “Ese pie, que sostiene la guitarra a la altura y en la posición que conviene a cada ejecutante, ayuda a los medios de interpretación que se deberían emplear para sostener el mango o para presionar el cuerpo del instrumento con el brazo derecho para fijarlo. Al no tener que ocuparme más que de la digitación y de la producción del sonido, puedo colocar mi mano izquierda de manera que encuentre en las yemas de mis dedos lo que estaría obligado a buscar a cada instante si sostuviera el instrumento a la manera de la mayoría de los guitarristas; o bien, si quisiera sostenerlo como es debido, me expondría a que el peso del mango lo hiciera cambiar de dirección en los movimientos o a que en una transición rápida de arriba abajo lo dejara un momento libre y mis dedos no encontraran la cuerda en el punto deseado”. En unos papeles que se hallan en los archivos de la Fundación y que pertenecieron a un guitarrista vallisoletano, Pedro Pascasio Calvo, se puede ver -dibujado por el mismo intérprete- cómo era este aparato y la forma de sujetar en él el instrumento. También podemos contemplarlo en un grabado de época en el que se ve al propio Aguado tocando cómodamente la guitarra, que va apoyada en el famoso “tripodison”. Lo de “cómodamente”, está dicho sin exageración, ya que una de las preocupaciones de los intérpretes de este instrumento ha sido, desde siempre, la postura que debían adoptar para tocar y ensayar sin cansarse y además con las mayores garantías de consecución de un sonido limpio. Por lo que se puede apreciar en el grabado, probablemente Aguado inventó el soporte para el pie izquierdo -que finalmente se hizo tan popular entre los guitarristas clásicos- después de haber probado suerte con el trípodison mencionado y sólo para los casos en que no se pudiera contar con la eficacia y comodidad del trípode, ya que los dos pies del músico, como puede comprobarse, están en el suelo y la silla en la que está sentado es más bien alta.


Joaquín Díaz en la Universidad Internacional Menéndez y Pelayo (UIMP)

Durante los días 9 al 15 de agosto de 2010 Joaquín Díaz impartió el taller "Música, tiempo y espacio: la interpretación de la música tradicional" en los cursos de verano de la Universidad Internacional Menéndez y Pelayo (UIMP).

La expresión "cultura tradicional" comprende un amplio abanico de costumbres, usos y conocimientos, transmitidos de generación en generación. Muchos de ellos tienen una gran antigüedad y, por lo mismo, se han ido puliendo, perfeccionando en su contenido al pasar el tiempo; otros son más modernos pero poseen al menos un estilo y unas características comunes que los definen como propios de un lugar y unas gentes. Parte de esos conocimientos pertenecen al acervo común de la humanidad y se transmiten en forma de relatos o expresiones populares; otros han nacido al abrigo de lo local y por tanto pueden calificarse de autóctonos.

No todos los individuos son creadores y transmisores de cultura popular. Más bien son escasos -uno o dos por cada pequeña comunidad que disfruta de un habitat y un patrimonio oral y material común- los personajes que dirigen su atención e interés a inventar o memorizar las expresiones que representan a ese colectivo. Gracias a ellos, sin embargo, gracias a su alto grado de especialización y dedicación, todo ese bagaje cultural se ha mantenido y renovado.

Este taller estuvo dedicado a dar a conocer los recursos que han usado a lo largo de la historia esos personajes, analizando parte de su repertorio y ayudando a conocer mejor las claves por las que se convirtieron en comunicadores indispensables de cultura.


Congreso sobre la Música en la Mitología Clásica

La Universidad de León organizó un curso dedicado a las relaciones entre música y mitología en el que intervino el Director de la Fundación con el tema “Origen mitológico de algunos instrumentos musicales”.

Folleto del curso en formato PDF.


Exposición de instrumentos mecánicos

Del 1 al 31 de octubre, en la sala de exposiciones del Teatro Zorrilla de Valladolid tendrá lugar la muestra “Instrumentos mecánicos” con fondos de la Fundación no expuestos en el museo.

Catálogo de la exposición en formato PDF.


Congreso europeo sobre Patrimonio inmaterial

En Bilbao, entre los días 13 y 15 de octubre, tendrá lugar un congreso internacional sobre cultura inmaterial al que asistirán representantes de diferentes países. La Fundación estará representada por su Director que intervendrá con la ponencia “Mentalidad y recursos expresivos en el patrimonio inmaterial”.

Programa del congreso en formato PDF.


Lyra minima

En San Millán de la Cogolla, de los días 20 al 23 de octubre, se reunirá el VI Congreso Internacional de “Lyra Minima” en el centro del Cilengua. La reunión está dedicada a la memoria del hispanista Alan D. Deyermond con el siguiente programa:

Programa del congreso en formato PDF.








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