Sacramentos: La confesión
Dos franjas, superior e inferior, están divididas cada una en tres escenas; en el centro se aloja un dibujo grande.
1. Este dibujo grande presenta a Jesús conversando con cuatro apóstoles. No hay elemento alguno que permita concretar el momento de la conversación y conectarlo con algún pasaje de los evangelios. Podría servir para cualquier momento. De ahí el desconcierto que se desprende directamente de la escena. Una explicación adjunta, la de Balcells, a la que me he referido en la introducción, proporciona la clave para desentrañar la escena. Recoge las palabras de Jesús: “Id y enseñad a todas las gentes, bautizándoles en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. A aquellos a quienes perdonareis los pecados los pecados les serán perdonados, y retenidos a aquellos a quienes se los retuvierais”.
En realidad tales palabras constan en dos momentos distintos, que el comentarista ha fundido, con un criterio no demasiado riguroso: la primera frase aparece en Mt. 28, 19, al momento de la despedida de sus discípulos; la segunda frase aparece en Jn. 20, 23, la tarde del día de la resurrección, al manifestarse a sus discípulos. Si el dibujo remite a este segundo momento, no aparecen los once apóstoles sobrevivientes —diez en aquel momento, por la ausencia de Tomás—, ni Jesús tiene ninguno de los atributos habituales de su resurrección.
2. Escena de la pecadora arrepentida que unge los pies de Jesús (Lc. 7, 36-50). El comentario la identifica con María Magdalena, cuando no hay dato alguno que permita tal identificación. (El otro relato parecido, Jn. 12, 1-8, sitúa la escena en Betania, en casa de Lázaro, María y Marta, y precisa que es María, hermana de Lázaro, quien perfuma los pies de Jesús.)
3. El dibujo muestra el reencuentro del padre abandonado por su hijo, y que se goza con el retorno de éste: “Estando él todavía lejos, le vio su padre y, conmovido, corrió, se echó a su cuello y le besó efusivamente” (Lc. 15, 20): La parábola ya había aparecido, más desarrollada, en la lámina 28.
4. El ángulo superior derecho está ocupado por un dibujo en que hay un joven que está rompiendo y arrojando al fuego unos libros que se suponen dañinos. El pie de la lámina aclara: “Propósito eficaz”, que es el que hace desaparecer las ocasiones de pecado. Inevitablemente el recuerdo vuela a la lámina 39, cuadro 1, en que las malas lecturas provocaban malos pensamientos.
5. La franja inferior, a la izquierda, alberga un dibujo titulado “La confesión mala por vergüenza”. Aparece un joven arrodillado ante el sacerdote, en el acto de la confesión, pero una mano, negra, le atenaza el cuello. Es el demonio que induce al silencio culpable por vergüenza, al callar un pecado que debía manifestar.
6. En contraste, saltando al extremo derecho de la franja inferior, está representada “La confesión buena”. En este caso no ha habido omisión de pecados, ni de ninguna otra de las condiciones de la confesión, y el demonio huye airado sin conseguir sus propósitos (también en la lámina 21, cuadro 1, y en la 50, cuadro 2, el demonio abandona la escena chasqueado por no haber conseguido sus deseos). Un ángel espera con la vestidura blanca al arrepentido (lámina 47).
7. En la parte central de la franja inferior se presenta a una persona en oración; el pie aclara el sentido: “La penitencia o satisfacción”, impuesta por el sacerdote tras el perdón de los pecados.
Luis Resines