Creo en el Espíritu Santo
Lámina subdividida en tres partes: la mitad superior constituye un cuadro, y la mitad inferior aloja dos.
1. El dibujo superior presenta, conforma a la explicación del pie de la lámina, la “vida ignorante de los apóstoles antes de ser llamados por Cristo”. Aparecen unos pescadores; dos arrastran hasta tierra con sogas la barca, en la que regresan otros cuatro pescadores; otro barco está amarrado a la orilla. El marco es idéntico al de la lámina 9, cuadro 1, donde aparecía Jesús hablando a la gente desde el barco. Ahora no aparece Jesús, porque la idea es presentar el contraste entre los apóstoles antes y después de ser llamados por Jesús. Su condición ignorante no la manifiesta el dibujo, sino más bien su vida laboral. Otra cosa es que, por deducción, o por conocimiento del ambiente, resulta fácil llegar a la conclusión de que no brillaban por su sabiduría, excepción hecha de lo que se refiere a las artes de la pesca.
2. Tras la venida del Espíritu Santo (dibujo inferior izquierda), dos apóstoles aparecen predicando a algunas personas la buena noticia de Jesús de Nazaret (uno de los libros que comentan estas láminas sugiere que el personaje central es Jesús, y que los apóstoles, junto a Él, aprenden la forma de comunicar el evangelio a los hombres).
3. La tercera escena (inferior derecha) es pura ficción, aunque aparezca —sin ningún rasgo diferenciador— como hecho histórico: Pedro despide y bendice previamente a los apóstoles, que parten hacia destinos variados para anunciar el evangelio. Están los doce, de los que diez han ido abandonando el punto de partida. Pedro todavía no lo ha hecho, porque está imponiendo las manos sobre el último apóstol, dispuesto ya a salir. Algunos se despiden a distancia.
Tradiciones pintorescas, pero poco comprobadas, han fijado el hipotético destino de cada apóstol. Además, otra tradición, carente de fundamento, aseguraba que compusieron el credo —llamado por eso mismo “apostólico”— antes de despedirse y dispersarse.
Luis Resines
