Sacramentos: Figuras de la eucaristía
Tres franjas: la superior estrecha, y la inferior ligeramente más ancha, que dejan espacio amplio para el motivo central.
1. El primer dibujo, en la franja superior, muestra la comida del cordero pascual (Ex. 12, 1-14). No obstante, resulta significativo que el dibujante haya cometido un error al mostrar la comida en familia, como estaba prescrito, pero que no aparezca una sola mujer. Los que aparecen son todos varones, que están en pie, vestidos, con el bastón en la mano, dispuestos a salir huyendo en cuanto se produzca el momento previsto de la llamada.
2. Presenta al pueblo judío recogiendo el maná en el desierto, en tanto que Moisés suplica a Dios el alimento en favor del pueblo. Abandonando ligeramente el relato bíblico, el dibujante presenta el maná como llovido del cielo, que está siendo recogido tanto en el suelo, como por una mujer en el regazo de su vestido; el relato del Éxodo lo presenta como una capa que cubría la superficie del desierto, una vez que se hubo evaporado el rocío que lo cubría por la mañana (Ex. 16, 14-35). Como figura de la eucaristía, el paso que el dibujo no contempla es el que hay entre el significante y lo significado. Habría que acudir a Jn. 6, 32-33: “No fue Moisés quien os dio el pan del cielo; es mi Padre el que os da el verdadero pan del cielo, porque el pan de Dios es el que baja del cielo y da la vida al mundo”. Y también a Jn. 6, 49-50: “Vuestros padres comieron el maná en el desierto y murieron; éste es el pan que baja del cielo, para que quien lo coma no muera”.
3. En la zona inferior hay tres cuadros. El primero de la izquierda enseña a Melquisedec ofreciendo a Abraham pan y vino (Gn. 14, 17-20). Estos alimentos —aun siendo tan comunes— serán interpretados como figuras de la eucaristía, a la vista de lo que Jesús llevó a cabo en la cena previa a su muerte.
4. Representación del arca de la alianza construida tras el Éxodo, en la que se conservaban los instrumentos de la ratificación del pacto entre Dios y el pueblo judío (Ex. 25, 10-16; 37, 1-9). Como el propio Jesús manifestó, la ofrenda de sí mismo en la eucaristía y en la cruz eran la realización de una alianza nueva (Lc. 22, 10), que dejaba desfasada e inservible la alianza anterior, que, por lo mismo, se convertía en vieja. Por eso, el arca era vista también como figura premonitoria de la eucaristía.
5. El cuadro último presenta al profeta Elías en el momento en que recibe del ángel el pan cocido en un horno de tierra, en su camino hacia el Horeb: “Se recostó y quedó dormido, bajo una retama. Pero un ángel le tocó y le dijo: ‘Levántate y come’. Miró y a su cabecera había una torta cocida sobre piedras calientes y un jarro de agua. Comió y bebió y se volvió a recostar. El ángel de Yahvéh volvió segunda vez, lo tocó y le dijo: ‘Levántate y come, pues el camino ante ti es muy largo’” (1 Re. 19, 5-7). En lugar de una retama, aparece un corpulento árbol en el dibujo. Apoyado en él, Elías recupera fuerzas con el alimento que el ángel le proporciona.
Luis Resines