LA ERA DEL BIEN Y DEL MAL

El pecado



Un gran cuadro central, y, alrededor de él, ochos cuadros de tamaños variados. El orden de los cuadros aparece marcado por los números correspondientes.

Comienza la parte cuarta de colección de láminas: pecado y novísimos (cinco láminas).

1. El motivo de la lámina, en conjunto es el pecado, pero el cuadro central se refiere al pecado original. Es inevitable volver la vista a la lámina 6, que planteaba idéntica cuestión, así como algunas de sus consecuencias.

El cuadro ha sido dibujado como si se tratara de una escena esculpida en mármol, en bajorrelieve. Con dibujo magistral y sin recurrir al color, aparece la escena en que la mujer toma el fruto del árbol, a la vez que le ofrece al hombre, en presencia de la inevitable serpiente (Gn. 3, 1-6). En el ángulo superior derecho de esta imaginaria plancha de mármol aparece la imagen de María, como representación de la promesa de salvación efectuada por Dios para no dejar que el pecado tuviera la última palabra (Gn. 3, 15).

2. Si el pecado original, o mejor, el origen del pecado, hacía referencia al de cualquier pecado, también de forma simbólica el cuadro segundo presenta la situación de cualquier pecado, al presentar a un hombre que desde un extremo de la escena está apedreando las tablas de la ley, los mandamientos de Dios. Apedrearlos, despreciarlos, incumplirlos, dejarlos de lado: cualquiera de estas situaciones se encuentra bajo el nombre genérico de pecado que la lámina presenta en conjunto.

3. Una consecuencia del pecado es la muerte, representada con inusitada belleza, en una figura gallarda y robusta de un hombre joven provista de la clásica guadaña; en la imagen no hay nada tétrico. Aparece, a un lado, un reloj de arena que recuerda el imparable paso del tiempo que termina con la muerte.

4. Otra consecuencia del pecado es la pobreza: una mujer con una olla grande en las manos echa parte de la comida en una olla pequeña que sostiene una niña, que, junto con su madre, tienen que acudir a la ayuda ajena.

5. La enfermedad es otra consecuencia del pecado: un hombre está en la cama, con la cabeza vendada, en tanto que, a su lado, una mujer le sostiene la mano débil.

6. La última consecuencia directa del pecado es el homicidio, propuesto no tanto como consecuencia directa, sino como prototipo de un pecado especialmente rechazado por la gravedad que conlleva: dos hombres luchan y el que está en pie blande un cuchillo que está a punto de hundir en el cuerpo del que yace a sus pies, incapaz de defenderse.

7. La escena séptima presenta otra consecuencia del pecado: su destino es el infierno. Un pecador está encadenado a un diablo, mientras un ángel con los brazos y alas extendidos impide el camino hacia el cielo y otro ángel se lamenta de su suerte.

8. La última escena, parecida a la anterior, tiene la diferencia de que se muestran tres oportunidades. La del cielo también está vedada por un ángel con brazos y alas extendidos. Pero el pecador no está en poder del demonio, quien invita hacia el infierno, mientras que el otro ángel le invita al purgatorio, a fin de que se libre de los pecados, y llegue a disfrutar de la gloria.

El bien y el mal en pugna. El pecado que arrastra al mal, y que impide que el bien aparezca en todo su esplendor.

Luis Resines













Exposición