La mejor manera de exponer sucesos admirables es contar lo ocurrido con sencillez.
En las afueras de Belén había una cueva abierta en las entrañas de una roca. “Y mientras estaban allí se cumplió el tiempo en que María debía dar a luz”. Prodigio anunciado por Isaías 700 años antes: “Una virgen concebirá y parirá un hijo”. Y como un rayo de sol sale por un cristal sin romperlo ni mancharlo, nace la LUZ del MUNDO. Luz que sobre la cuna del pesebre ya se hace CRUZ salvadora.
MARÍA, envuelta en el recogimiento de esa luz, le arropa, le contempla, le ama, le adora. El carpintero JOSÉ, recibe temblando de amor la luz sin ocaso y, en adoración, quiere ser útil candelero.
Un coro de ÁNGELES alaba a Dios: “Gloria a Dios en el cielo y paz a los hombres que ama el Señor”.
Atraídos por el canto y la radiante luz de la gruta se acercan los PASTORES, primeros adoradores: “hallaréis al niño envuelto en pañales y reclinado en un pesebre”. Uno apoyado en su cayado, otro con la ofrenda de un cordero adoran al recién nacido. María acepta sus dones, y ofrece al Niño para que puedan besarlo. Todos regresan a sus majadas pobres como fueron, pero una luz radiante ilumina su frente y un fuego abrasador quema sus corazones, “se volvieron dando gloria y alabanza a Dios por lo que habían visto y oído”.
“El era la luz que vino a este mundo para iluminar a todos los hombres”. Después de los pastores ilumina a los MAGOS DE ORIENTE, que se divisan al fondo guiados por una estrella resplandeciente. “Entraron en la cueva, vieron al niño con María, su madre y cayendo de rodillas lo adoraron”.
“Es la primera brisa del mundo nuevo”: desde que vieron la estrella creyeron sin dudar, adoran al Dios prometido y vacían sus tesoros. “¡Momento feliz!”. Allí todos nosotros sin las promesas y sin Dios en el mundo, empezamos a ser pueblo de Dios, traídos a la casa del Padre por la luz de Jesucristo.
Los magos fueron nuestros introductores, nuestros primogénitos en la fe. Ellos van delante, conducidos por la estrella, nosotros les seguimos, PARA QUE RABIE SATANÁS.