Mandamientos de la Iglesia
Un cuadro grande que ocupa la mitad de la lámina; dos franjas progresivamente más estrechas: la primera dividida en dos, y la otra en cinco cuadros.
1. En el cuadro grande se trata de representar globalmente los mandamientos de la Iglesia. Para ello, el dibujante ha presentado una estancia en la que aparece el Papa —se puede reconocer visiblemente a Pío X, entonces en el pontificado— que está escribiendo. Pero no escribe cualquier cosa, sino que lo hace al dictado de lo que Jesús, en una aparición, le sugiere. De esta forma se trata de presentar que lo que dice y establece la Iglesia por medio del Pontífice es poco menos que obra de inspiración divina. Es la consecuencia que se arrastraba desde el Vaticano I; a partir de entonces se interpretaba con frecuencia que la infalibilidad pontificia era algo habitual en todas las manifestaciones públicas del Papa. El cuadro refleja esa misma mentalidad, al dar a entender que lo que el Papa publica es lo mismo que dice Jesús: de esta forma, desatender un mandamiento de la Iglesia era desatender un mandamiento del propio Jesús. Además, el hecho de identificar la Iglesia con el Papa era también algo ordinario en los esquemas jerárquicos del momento (véase lámina 26).
2. El cuadro siguiente presenta la obligación de asistir a la misa, con el dibujo que representa la propia celebración a la que asisten varias personas. Puede compararse esta representación, en la que está al fondo la comunidad de los fieles con las de las láminas 27 y 35: en la primera no hay comunidad ninguna; en la segunda sí que aparece.
3. A la derecha, el siguiente cuadro introduce en el segundo mandamiento de la Iglesia. Alterando el orden tradicional de los mandamientos de la Iglesia, coloca en segundo lugar el de ayunar y abstenerse de comidas no permitidas. Por eso, este cuadro presenta al ayuno de Jesús, a quien el diablo le tiende el pan, tentándole. En lugar de un diablo esperpéntico (compárese con el de la lámina 1), éste de un diablo bello, reconocible con los cuernos, con arreglo a la iconografía clásica. Sus alas de color obscuro no llaman la atención en este cuadro, porque no hay punto de contraste. Es preciso comprobar en los dos últimos cuadros de la lámina 46 la diferencia de color e incluso de forma de las alas del diablo respecto a las de los ángeles. También aparece la diferencia en la lámina 50.
4. El cuadro cuarto, en el centro de la franja inferior, muestra en dos zonas los manjares prohibidos y los permitidos en los días de abstinencia de carne, para dejar clara una formación que marcaba diferencias entre unos y otros alimentos.
5, 6, 7 y 8. Los cuatro cuadros restantes, a izquierda y derecha del anterior, intentan precisar los días en que había obligación de guardar el ayuno y la abstinencia. La realidad es que la casuística sobre la cuestión era muy compleja, y que no podía presentarse en forma de dibujos. Todo lo más, si se quería presentar completa, había que presentarla como una lista con los diversos días y la obligación correspondiente. Sin embargo, con idea de presentar por medio de los dibujos alguna referencia, aparecen cuatro escenas que representan las cuatro estaciones del año, todas ellas con la leyenda “Ayuno-témporas”, con la intención de destacar que eran precisamente esos días de témporas algunos de los que estaban marcadas con la obligación del ayuno o de la abstinencia.
Luis Resines