LA ERA DEL BIEN Y DEL MAL

Existencia de Dios



La lámina aparece dividida en dos mitades iguales.

1. El cuadro primero recoge la visión que Moisés tuvo de Dios ante la zarza ardiente (Ex. 3, 1-15). Un símbolo enigmático de Dios, en medio de las llamaradas, es el triángulo (también aparece en las láminas 1, 5 y 63), pero en esta ocasión con el signo impersonal del ojo divino, ante el que nada se oculta. Moisés, a la izquierda, aparece solo (está en el desierto), postrado y casi convulso, descalzo; en el ángulo inferior derecho aparecen el calzado y el bastón. No puede por menos de existir el Dios que se revela y se da a conocer. De ahí que más que demostrar la existencia de Dios, motivo del cuadro, la da por supuesta ante un Dios que entra en contacto con el hombre y le manifiesta su nombre, sus planes, su voluntad (la lámina 31 muestra otra escena de Moisés ante Dios, pero en el Sinaí).

2. El cuadro inferior consta en realidad de dos escenas diversas. A la izquierda, un numeroso grupo de personas, de diversas razas y culturas, alaban a Dios, que es intuido, como una visión abocetada, frente a la puesta del sol en el mar. La actitud de las personas que constituyen el grupo expresa admiración y veneración. La afirmación de fondo es que todos los pueblos adoran a Dios. Se trata del hecho religioso universal, aunque no se entre en qué imagen de Dios veneran, ni en apreciaciones como el monoteísmo o el politeísmo.

[3] A la derecha, un sacerdote muestra a un grupo de niños un reloj, mientras acompaña el gesto con la explicación. El lema apunta “No hay reloj sin relojero”, deduciendo, desde la contemplación de las obras, la existencia de su autor. Refuerza la intuición de la existencia de Dios a partir de las obras de la naturaleza. Conecta con el texto de Rm. 1, 20: “Porque lo invisible de Dios, desde la creación del mundo, se deja ver a la inteligencia a través de sus obras”. El argumento es una forma clásica de presentar la presencia de Dios, por la vía de la deducción. El doble argumento de la interrogación desde la misma naturaleza, o desde la necesidad de un autor que justifique una obra, viene a coincidir, en definitiva, con la manifestación libre que Dios hace de sí mismo.

Luis Resines










El cartel aborda, sin duda, la cuestión más trascendente de la vida, pues en ella el ser humano se juega todo.

En la génesis del acto de fe acerca de la existencia de Dios actúan imprescindible y conjuntamente tres elementos:
a) El entendimiento, que rastrea las huellas del Creador en lo que existe. No hay azar; b) La voluntad, que da el asentimiento con la libertad,
y c) El impulso de Dios para dar el sí (la fe es un don de Dios).

La apologética tradicional caminaba más a gusto por la fundamentación racional de la fe. Hoy discurre simultáneamente por el mundo de la inmanencia.

En la lámina se alude a la revelación de Dios en la Antigua Ley y a la ley escrita en la conciencia de todos los hombres y pueblos.

“No hay reloj sin relojero, ni mundo sin creador” equivalen a la tesis: No hay efecto sin causa. Voltaire decía: “Cuanto más lo pienso, menos puedo comprender cómo marcha un reloj si no lo ha construído un relojero. De la nada, nada viene”.

Jesús López Sobrino.
Director del programa «El día del Señor» TVE



Exposición