LA ERA DEL BIEN Y DEL MAL

Dios creador de la tierra



Lámina entera. Representa una única escena: la creación del hombre, como culminación del resto de la creación. Dios-Trinidad ordena la creación del hombre, mientras al fondo hay multitud de animales y vegetales. El hombre parece despertarse, somnoliento, de una postración.

La escena parece seguir el orden bíblico del primer relato de la creación, en que el ser humano viene a la vida precedido por los demás seres. Sin embargo, de haber seguido literalmente el relato, tendría que aparecer también la mujer, pues este relato —conocido como “elohista, del uso de la palabra Elohim— afirma: “macho y hembra los crió” (Gn. 1, 27). Se da aquí un salto, implícito, al segundo relato —conocido como “yavista”, del empleo del nombre Yavé— que habla por separado de la aparición del varón, y después de la mujer. El dibujo da a entender esto segundo.

Sin embargo, no aparece nada que insinúe o dé pie a la idea de evolución. Cuando salieron estas láminas, en 1913, eran pocos los creyentes —católicos o anglicanos— que admitieran la idea; y todavía se aferraban al sentido literal del relato, presentando el hecho como la intervención directa de Dios, hacedor de las especies vivas actuales. No resulta difícil encontrar algunas expresiones en catecismos de la época que rechazan vivamente cualquier otra posibilidad: “P. ¿Qué enseña el darwinismo? R. Que los animales perfectos proceden de los imperfectos, y, en particular, el hombre del mono. / P. ¿Qué me dice usted del darwinismo? R. Que es un sistema ridículo y absurdo. / P. ¿Por qué? R. Porque entre el hombre inteligente y libre y un estúpido animal es ridículo y absurdo establecer parentesco” (G. Márquez, Explicación literal del catecismo del Padre Astete, Madrid, Razón y Fe, 1929, pp. 315-316). Sin embargo, por aquellos mismos años, Pierre Teilhard de Chardin se hacía acreedor del reconocimiento científico universal por su convencimiento creyente del hecho de la evolución.

Luis Resines










Dios es eterno, increado y perfecto en su ser.
Es vida y felicidad por esencia. Uno y trino, es amor. Omnipotente, no necesita de nada ni de nadie. ¿Por qué es también creador? Muy sencillo. Dios ha querido llamarnos a la vida por amor y para que podamos amar. Por eso crea el universo, magnífico en su extensión y en su variedad. En la inmensidad del cosmos, porción minúscula del mismo, se encuentra nuestro planeta. La tierra está adornada de vida vegetal, animal e inteligente. Con capacidad de reconocer al creador y de amarlo, el hombre y la mujer son los seres más perfectos de la creación. Su cometido es grande: colaborar con Dios para llevar el mundo creado a su culminación. Ésta es su dignidad y también su responsabilidad. La paz y la armonía del ser humano con su Creador, se traduce en paz, armonía y bienestar en toda la creación.

Clemente Serna. Abad de Silos



Exposición