LA ERA DEL BIEN Y DEL MAL

Sacramentos: La santa misa. La eucaristía como sacrificio



El conjunto de la lámina acoge seis escenas, repartidas de manera que ninguna de ellas tiene la misma superficie que cualquiera de las otras. Arriba una franja horizontal acoge la primera escena; abajo, otra franja está subdividida en dos parte desiguales, con dos escenas más. En el espacio que queda en el centro hay tres dibujos: uno grande a la derecha, separado por una división vertical de otros dos que constan a la izquierda, también de extensión diversa. Es obligado seguir la numeración de los cuadros.

1. La franja superior ofrece una imagen singular: mientras a la derecha, en lontananza se ve la escena del Calvario, a la derecha, rodeado de un halo de luz celestial, aparece el Padre Eterno, con la bola del mundo en su mano, complaciéndose de la redención llevada a cabo por Jesús, con el ofrecimiento de su vida: “Para ello [Cristo] habría tenido que sufrir muchas veces desde la creación del mundo. Pero se ha manifestado ahora una sola vez, en la plenitud de los tiempos, para la destrucción del pecado mediante su sacrificio” (Hb. 9, 26).

2. El segundo cuadro representa la celebración de la eucaristía. Ya indiqué que sí aparece la presencia de feligreses, como sucedía en la lámina 35, mientras no acontecía así en la lámina 27.

Más allá de ese detalle, lo que se quiere presentar pictóricamente es que el sacrificio de Jesús en la cruz se prolonga en la celebración de la misa. Sin embargo, es preciso notar que la diversa extensión concedida a uno y a otro dibujo resta importancia al primero, originante, para otorgársela al segundo, que es la réplica. Hay una evidente desproporción.

3. El cuadro tercero, a la izquierda del espacio central, presenta una imagen en la que unas almas estilizadas y vaporosas ascienden hacia el cielo, con las manos juntas, desde el umbral inferior, en que está representada una iglesia, al lado de una columna de humo blanco. El rótulo del pie de la lámina matiza: “La Santa Misa sirve para sacar las almas del purgatorio”. Es prácticamente la repetición de la misma escena de la lámina 27, con la diferencia de que aquélla ofrecía a la vista el mismo purgatorio.

4. Debajo de la imagen anterior, en un espacio pequeño, aparece la escena doméstica de un hombre que implora a una figura de la Virgen: el motivo de su súplica es la enfermedad de su hijo, que aparece al fondo cuidado por su madre. No hay vinculación directa con la misa, desde el punto de vista plástico, a no ser porque se suponga que el agobiado padre prometa la celebración de una misa, cosa que hay que imaginar. No deja de ser llamativo que la súplica y la promesa tengan lugar ante la imagen de María.

5 [4]. En la numeración de la lámina aparece dos veces repetido el número “4” para la escena anterior y para la presente, en que un barco de pesca está siendo zarandeado por una tempestad. Como no hay al pie más que una sola explicación para el número 4 (“Sirve también [la Santa Misa] para pedir favores a Dios”), es preciso suponer que el error de numeración es intencionado, y que la súplica ante la necesidad está representada dos veces, en dos cuadros diversos entre sí y separados uno de otro.

6 [5]. En cambio, el último cuadro, en la franja inferior, a la izquierda, guarda una estricta continuidad con el cuadro, numerado como 5, porque, frente al peligro de la tempestad, los marineros que han conseguido llegar salvos a puerto, cumplen con la promesa efectuada, y acuden a una iglesia a dar gracias a Dios que los ha salvado del peligro. Uno lleva una reproducción del barco, como exvoto.

Luis Resines













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