Había una vez un pobre leñador llamado Alí Babá. Alí Babá tenía un hermano, Casnín, casado con una viuda que había heredado una tienda. Un día Alí Babá vio una nube de polvo y después a un montón de gente a caballo. Se escondió detrás de un árbol y vio cómo descabalgaban y cargaban sacos. El capitán se acercó a una roca y dijo “Ábrete sésamo” y la roca se abrió.
Los ladrones entraron y al cabo de una hora salieron. Alí Babá repitió las palabras y entró. Encontró en la cueva un montón de tesoros. Cargó sus tres burros de riquezas y salió diciendo “Ciérrate sésamo”. Pidió un vaso medidor a su hermano para saber cuánto dinero tenía, pero el medidor tenía alquitrán por abajo.
Cuando devolvió el medidor, el hermano encontró una moneda pegada abajo; le preguntó a su hermano, y Alí Babá le contó su historia. Casnín no dijo nada, pero al día siguiente se fue al bosque con veinte mulas cargadas de cofres, encontró la roca, dijo “Ábrete sésamo” y entró. Recogió todo lo que le cupo en los cofres, pero cuando quiso salir no recordaba las palabras para salir de la cueva y días después murió. Cuando los ladrones regresaron, vieron al muerto y decidieron ir al pueblo para ver si existían cómplices.
Al comprobar que Alí Babá era hermano del muerto y que se había hecho rico de repente, resolvieron asesinarlo. Para reconocer la casa, pintó una cruz roja al lado de la puerta. Morgiana, la criada de Alí Babá, se dio cuenta y pintó una cruz roja en todas las puertas de su barrio. El capitán volvió a encontrar la casa de Alí Babá y vestido de mercader le pidió hospitalidad.
Fue bien recibido; el ladrón llevaba consigo cuarenta vasijas que decía que estaban llenas de aceite, pero en realidad había un ladrón en cada una.
Morgiana, que se había dado cuenta de lo que pasaba, echó aceite hirviendo en cada una de las vasijas, matando a todos los ladrones.
El capitán desayunaba con Alí Babá; tenía un puñal para matarlo.
Morgiana se puso a bailar para entretenerlos y en un momento sacó un cuchillo y mató al capitán. Desembarazado de los ladrones, Alí Babá vivió rico y feliz.
El famoso cuento de “Alí Babá y los cuarenta ladrones”, que aunque Antoine Galland lo publicó como parte de las Mil y una noches (1704-1717), originalmente no pertenece a esta colección ni es de origen árabe sino que procede de una colección turca; es un relato de tradición persa que parece tener sus orígenes en la historia de un rey sudanés. Debido a la fama que tuvo su publicación, y que los editores le pedían más cuentos para seguir publicando, Galland echó mano de otras colecciones e incluso de las historias que le contaba un narrador oral libanés.