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La Hotte de Croquemitaine



El cuévano del Coco



El cuévano del Coco



Todos conocéis al Coco. Un día lo encontraron muerto al borde de un camino: su cuévano no estaba.
Este cuévano era un hada y él solo se zafó de la espalda del Coco.
Sabía que el Coco tenía un hijo y se fue a recorrer el país para encontrarlo.
Un trapero se lo llevó a la espalda sin importarle a quién podría pertenecer.
Por la noche iba por todas las esquinas llenando el cuévano de trapos.
¡Cuál no fue su sorpresa cuando vio que en el cuévano no había ningún trapo!
El cuévano se puso a bailar alrededor del trapero, que echó a correr espantado.
El cuévano saltó por la ventana y cayó en medio de la gente que se había reunido en torno al trapero espantado.
Como el cuévano gritaba “Coco, Coco”, un hombre salió y dijo “Soy yo”.
“Ponme en tus espaldas”. El hombre obedeció.
Pero entonces empezó a dar vueltas cada vez más rápido mientras el cuévano lo llamaba mentiroso.
Cuando el hombre cayó al suelo, el cuévano se soltó.
Los niños que ahí estaban fueron entrando al cuévano muy a su pesar.
El cuévano se fue por los aires llevándose a los niños.
En el camino encontró al hijo del Coco y al Abuelo Azotes.
El cuévano se colocó en la espalda del hijo del Coco y este entregó los niños al Abuelo Azotes.
El Abuelo Azotes preguntó qué habían hecho los niños, y el cuévano respondió que reírse de un hombre que había castigado.
El Abuelo Azotes dio una buena tunda a los niños.
Los niños pidieron perdón y se pusieron de rodillas.
El Abuelo Azotes los metió en el cuévano y el hijo del Coco los llevó a cada uno a su casa.
Y siguió su camino, metiendo en el cuévano a todos los niños malos, mentirosos o golosos.





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