Que no llueve a gusto de todos lo podemos ver en la fábula de un campesino que se fue a la ciudad con su hijo y su burro.
Mientras caminaban tras el burro, un hombre pasó y dijo: «Mirad a estos necios, que dejan que el burro camine sin carga y ellos caminan tras él».
El hombre se subió al burro mientras el chico lo guiaba. La gente decía «Mira a ese holgazán que se monta en el burro y hace correr a su hijo».
El hombre desmontó, puso al niño en el burro y siguieron su camino. Pasó un grupo de hombres, y uno de ellos dijo: «Mira a ese joven, que deja que su padre camine mientras él cabalga».
Pues bien, el hombre se montó también en el burro y así fueron los dos cabalgando, pero un caballero los increpó: «¿No os da vergüenza sobrecargar así al pobre burro?».
El hombre y el muchacho se bajaron y pensaron que nadie querría comprar un burro cansado, y al final agarraron al burro por las patas, y lo levantaron sobre sus hombros. Al llegar a la ciudad, la gente se burlaba de ellos y al final los corrieron a palos.