Un cordero apagaba su sed en una corriente de agua pura. En esto pareció un lobo que estaba muy hambriento. Le acusó de enturbiar el agua, pero el cordero le contestaba que él estaba corriente abajo y que eso que decía era imposible. “No importa; además, el año pasado hablabas mal de mí”. “Eso no puede ser, porque todavía estaba mamando”. “Si no fuiste tú, fue uno de tus hermanos”. “No tengo hermanos”. “No importa, sería uno de los tuyos; tengo que vengarme”. Y se lo llevó, y se lo comió sin más ni menos.