Una viuda tenía dos hijas; la mayor, desagradable y orgullosa se parecía en todo a su madre. La menor era el retrato de su padre en cuanto a dulzura y honradez; era la muchacha más bella que se podía encontrar.
La madre quería a la mayor y detestaba a la menor a la que hacía trabajar sin cesar y la obligaba a comer en la cocina.
Un día que iba por agua a la fuente, se encontró a una anciana que le pidió de beber. La muchacha le ofreció agua e incluso sostenía el jarro para que pudiera beber con comodidad. La anciana era un hada que la premió haciendo que por cada palabra que saliera de su boca apareciera una flor o una gema.
Cuando regresó a casa, la regañaron por haber tardado tanto. Al intentar justificarse, de su boca salían flores y diamantes. La madre, sorprendida la obligó a contar lo que le había pasado. Mientras la muchacha lo contaba, flores y gemas caían de su boca. La madre entonces mandó a su hija mayor a la fuente por agua. Esta al principio rehusó.
Al final accedió de mala gana llevando un jarro de plata. Cuando llegó, vio a una dama elegante que le pedía de beber. Ella se negó de muy malas maneras diciéndole que si quería beber que se sirviera ella misma, pues no estaba ahí para eso. Entonces la dama la castigó haciendo que de su boca salieran sapos y culebras.
Cuando saludó a su madre salieron sapos y culebras de su boca. Culparon a la joven y la echaron a palos de la casa. La pobre muchacha se fue al bosque donde la encontró el hijo del rey, que iba de caza.
Cuando el príncipe le preguntó qué hacía ahí, de la boca de la muchacha salieron perlas y diamantes. El príncipe se enamoró de ella, la llevó a palacio y se casó con ella. La hija mayor se hizo tan odiosa que su madre la echó de casa.
La infeliz, después de vagar sin encontrar a nadie que la recogiera, se echó a morir en un rincón del bosque.
Este cuento es un resumen del que aparece en los Contes de ma mère l’Oye, que Charles Perrault publicó en 1697. El tipo a que pertenece es el ATU 480.