Un cazador fanfarrón había perdido su perro quizá comido por un león. Vio a un pastor y le pidió que le enseñara dónde moraba el león. “Vive en esa montaña, yo le pago un carnero al mes y él me deja en paz”. El león aparece en ese momento y el fanfarrón sale corriendo buscando un lugar donde esconderse.
“La verdadera prueba del valor no está en el peligro que se puede tocar con los dedos” Así decía el que huía en cuanto lo vio.