“Oíd la campana de san Latigazos, el compañero de san Nicolás. Él vendrá a ver si os habéis portado bien. Poneos de rodillas”.
“Buenas tardes, señora. San Nicolás me envía para saber si los chicos se han portado bien”. “Sí, han sido buenos”. “Muy bien, san Nicolás les traerá juguetes y dulces”. “Cómo, ¿Pepito ha sido malo? Entonces san Nicolás no le traerá dulces, aquí hay una vara para darle unos azotes dentro de muy poco”. “¿Qué oigo? Habéis sido desobedientes y habéis sacado la lengua a vuestra mamá. Qué feo. Aquí hay una vara para daros unos azotes”. “Mis buenos chicos, como habéis sido buenos, aquí hay una bolsa de dulces y esta noche san Nicolás os traerá bonitos juguetes”. “Ay, este niño os disgusta y se porta mal. Pues le voy a dar unos azotes con mi vara picante. ¿Dónde está?
“Mañana es San Nicolás. Poned los zapatos bajo la chimenea con un ramo de flores para que él al bajar por la chimenea os deje dulces”. “Entremos en casa de Marieta. La quiero mucho y le voy a dar bombones, almendras garrapiñadas, bizcocho, fruta confitada y un pequeño ajuar”. “Los niños han puesto flores para mí y forraje para mi borrico. Hay que darles muchos dulces”. “La borrica no quiere comer este heno porque el pequeño Augusto ha sido malo. No tendrá ni dulces ni juguetes, sino un vara muy gorda”. “Allí vive Julito, que es un niño que ama a Dios y dice sus oraciones. Le traeré un bonito polichinela, dulces azucarados, turrón y peladillas”. Mira el zapato de Julita, también es buena; le daré una muñeca y muchos dulces, fruta confitada y dulce de castañas. El patín es para su hermano y también este muñeco de azúcar”. “Tralalá. Qué felicidad. Mira, Nini, el polichinela que me trajo san Nicolás”. “Y tú, mira mi muñeca”. “Mira qué caballo tan bonito te ha traído san Nicolás y cuántos dulces. Es porque te has portado bien y quieres a tu mamá”. “Llora, llora. San Nicolás le ha traído juguetes a tu hermana y a ti una vara. Esto te enseñará a no ser malo. Toma tu vara”. “Mamá, Mamá, Eugenio me quiere quitar lo bombones”. “Ay, malvado, voy a llamar a san Latigazos para que se lleve todos tus juguetes”.
San Nicolás de Bari (siglo IV) fue obispo de la ciudad turca de Myra. Es el patrón de los niños debido a que existen diversos episodios de su legendaria vida, escrita en el siglo IX, que lo relacionan con los niños: entregó tres bolsas de oro a tres muchachas para que pudieran casarse y así salvarlas de la prostitución a la que se veían abocadas debido a su indigencia; también resucitó a tres niños asesinados por un carnicero que los había metido en un barril. Varios otros milagros cuentan de la especial protección que brindaba a los niños: resucitó a uno que el diablo había estrangulado, salvó a un niño de morir ahogado en un naufragio, rescató a un niño que había sido esclavizado por los sarracenos. Sus reliquias fueron robadas y trasladadas de Myra a la ciudad italiana de Bari en 1087. Su día, el 6 de diciembre, se celebraba en los Países Bajos y en partes de Francia con regalos a los niños; esta celebración continuó en el protestantismo y los emigrantes holandeses la llevaron a la América anglosajona, donde Santa Claus se desacralizó, uniendo a esta tradición cristiana legendas sobre un mago que premiaba a los niños buenos y castigaba a los malos. Luego llegó la comercialización que lo convirtió en el personaje que hoy día conocemos.