LA RELIGIOSIDAD POPULAR

La Virgen de Belén



La calidad artística es digna de atención. Un cielo movido entre nubes y claros, pero al mismo tiempo ameno y suave.

La imagen preside los hechos en todo su esplendor: la Virgen flanqueada por José y por su hijo protege al suplicante en su regazo. Todos los pormenores del suceso están representados en la pintura ejecutada con soltura en lo artístico, con cariño a la naturaleza y con comprensión para el muchacho que dependía con su vida de la imagen milagrosa: dos casas de campo modestas llamadas «hacienda» (la palabra mexicana para lo que en Andalucía se llama un cortijo). El joven con su tarea peligrosa, las llamas y el humo tapan gran parte de un árbol muy bonito de forma; el colorido de la naturaleza tiene algo de primaveral; las flores de los nopales, los puntitos amarillos que pueden ser flores u hojas tiernas recién salidas de su apatía invernal; un campo con muchos magüeyes: toda una flora mexicana. La dramática del suceso es visible: el enjambre furioso, una mujer gritando y gesticulando, otra suplicando y en medio de todo el hijo cercado del fuego y de las abejas furiosas.


Votos y promesas

La leyenda: «En el año de 1883 estando en una Hacienda mi hijo incendio un parral (?) de colmenas que iva un árbol anidal (?) y corriendo peligro yo y mi hijo… invocado a la Virgen de Belen que nos salvara y nos livro. Decico el presente como testimonio del Milagro. Uricuna (?) Dolores.





Exposición