LA RELIGIOSIDAD POPULAR

La Santísima Trinidad



El catecismo del Padre Gaspar Astete nos enseñaba que «fe es creer lo que no vimos» y nos preguntaba si vimos nacer, morir o subir a los cielos a Jesucristo. Pese a no haberlo visto, recomendaba creerlo porque Cristo lo había revelado y la Iglesia así lo enseñaba. La Iglesia declaró Dogma de fe el Misterio de la Santísima Trinidad por el cual el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo eran una sola persona. Esa hipóstasis -es decir la consideración de lo abstracto como algo real- ayudó a los artistas populares que pintaron estas planchas a imaginar a las tres personas con igual figura y solo diferenciadas por detalles como las llagas, el cetro de Creador y Rey de la creación, o las alas inspiradoras del Espíritu. En una de las pinturas, las tres personas están coronadas por el triángulo, símbolo de la perfección y la sabiduría; en la otra tienen aura.


Las creencias

La Trinidad, un solo Dios en tres personas: Padre, Hijo y Espíritu Santo que no se distinguen entre si y a los cuales se atribuyen poder, inteligencia y amor. Uno de los misterios más difíciles de entender por una persona sencilla. Entre otras representaciones tenemos desde el siglo IX las tres personas idénticas. Pero esta representación estaba muy cerca de la idea del Triteismus que habla de tres personas divinas individuales. Para distanciarse de ellos tenemos las tres caras idénticas y un solo tronco, no solamente conocido en la edad media cristiana sino también en varias culturas de la Antigüedad. La Iglesia se defiende del Triteismus y el Papa Urbano VII prohíbe las tres caras en 1628 y Benedicto XIV en 1745 las tres personas idénticas que tenemos en esta exposición, un retablo de fines del siglo XIX / principios del veinte.





Exposición