LA RELIGIOSIDAD POPULAR

Trento



“Manda el Santo Concilio a todos los Obispos, y demás personas que tienen el cargo y obligación de enseñar, que instruyan con exactitud a los fieles ante todas cosas, sobre la intercesión e invocación de los Santos, honor de las reliquias, y uso legítimo de las imágenes, según la costumbre de la Iglesia Católica y Apostólica... Instruyan también a los fieles en que deven venerar los santos cuerpos de los santos mártires y de otros que viven con Cristo que fueron miembros vivos del mismo Cristo, y templos del Espíritu Santo, por quien han de resucitar a la vida eterna para ser glorificados, y por los quales concede Dios muchos beneficios a los hombres; de suerte que deben ser absolutamente condenados, como antiquísimamente los condenó, y ahora también los condena la Iglesia, los que afirman que no se deben honrar, ni venerar las reliquias de los santos, o que es vana la adoración que éstas y otros monumentos sagrados reciben de los fieles, y que son inútiles las freqüentes visitas a las capillas dedicadas a los Santos con el fin de alcanzar su socorro...Destiérrese absolutamente toda superstición en la invocación de los Santos, en la veneración de las reliquias, y en el sagrado uso de las imágenes; ahuyéntese toda ganancia sórdida; evítese en fin toda torpeza, de manera que no se pinten ni adornen imágenes con hermosura escandalosa”.


Los relicarios

Cuando no existían restos, los relicarios podían contener las imágenes o grabados que representasen al santo cuya veneración proponían y trataban de extender las cofradías.





Exposición