La leyenda sobre la imagen del Niño Jesús de Praga, comienza en Andalucía, en uno de cuyos conventos un lego, llamado José de la Santa Casa, dedica su tiempo al trabajo, a la oración y a la predilección por el Niño Jesús a quien está invocando permanentemente. Un día, mientras está barriendo, se acerca un niño y le pregunta si, además de hacer bien su trabajo, sabría recitar el Ave María. José comienza a rezar la oración pero al llegar al «bendito sea el fruto de tu vientre» el niño le interrumpe y le dice: «Ese soy yo». Antes de desaparecer, el Niño promete al monje que volverá, pero mientras tanto José va haciendo en cera una imagen con el rostro y figura que recuerda del Niño. Cuando finalmente el Niño se le vuelve a aparecer, el monje siente tanta satisfacción por el parecido, que muere de alegría. Esa misma noche se aparece en sueños al prior del monasterio y le encarga que la imagen sea llevada por Doña Isabel Manríquez de Lara, que pasará por el convento un año después, a Bohemia y que deberá llamarse desde entonces Niño Jesús de Praga. Isabel tendrá una hija, María, que será camarera de la reina y se casará en 1566 con el bohemio Vratislav de Pernstejn, quien será nombrado posteriormente Gran Canciller del Reino de Bohemia. De este modo, la imagen española se venerará en Praga y se harán miles de copias en estatuillas y estampas que se repartirán por toda Europa.