LA RELIGIOSIDAD POPULAR

Las dóminas



La prevención de males, particularmente para los niños, por medio de nóminas o dóminas que contenían escritos es una costumbre tan antigua como la propia historia del papel. Los primeros concilios advierten acerca de la inutilidad de colgar oraciones del cuello de los recién nacidos, metidas en pequeños escapularios. Pues pese a ello, la costumbre no ha perdido vigencia, y sigue siendo habitual hoy día, entre las familias que van a tener un nuevo miembro, encargar a algunos conventos que todavía lo fabrican, detentes conteniendo los cuatro evangelios, la regla de San Benito o escritos sobre la cruz de Caravaca. De hecho, algunas devociones a los santos por considerarlos reconocidos sanadores cuya intervención en casos apurados habría sido contrastada, no estaría lejos de esta superstición. Todavía se pueden hallar aleluyas dedicadas a algunos santos en las que faltan determinadas viñetas por la costumbre de recortarlas para fines curativos. La figura de San Blas, por ejemplo, acababa hecha una bolita que el enfermo de cualquier mal relacionado con la garganta se tenía que tragar para curarse. Las imágenes de otros santos como San Lucas, San Pantaleón o los hermanos Cosme y Damián se solían pegar sobre la cabecera del enfermo o colocarse en la mesilla con la absoluta convicción de que harían su labor de algún modo. Tal confianza venía avalada por los ejemplarios medievales y otros libros del estilo de la Leyenda Dorada, escrita por Santiago de la Vorágine y publicada en 1264 bajo el título Legendi di sancti vulgari storiado.


La protección del cuerpo





Exposición