LA RELIGIOSIDAD POPULAR

Relicario



Casi todos los seres humanos guardamos algunos tesoros que le han pertenecido a nuestros seres queridos: una herencia familiar, una foto, un trocito de pelo, alguna joya, etc. Estos artículos nos unen sentimentalmente a nuestros seres queridos y nos ayudan a recordarlos, especialmente después de su muerte. Hay algo natural y humano en guardar y atesorar estos recuerdos o herencias. Estas herencias o recuerdos son una forma de reliquia. Partiendo de este natural deseo de guardar y atesorar las herencias, los católicos hemos siempre mantenido en alta estima en nuestros corazones las reliquias de los santos. Estas reliquias pueden ser un hueso, una ampolla de sangre, un artículo usado por el santo como un libro de oraciones, o un trozo de tela pasado por el cuerpo del santo. Con el tiempo, la Iglesia ha categorizado las reliquias en tres clases: de Primera Clase: alguna parte del cuerpo del santo; de Segunda Clase: algo personal del santo, algo que usó o perteneció al santo; y de Tercera Clase: un artículo que haya tocado una reliquia de primera o segunda clase. De la misma forma en que tenemos un deseo natural de recordar a nuestros seres queridos, o permanecer cerca de ellos a través de estas herencias u objetos que les pertenecieron, así también hemos de atesorar las herencias de nuestros hermanos y hermanas en la fe, los Santos. Ellos son un ejemplo de fe, nos enseñan los caminos de la santidad. Los Santos que ahora viven en el cielo están intercediendo por nosotros para que un día nosotros también nos unamos a ellos en la gloria celestial.
Monseñor James E. Kruse


Los relicarios





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