LA RELIGIOSIDAD POPULAR

La Santísima Trinidad



El catecismo del Padre Gaspar Astete nos enseñaba que «fe es creer lo que no vimos» y nos preguntaba si vimos nacer, morir o subir a los cielos a Jesucristo. Pese a no haberlo visto, recomendaba creerlo porque Cristo lo había revelado y la Iglesia así lo enseñaba. La Iglesia declaró Dogma de fe el Misterio de la Santísima Trinidad por el cual el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo eran una sola persona. Esa hipóstasis -es decir la consideración de lo abstracto como algo real- ayudó a los artistas populares que pintaron estas planchas a imaginar a las tres personas con igual figura y solo diferenciadas por detalles como las llagas, el cetro de Creador y Rey de la creación, o las alas inspiradoras del Espíritu. En una de las pinturas, las tres personas están coronadas por el triángulo, símbolo de la perfección y la sabiduría; en la otra tienen aura.


Las creencias

«La representación de la Santísima Trinidad con tres personas idénticas es uno de los temas favoritos del estilo gótico francés (Libro de Horas de Etienne Chevalier, museo de Chantilly) y un poco más tarde del renacimiento flamenco. El Concilio de Trento prohibió expresamente esta iconografía de la Trinidad siendo tres personas idénticas y juveniles. Pero México estaba lejos, y así encontramos todavía en el siglo XIX esta iconografía con todos las toques prohibidos: camisones blancos, caras juveniles, barba y túnicas idénticas menos los atributos: el Padre con un sol, la mano en actitud docente y de bendición, cetro; el Hijo con el cordero, las manos estigmatizadas y el Espíritu Santo con una paloma. Una observación interesante: no tenemos conocimiento de esta iconografía en España, que respetaba las recomendaciones del Concilio Tridentino. Una vez más una prueba de las muchas láminas sobre cobre de Flandes importadas vía España a América, cuando esta exportación se produjo por la prohibición de pinturas religiosas realizadas por Indios».





Exposición