LA RELIGIOSIDAD POPULAR

Dijes



Rodeaban al niño en su cintura, cuello, hombros o estaban prendidos en el gorro y le protegían de diferentes males además de entretenerle y adornarle. El diccionario de Autoridades de 1732 define la voz "Dix, dixe ú dixes" de la siguiente manera: "Evangelios, relicarios, chupadores, campanillas y otras bruxerías pequeñas de crystal, plata y oro que ponen á los niños, en la garganta, hombros u otras partes, para preservarlos de algún mal, divertirlos u adornarlos”.

El origen de la palabra, apunta Covarrubias (1611), podría estar en que "los niños a todo lo que reluce llaman dix", aunque "puede ser griego, del nombre ostentatio". También anota Covarrubias que se cuelgan al cuello estas piezas "para acallarlos y alegrarlos; y aún dizen también que para divertir a los que miran para que no los aojen si les están mirando al rostro de hito en hito. Algunos dizen ser palabra inventada por las madres cuando muestran a los niños las cositas que relucen. Otros que es arábigo." Serviría además, dado el tintineo metálico constante del conjunto para orientar a las madres sobre dónde encontrar a sus hijos, además de distraer y entretener la vista y las manillas de la criatura ante la falta de juguetes.

Se hallan ya descritos en textos antiguos y desde el Siglo de Oro varios escritores refieren comentarios sobre su uso, costumbre que quedó plasmada en retratos aristocráticos del XVI y XVII, como los conocidos de las hijas de Felipe III, pintadas por Pantoja de la Cruz, los de "el Príncipe Felipe Próspero" y de "Doña Antonia de Ipeñarrieta y Galdós con su hijo Luis del Corral" de Velázquez, el del "Duque de Alburquerque" atribuido también a Velázquez o "Fernando de Austria" de Bartolomé González, repitiendo modelos de Sánchez Coello. Y en grabados, tallas de madera vestideras del XVIII con la imagen del Niño Jesús, aparecen cuelgas con esos amuletos, un fajero del que penden con una cadenilla, de una cinta de seda o de un cordón.
Carlos A. Porro


Los símbolos





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