Una desconocida Plaza de Zorrilla muestra la estatua del poeta circundada ya por una verja octogonal –haciendo juego con los 8 lados del edificio de la antigua Academia de Caballería- y al fondo un tranvía que acaba de adentrarse en el Paseo de Zorrilla siguiendo un sinuoso trazado que muchas veces provocaba descarrilamientos.
La plaza de Zorrilla, urbanizada a partir de 1894, era un nudo de distribución de calles, unas para salir de la ciudad y otras para adentrarse en su entramado. Por su situación e importancia se juzgó como un lugar adecuado para erigir una estatua al poeta vallisoletano puesto que era la entrada al Paseo que ya llevaba su nombre. Aunque la idea surgió en 1895, hasta cuatro años más tarde no se llevó a cabo, partiendo la iniciativa del Ateneo de Madrid y realizándose el monumento por suscripción pública.