MEMORIAS DE UNA CIUDAD
Abertis
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LA CATEDRAL



Una de las perspectivas favoritas de todos los fotógrafos que inmortalizaron la catedral vallisoletana era la que se obtenía colocándose en la calle Arribas, que también se llamó calle de la Obra. El hecho de que las calzadas fueran de tierra y la molestia de que se embarraran en cuanto llovía, aconsejó crear esas vías empedradas que se ven en la fotografía por donde los vallisoletanos cruzaban de una acera a otra sin manchar su calzado.





Felipe II encargó a Juan de Herrera los planos de un enorme templo que nunca llegaría a terminarse. Sobre las ruinas de la Colegiata que se había comenzado en tiempos del emperador Carlos I para sustituir a la edificada por el Conde Ansúrez, se iniciaron las obras en las que intervinieron sucesivamente distintos arquitectos.





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