REVISTAS SATÍRICAS DEL SIGLO XIX

Fíate de la virgen… y no corras



El 17 de agosto de 1870 La Flaca publica su visión del inicio de la guerra franco prusiana (“Fíate de la virgen… y no corras”). Solo una semana después de la abdicación de Isabel II, las circunstancias políticas del II Imperio se precipitan. El 2 de julio España hace pública la candidatura de Hohenzollern, y la renuncia de los demás; ante la clara posibilidad de un rey prusiano, el II Imperio rezuma exaltación nacionalista: “Quieren instalarnos un procónsul en la frontera sur […] seremos los franceses treinta y ocho millones de prisioneros de los alemanes”. (Le Soir, 7/7/70). Todo ello favorece las intenciones del canciller Bismarck convencido de que para unir a las Confederaciones Norte y Sur de Alemania se necesitaba “una guerra contra el pueblo vecino”. Aunque el príncipe alemán retira su candidatura ante la contrariada reacción internacional, el embajador francés exige en Ems al rey Guillermo I la promesa escrita de que su sobrino no volverá a aceptarla. Bismark da a conocer la impertinencia diplomática francesa publicando un resumen de esa entrevista conocido como “el telegrama de Ems” que provoca la guerra franco-prusiana. En el grabado, una mujer ataviada con túnica republicana y manto real con leones y castillos –España y sus tendencias políticas durante el gobierno provisional– trata de no ser atropellada por dos trenes –Francia y Prusia– a punto de chocar, aludiendo al pretexto buscado para la guerra.





Es la primera vez que el ferrocarril, extendido por Europa a lo largo del XIX, adquiere una importancia bélica crucial. A caballo de la locomotora francesa, un bravucón Napoleón III, transporta a dos grupos de combatientes, los carlistas con cura incorporado y los alfonsinos, como signo del apoyo de Napoleón III a los Borbón en España frente a posibles reyes extranjeros. La locomotora alemana, cabalgada por Bismark, transporta un ejército más numeroso, con los uniformes de las Confederaciones Norte y Sur, y más profesional, según se desprende de su severo escudo frente a las pancartas políticas y la bandera del tren francés. En el hilo inferior del telégrafo –aludiendo al célebre telegrama–, arrastrados por el vendaval de la guerra, puede reconocerse a Leopoldo de Hohenzollern que corre a devolver una pequeña corona, la de España, además de blandir una calabaza significativa de su renuncia; tras él, su tío Guillermo I de Prusia pierde el equilibrio e intenta atrapar una corona, mucho mayor porque, si vence, se convertirá en Kaiser de toda Alemania. Sujeta al rey por la levita probablemente su hijo y heredero Federico que dirigió uno de los tres ejércitos dispuestos por la estrategia de Moltke, tal vez el último por la izquierda. Por la derecha el primero pudiera ser Prim que viene a recoger la corona española y delante Thiers, miembro de la Asamblea francesa que se opuso a la guerra, parece querer aplacar a Leopoldo. En los hilos superiores se enfrentan esquemáticos ejércitos franceses y prusianos.





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