La iconografía popular representa a San Gil acompañado por una cierva, de cuya leche se alimentaba en su retiro. Vivía este santo en la región de Arlés, en Francia, aunque se supone que era de origen griego y había llegado a Camarga a hacer penitencia. Vivía en una cueva dentro del bosque y allí pasaba en oración todo el día sustentándose sólo de la leche de la cierva. En cierta ocasión ocurrió que el rey se hallaba de caza por aquellos parajes y, persiguiendo al animal que se refugiaba en la cueva del santo, tiró una flecha que alcanzó al eremita que se hallaba en el interior. Cuando el rey vio salir a Gil le suplicó le perdonara y se ofreció a curarle, cosa a la que se negó San Gil aunque, como expiación, pidió al monarca que edificara allí mismo una capilla para él y las personas que quisieran retirarse a orar en soledad.
CREENCIAS
El hecho de que el monasterio de San Gil, o Saint Gilles o San Egidio, estuviese en el camino de Santiago, contribuyó sin duda a difundir la leyenda del santo y su devoción. El monasterio, dedicado a San Pedro y San Pablo, recibió a lo largo del tiempo a millones de peregrinos, lo que le convirtió en uno de los lugares sagrados de visita para los viajeros que pasaban hacia Compostela o hacían el camino de vuelta a sus casas.
También lo fue para los cientos y cientos de talladores en piedra (les compagnons de la maçonnerie) que acudían a contemplar y admirar la célebre escalera de caracol que embellecía el monasterio y servía para subir al campanario. Precisamente una de las condiciones para acceder al grado de "compagnon" o miembro de la francmasonería era haber realizado cinco viajes, de modo que éste se convirtió en uno de los imprescindibles.
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Primer domingo de septiembre.
Marcha de procesión para la bajada del Nazareno de Almazán (Soria).
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1 de septiembre