Entre los escritos apócrifos, es el Evangelio Armenio de la Infancia el que describe más prolijamente el episodio de los desposorios de la Virgen:
Cuando transcurridos quince años, terminó la residencia santificada de María en el templo, los sacerdotes deliberaron entre sí y se preguntaron:
¿Qué haremos con María? Sus padres que han muerto nos la confiaron en el templo, como un depósito sagrado. Ahora ha alcanzado en toda su plenitud el desarrollo propio de las mujeres. No es posible guardarla más tiempo entre nosotros, porque es preciso evitar que el templo de Dios sea profanado sin noticia nuestra.
Y los sacerdotes se repitieron los unos a los otros:
¿Qué nos toca hacer?
Y uno de ellos, un sacerdote llamado Behezi, dijo:..
Vayamos a interrogar a Zacarías, el Gran Sacerdote, y lo que él juzgue conveniente lo haremos.
Zacarías recibe la orden de un ángel de que se reúna a las jóvenes que estaban consagradas en el templo y se las despose con solteros a los que se unirán por sorteo. La suerte hace que al ir entregando las tablillas con los nombres de las jóvenes a los celibatarios, sale una paloma de la de María que se posa sobre la cabeza de José, siendo el elegido a pesar de sus objeciones y dudas. En el Evangelio del Pseudo-Mateo es una vara, en vez de una tablilla, lo que llevan los solteros y precisamente la de José queda en el templo por ser la más humilde, aunque otros escritos hablan de su florecimiento, hecho que se recoge en la iconografía y que la Iglesia no rechazó nunca, incorporándolo a la tradición cristiana.
CREENCIAS
El hecho de que florezca una rama o vara se suele interpretar como que alguien es elegido para algún acto o designio importante. En el libro de los Números se puede leer que Dios se dirigió a Moisés y le dijo:
-Habla a los hijos de Israel y toma doce varas, una vara por cada casa paterna, de todos sus dirigentes de casas paternas. Escribe el nombre de cada uno en su vara, y en la vara que corresponde a Leví escribe el nombre de Aarón; pues habrá una vara para cada jefe de su casa paterna. Pondrás estas varas en el tabernáculo de reunión, delante del testimonio, donde yo me encontraré con vosotros. Y sucederá que florecerá la vara del hombre que yo escoja. Así quitaré de sobre mí las quejas de los hijos de Israel con que murmuran contra vosotros.
Moisés habló a los hijos de Israel, y todos sus dirigentes le dieron varas, una vara por cada dirigente de cada casa paterna, doce varas en total. Y la vara de Aarón estaba entre sus varas. Luego Moisés puso las varas delante de Yaveh en el tabernáculo de reunión. Y sucedió que al día siguiente Moisés entró en el tabernáculo de reunión y vio que la vara de Aarón, de la casa de Leví, había brotado, echado botones, dado flores y producido almendras maduras.
EXPRESIONES
Wagner reproduce en su ópera Tannhäuser el episodio de la vara que florece. Tannhäuser, que ha pasado una larga temporada ausente de su tierra y de los suyos -en realidad ha descendido a los infiernos de la sensualidad donde reina Venus- ha renunciado a su vínculo con la diosa del amor, convencido de que su "salvación" está en la Virgen María. La conversación con Elisabeth, previa al concurso en la sala de los juglares, desvela que su amor por ella sigue intacto, pero en cuanto el poeta von Eschenbach inicia su cántico excesivamente espiritual, Tannhäuser, como poseído, grita la falsedad de un amor platónico y reivindica la plenitud del amor procedente de los sentidos... Para alabar a Dios, allá lejos, en sus alturas celestiales, Ese sentimiento tan humano es, precisamente, lo que le infunde vida al amor. Wagner hace confesar a Tannhäuser: "Sin deseo, qué arido puede ser el mundo". Y es que para el artista romántico la voz de Wolfram von Eschenbach, esa que queda muda ante los encantos de Elisabeth, no termina de penetrar en la auténtica belleza y se conforma con contemplarla a distancia. Por eso, si Tannhäuser se arroja en los brazos de Venus no es sólo para satisfacer un instinto licencioso sino para desafiar lo establecido, para romper con las normas, tanto las morales como las estéticas. El escándalo que provocan sus palabras entre los nobles obliga al príncipe a condenarle a que peregrine a Roma para obtener el perdón del Papa Urbano IV. Elisabeth le esperará rezando por su alma y, al regresar el penitente rechazado por el Santo Padre, se produce el maravilloso milagro de la oración -la voz del amor espiritual y perseverante- ya que la vara del peregrino florece, cumpliéndose así la condición impuesta por el Papa para poder perdonar al pecador... |
ENLACES
DESPOSORIOS Y CELOS DE SAN JOSÉ. RELACIÓN ESPIRITUAL
Biblioteca Digital de Castilla y León