Entre los catorce santos auxiliares que desde la Edad Media fueron fuente de devoción popular, probablemente sea Catalina la más venerada y aclamada. La leyenda la supone hija del rey Costus de Alejandría y educada en una religión distinta a la cristiana. Su belleza y su orgullo le llevan a rechazar a todos los pretendientes que se le presentaban hasta que es adoctrinada por un monje acerca de la unión mística con Jesús. Convencida de su fe y dotada de una gran elocuencia expone sus argumentos ante 50 sabios que habían sido llamados por el emperador para convencerle de que ofreciera sacrificios a los dioses. Catalina convierte a todos esos sabios, que son condenados a muerte, y sobrevive a las peores torturas milagrosamente (una de ellas una rueda de agudos cuchillos a la que es atada) hasta que se la decapita. Su cuerpo fue trasladado por ángeles hasta el Sinaí donde se edificó un monasterio bajo su advocación.

CREENCIAS

El día de Santa Catalina, sube el aceite a la oliva.

Muchas creencias acerca de Santa Catalina están relacionadas con la situación de su fiesta en el calendario, momento crucial para la siembra de algunos productos. Por ejemplo, se creía que era buen día para sembrar los ajos ("el ajar, en días nones y sembrado con maldiciones"). Era costumbre sembrar los ajos en menguante de luna y muchos labradores acostumbraban a plantarlos soltando maldiciones e imprecaciones. En cualquier caso, Santa Catalina es patrona de los productos del campo y de las costureras, además de benefactora de otros muchos oficios relacionados con las ruedas, como los carreteros o los molineros.