Las fiestas de San Miguel son, en toda Europa, las primeras del otoño y una especie de puente entre el final de la cosecha y el comienzo de un nuevo año agrícola. Por eso tantos pueblos en el viejo continente conmemoran desde antes del Cristianismo tal circunstancia a finales de este mes y representan a Septiembre como un joven con una corona de pámpanos y con una balanza en la mano derecha; es curioso que este último elemento aparezca también en manos de San Miguel, aunque en su caso tenga ya una connotación religiosa y esté destinado a pesar nuestras buenas y malas obras. La Iglesia, con sabiduría y prudencia fue situando sus fiestas, desde antiguo, en fechas significativas para los paganos. Se llamaba paganos, precisamente, a los habitantes del pago, del medio rural, que eran los más reacios a cambiar sus tradiciones religiosas por otras nuevas -en este caso las cristianas- que les llegaban desde las ciudades. Así se incorporaron al santoral y a su simbología muchos elementos primitivos que, en el proceso de cambio, adquirieron una nueva significación. San Miguel, por ejemplo, sustituye a divinidades bélicas y es, durante toda la Edad Media, el protector de los combatientes y guerreros, razón por la cual todavía se le representa vestido de soldado y con una coraza, en virtud de su caudillaje de las fuerzas celestiales. El arcángel sustituye en el norte de Europa al dios Wotan, vencedor de dragones y serpientes, animales que en la civilización judeo-cristiana son los representantes habituales del demonio, espíritu del mal.
Todo esto tiene una repercusión en la iconografía de San Miguel, así como en nuestras costumbres y en nuestra manera de proceder. Hasta hace pocos años, en muchos pueblos se contaba que cuando uno ponía una vela a San Miguel debía poner cuidado en colocársela claramente al santo, ya que si por descuido la luz se acercaba a la cara del demonio que yacía aplastado por la pierna del arcángel, Lucifer creía que la vela era para él y daba rienda suelta a su malévola imaginación; y ya sabemos todos que, precisamente el 29 de septiembre, según la tradición, era el día más peligroso para caer en las tentaciones pues San Miguel, por aquello de celebrar su día, cesaba de trabajar y dejaba al demonio suelto.
El ser humano coloca desde tiempos remotos en esos días particulares una serie de entretenimientos como danzas, juegos, música, toros, etc, que dan origen a una participación colectiva. San Miguel fue, desde siempre, el patrono de los caldereros, romaneros y campaneros (por eso había tantas campanas que recibían su nombre); a cada campana se le bautizaba y los libros de cuentas de fábrica de muchas parroquias están salpicados de referencias a campaneros que visitaban la localidad, llamados para sustituir una campana rota por una nueva, fundida en horno preparado a propósito por tales artesanos que casi siempre eran nómadas. Los feligreses corrían con los gastos de leña, acarreo de la misma y honorarios del campanero, así como con lo que costase dotarla del yugo de madera (que solía hacer un carretero) y las sogas correspondientes.
CREENCIAS
Algunas poblaciones consideran al santo como protector de los toros. Tal costumbre procede, posiblemente, de su primera aparición en la tierra, que la hagiografía sitúa en la localidad de Gárgano hacia el año 390 de nuestra era. En esa ocasión, San Miguel protege a un toro que, descarriado del resto de la manada, está a punto de ser sacrificado por su dueño, muy enojado por haberse ido a situar el animal en un lugar inaccesible. Al lanzar una flecha envenenada con la intención de matar a la pobre bestia el viento modifica su dirección y la flecha regresa para clavarse en el arquero que la había disparado.
Sin duda San Miguel sigue en nuestra época protegiendo a los astados, pues las costumbres cruentas en torno a su sacrificio se han suavizado. Documentos antiguos nos hablan de espectáculos en que, una vez era agotado el animal por los nobles que le alanceaban desde sus caballos, salían los monteros que le desjarretaban con sus afiladas medias lunas para que cayese al suelo, donde el pueblo terminaba con él a cuchilladas. Muchas bulas papales intentaron acabar con esto, pero a veces los propios reyes, amantes del espectáculo, lo protegían; como Felipe II cuando dispone que la Bula redactada por Pio V en contra de las fiestas taurinas, en que se excomulgaba a los participantes en tales actos, sea publicada, sí, en uno de sus reinos, pero precisamente en aquél en que menos afición había: Portugal. San Miguel también aparece en muchas estampas devocionales con sus atributos preferidos. El santo sustituye a divinidades bélicas y es, durante toda la Edad Media, el protector de los combatientes y guerreros, razón por la cual todavía se le representa vestido de soldado y con una coraza, en virtud de su caudillaje de las fuerzas celestiales. El arcángel, según algunos autores, sustituiría al Hermes mensajero de los dioses de la cultura clásica y en el norte de Europa al dios Wotan, vencedor de dragones y serpientes, animales que en la civilización judeo-cristiana eran los representantes habituales del demonio, espíritu del mal.
También se representa a San Miguel desde la Edad Media como protector de las embarazadas. Cuenta Santiago de Vorágine en La leyenda dorada que el arcángel se apareció a comienzos del siglo VIII a un obispo de Normandía y le ordenó que levantara una capilla donde al poco tiempo se comenzó a concentrar una gran cantidad de peregrinos. Para acceder a la iglesia, que estaba en una especie de isla -Mont Saint Michel-, los devotos debían esperar a que bajara la marea y dejara al descubierto el camino. En una ocasión la marea se anticipó y arrastró a muchos de los que querían acercarse al templo, entre los cuales estaba una embarazada. San Miguel no sólo la salvó sino que la ayudó a dar a luz en las propias aguas, separándolas después para que la mujer regresase a su casa.
EXPRESIONES
El veranillo de San Miguel faltará muy rara vez.
Por San Miguel los higos se hacen miel.
Por San Miguel, primero la nuez y la castaña después.
Del San Miguel primero al San Miguel segundo
yo sería pastor de todo el mundo;
del San Miguel segundo al San Miguel primero,
no quiero.
GOZOS A SAN MIGUEL
Pues en la Corte del cielo | De la Escuadra de María, | La empresa más gloriosa |
AUDIO
A por ellos.
Encierro y petición de los novillos en San Miguel en Olmedo (Valladolid).
Cantado por Tecla García de 86 años. Grabado por Antonio Sánchez del Barrio.
FIESTAS
Es fiesta local en:
Avellaneda (Ávila) | Ayllón (Segovia) |