La virtuosa Justina, joven de Antioquía, era requerida por el joven Agladio que quería a toda costa conseguir su voluntad. Al ver que no lo lograba y que sus esfuerzos eran vanos, pidió a un mago, Cipriano, que consiguiera lo que él había sólo intentado. Todas las artes nigrománticas fueron insuficientes para torcer la virtud de Justina quien, sin embargo, consiguió convertir al mago. Bautizado por el obispo Antimo, renunció a todos sus hechizos anteriores y destacó por su virtud. Finalmente, ambos fueron martirizados cortándoles la cabeza en el año 300.
CREENCIAS
La vida de san Cipriano está vinculada al estudio de las artes mágicas y hay quien llega a considerarle como un precedente del Doctor Fausto. En cualquier caso, muchos libros apócrifos han conservado recetas y filtros maravillosos atribuídos a sus conocimientos con los que se podía enamorar a las más reticentes o ser enamorada por el más apuesto. A veces ese repertorio de fórmulas recibía el título de "Ciprianillo", aunque también tuvo el nombre de Libro Magno de San Cipriano. En su prólogo se advierte que hay muchos grimorios que tienen más fundamento de autenticidad que otros escritos presuntamente adjudicados a papas, padres de la Iglesia o hasta al mismo Salomón y que no resistirían una crítica literaria o histórica. El texto es un catálogo para combatir los malos hechizos, desencantar tesoros y adivinar, que no viene mal a los tiempos actuales de abundante superstición.
EXPRESIONES
Durante todo el siglo XIX fue muy difundida la historia en pliego de "Los gloriosos San Cipriano y Santa Justina". En verso sencillo se contaba la historia de ambos santos desde el comienzo de sus vidas. De San Cipriano, incluso, se daban detalles cumplidos sobre viajes que había realizado fuera del país para aprender artes mágicas: Presumido y jactancioso De Justina describía su virtud y honestidad: Era la misma modestia, Finalmente, ambos sufren el martirio Luego los fieros verdugos |
FIESTAS
Es fiesta local en:
Momblona (Soria)