San Lupo, casado con la hermana del Obispo de Arlés de la que se separó por voluntad de ambos para dedicarse a la vida religiosa, fue uno de los numerosos monjes y eremitas que siguieron a San Honorato a la isla de Lerins, donde permaneció como penitente durante más de un año. A la vuelta a la ciudad de Sens, fue promovido a la dignidad de Obispo de Troyes por el resto de prelados de la provincia, de modo que tuvo, muy a su pesar, que aceptar una carga que en nada hizo disminuir su espíritu de penitencia y oración que combinaba con unos ayunos de varios días.

CREENCIAS

Existe la leyenda de que San Lupo salió a detener a Atila, rey de los hunos, antes de ser derrotado en los campos Cataláunicos por las tropas de Aecio unidas a los visigodos, burgundios y francos. Al parecer San Lupo quería evitar que Atila entrara en la ciudad de Troyes y había enviado de emisarios a dos clérigos que fueron malheridos por el rey quien, sin embargo, escuchó y aceptó las razones del obispo, aunque no se privó de realizar una serie de incursiones en las que mató y saqueó cuanto pudo, además de tomar como rehén a Lupo. Algún relato legendario añade que, tras la derrota del rey de los hunos, San Lupo le ayudó a escapar.