El día 17 de enero del año 1230, el papa Gregorio IX confirmó la orden de la Merced, fundada por San Pedro Nolasco y San Raimundo de Peñafort con el patrocinio real de Jaime de Aragón. La Orden partía de la necesidad de rescatar o redimir a los numerosos cautivos que eran secuestrados y aprisionados en el Mediterráneo para ser llevados al norte de África. La leyenda cuenta que los tres fundadores tuvieron la misma noche un sueño idéntico en el que la Virgen se les aparecía para anunciarles la voluntad de su Hijo de crear una Orden que atendiera a esas necesidades. Es una realidad terrible y nunca suficientemente estudiada la de las guerras de religión y la existencia de cautivos cristianos en el norte de África a partir del reinado de Isabel y Fernando, momento en el que termina la Reconquista y se establece la frontera natural del estrecho de Gibraltar. Recientes estudios aportan datos escalofriantes acerca del número de españoles en cautividad en Berbería durante el período comprendido entre la decimoquinta y la décimoctava centurias y cifran en 25.000 los desdichados que se encontraban en manos de piratas o moros al final del siglo XVI.
EXPRESIONES
El hecho de la cautividad, de gran repercusión social y humana, tuvo -como no podía ser menos- una respuesta en la literatura y en la transmisión oral. En el campo de la literatura bastaría con asomarse a la obra de uno de los cautivos más ilustres de todos los tiempos que fue el genial Miguel de Cervantes. Dos de sus obras dramáticas, El trato de Argel y Los baños de Argel son paradigma suficiente para confirmar la existencia de escritos testimoniales, basados tanto en experiencias personales como en un explicable interés y preocupación entre la población española. Acerca de la situación, tan absurda como indigna, que padecían los cautivos versan los primeros octosílabos de la mencionada comedia de Cervantes "El trato de Argel" en los que Aurelio, esclavo de Izuf, exclama:
¡Triste y miserable estado! / ¡triste esclavitud amarga / donde es la pena tan larga / cuan corto el bien y abreviado!
Los sentimientos, imposibles de imaginar para quien no hubiera sufrido las penalidades, se resumen admirablemente en estos cuatro versos:
Cállese aquí este tormento / que, según me es enemigo, / no llegará cuanto digo / a un punto de lo que siento.
El desaliento y la melancolía hacían mella en quienes esperaban -a veces inútilmente- que la caridad, la suerte o una coyuntural política de estado acudiesen a rescatarles, por eso uno de los personajes de "Los baños de Argel" canta un romance en el que se hace decir a unos cautivos : "¡Cuán cara eres de haber / oh dulce España!". El recuerdo de la patria, de la familia, de los paisajes, y la amarga sensación de que el rescate y el regreso se harían más imposibles a medida que días, meses y años pasaran, inducía a muchos desgraciados a caer en la desesperanza y a renegar de su fe. Las difíciles circunstancias personales y el inevitable abandono oficial eran dos losas que pesaban demasiado en el ánimo de los miles de esclavos que se debatían interiormente entre una ilusión casi imposible y el sentido práctico. Por eso importaba tanto el ejemplo y se trataba de evitar el error, en que fácilmente podían incurrir los prisioneros, de declararse moro aun siendo cristiano en la intención. El mismo Cervantes, revestido de la autoridad de excautivo y disfrazado del homónimo Saavedra, dice en "El trato de Argel":
¿No sabes tú que el mismo Cristo dice:
-Aquel que me negare ante los hombres
de mí será negado ante mi Padre;
y el que ante ellos a Mí me confesare,
será de Mí ayudado ante el eterno
Padre mio? ¿Es prueba ésta bastante
Que te convenza y desengañe, amigo,
Del engaño en que estás en ser cristiano
Con sólo el corazón, como tú dices?.
El rey moro de "Los baños de Argel" pretende que la renuencia de los españoles a abjurar de su fe sea sólo tozudez y le dice al Cadí que está intentando acabar con la resistencia de un muchacho a latigazos:
...Pues no te canses
que es español, y no podrán tus mañas,
tus iras, tus castigos, tus promesas,
a hacerle torcer de su propósito.
¡Qué mal conoces la canalla terca,
porfiada, feroz, fiera, arrogante,
pertinaz, indomable y atrevida!
Antes que moro, le verás sin vida.
Pero en realidad esta interpretación del comportamiento es una pobre y prosaica visión de la capacidad de resistencia de tantas almas que prefirieron salvar sus convicciones y sus creencias más profundas antes que la vida. Por eso, y porque se podría hablar de una verdadera imitación de Cristo en el padecimiento, en unas indicaciones que da Cervantes para la misma obra, retrata a un joven a punto de morir en la misma actitud que Cristo antes de su suplicio redentor y escribe:
Córrese una cortina; descúbrese a Francisquito atado a una columna, en la forma que pueda mover a más piedad.
Con el mismo carácter piadoso y humanitario se publicaron papeles sueltos, pliegos o Relaciones en un intento de mover a compasión a quienes las escucharan o leyeran. Aún más, esas Relaciones llegaban a veces en forma de carta desesperada que despertaba los sentimientos y conmovía el corazón del auditorio. En ese sentido podemos considerar la compuesta por Juan Ramírez y publicada por Hugo de Mena en Granada en 1569 "Relacion de una carta muy dolorosa enviada por Lorenzo de Páez, cautivo en Constantinopla a su afligido padre..." o la "Carta muy dolorosa enviada por Melchor de Padilla, cautivo en la ciudad de Argel a su padre Diego de Padilla...", del año 1576, compuesta por Mateo de Brizuela. Otro fin persigue la "Relación que envió un sacerdote a su padre a Gibraltar declarando de su cautiverio y la aventura que tuvo en convertir a su amo, el cual le dio libertad juntamente con noventa cautivos", publicada por Domingo de Fonseca en 1608, en la que dicho sacerdote convierte al moro con la declaración de los misterios de la misa y entra así con pleno derecho en la antología de motivos de la literatura universal en el apartado de los esclavos o siervos que resultan ser superiores en facultades a sus propios señores. Dentro de este mismo tipo de Relaciones -definidas por Victor Infantes como "textos breves de tema histórico concreto" para ser transmitidos por medio del proceso editorial- está también el archiconocido pliego de "La renegada de Valladolid", atribuido a Mateo Sánchez de la Cruz y reeditado una y otra vez hasta comienzos del siglo XX, para relatar la historia de una joven vallisoletana que, cautivada en Bujía, accede a convertirse a la religión de Mahoma y se casa con un rico musulmán. A los veintiseis años de la conversión, su esposo adquiere un esclavo (que no es otro que el hermano de la renegada que se ha hecho sacerdote) quien tras innumerables penalidades causadas por su propia hermana consigue darse a conocer y convertirla para que acabe sus días en Roma arrepentida de su proceder. Similar caso narra la Relación hecha por Pedro Francés y publicada en Granada en el siglo XVII, en la que un mancebo burgalés al pretender huir de la casa del renegado a quien servía y cuya hija se había enamorado de él, es cautivado de nuevo y condenado a morir junto con la joven, martirio al que viene a sumarse finalmente el propio renegado, arrepentido de su crueldad y de haber ofendido a Dios.
FIESTAS
Es fiesta local en:
Rebolledo de la Torre (Burgos)
Lences (Burgos)
Valdunquillo (Valladolid)
Lubián (Zamora)