La Cuaresma cambiaba el escenario, las actitudes y la liturgia del año, aunque no venía a hacerlo de repente; llamaba a la puerta, eso sí, con el seco aldabonazo de la ceniza del miércoles, instituído por la Iglesia para completar los treinta y seis días de ayuno de la Cuaresma con cuatro más. La figura alegórica de la Cuaresma representada por una señora (vieja en algunos casos) con siete piernas -que correspondían a las semanas que duraba- y llevando frutas, verduras, un pez y un bacalao seco, se hizo muy popular en la iconografía.
A comienzos del siglo XII ya se usaba la costumbre de vestir sayal y cubrirse de ceniza para recordar el origen y el destino del hombre y a finales del siglo XIV comenzó a fabricarse la ceniza con la que se hacía una señal de la cruz en la frente de los fieles, con los ramos que se habían bendecido el año anterior para el Domingo de Ramos, aunque a veces también su echaban al fuego estampas de santos ya muy usadas o incluso alguna imagen inservible pero que hubiese sido bendecida y por tanto diera cierta aprensión tirarla simplemente a la basura.
CREENCIAS
La palabra Cuaresma viene de Quadragesima, o sea de los cuarenta días que había que ayunar siguiendo una tradición que instituyó San Telesforo, papa, en tiempos del emperador Adriano. A los 36 días que inicialmente se hacían en tiempo de los Apóstoles, se añadieron el miércoles de Quincuagésima y los tres días siguientes.
Lo de la ceniza sobre la cabeza con que se iniciaba el tiempo de Cuaresma era una costumbre judía que heredaron los primeros cristianos en señal de aflicción y de penitencia y que se usaba entre los grandes pecadores que habían de reconciliarse o entre las gentes que renunciaban al mundo y sus vanidades. A partir del siglo XII su uso se generalizó y se estableció como frase única que acompañaba la imposición de la ceniza la de "Acuérdate hombre que eres polvo y que en polvo te has de convertir".
AUDIO
La sierra vieja (Aguinaldo en mitad de cuaresma). Segovia.
Interpretan María Eugenia Santos y Pablo Zamarrón.