A partir del Martyrologium Hieronymianum, recopilación de vidas de santos realizada a finales del siglo VI y atribuida a San Jerónimo (aunque en realidad reunía biografías de santos y mártires de Oriente, Europa y Africa debidas a diferentes autores), la Iglesia promovió las vidas ejemplares de diferentes varones de virtud a quienes dedicó un día del año en particular tras la reforma del calendario por Gregorio XIII. Algunas cofradías habían nacido bajo el patrocinio y advocación de esos santos, populares y preferidos por sus cualidades (en su propia vida se habían dedicado al oficio del que luego vendrían a ser patronos, como San Andrés de los pescadores o San José de los carpinteros) o por ser considerados especiales abogados contra enfermedades o pandemias (recordemos los 14 santos protectores medievales algunos de los cuales todavía siguen teniendo su predicamento como San Cristóbal, Santa Bárbara o San Blas). De San Blas se cuenta que salvó al hijo de una mujer de morir ahogado tras habérsele atravesado una espina de pescado en la garganta. Otros milagros que se le atribuyen, como el de obligar a un lobo a devolver a una pobre viuda un cerdo que le había robado, por ejemplo, no tienen nada que ver con la cualidad principal que se le reconoce desde el siglo V, que es la de curar las afecciones de garganta. Entre las leyendas más populares que se aplican a su vida estaban las ya mencionadas de curar a un niño al que se le había clavado una espina de pescado en la garganta o la de bendecir las velas que le llevó a la cárcel -donde San Blas se encontraba- una mujer, en agradecimiento por haber salvado a su cerdo del lobo.
CREENCIAS
En la obra de François Marie Arouet Dictionaire Philosophique, que el propio autor francés rebautizó con el título de "La opinión como alfabeto", Voltaire reconoce que una de las primeras ideas del ser humano desde el comienzo de los tiempos civilizados fue la de crear intermediarios entre él mismo y la divinidad, partiendo de la base de que el individuo creyó en los dioses antes de que existiese la filosofía. Si es difícil pensar sin imágenes, como decía Aristóteles, parece probable entonces que en la representación de esos intermediarios tuviera una gran importancia el simbolismo. La religiosidad -o sea la actividad generada por las creencias- se convierte así en un proceso creativo y recreativo (entre la realidad y el sentimiento) en el que las imágenes, o sea las apariencias, van formando un entramado que ayuda a construir la cultura, es decir que ayuda a comprender el cultivo y el desarrollo de nuestra propia personalidad. Y en ese cultivo, cuya cosecha tiene tanto que ver con la mentalidad, podemos hacer uso de enseres y símbolos inevitables -todos aquellos que constituyen el legado material de siglos de creencias- o también podemos hacer uso de cierta especie de sabiduría intangible que, a pesar de no tener forma física, nos alcanza y nos afecta sin remedio. Los signos sagrados han influido tanto en las costumbres y en la vida cotidiana de los siglos pasados que cualquier estudio antropológico o etnográfico termina, de una forma o de otra, usándolos o recurriendo a ellos.
La historia es elocuente en muchos aspectos y los primeros siglos del cristianismo pueden testificar el interés de la Iglesia por satisfacer esa necesidad a la que se refería Voltaire en su Diccionario, por medio de relatos, normas, exégesis y una hagiografía interminable que dio origen a un imaginario -y utilizamos la palabra con el sentido de magma simbólico que le aplicaba Cornelius Castoriadis- tan rico como sugestivo. Castoriadis decía, atreviéndose a contradecir a Aristóteles, que lo que la sociedad busca y necesita no es la sabiduría sino la creencia. Es decir, no los conocimientos científicos y pretendidamente reales sino la certeza personal de lo creíble.
EXPRESIONES
Dice San Blas a la espina atravesada: vete de la garganta, o sube o baja (esto se decía mientras se colocaba a la persona que tuviese la espina en la garganta entre dos velas bendecidas el día de San Blas). Parece que la expresión comenzó a usarla el médico griego Aecio y llegó a hacerse muy popular. Para sanar el atragantamiento de un niño se decía: "San Blas bendito, que se ahoga el angelito"
Por San Blas, la cigüeña verás.
Arada de febrero, quiere mucho gradeo.
Cuando llueve en febrero, todo el año hay tempero.
Por San Blas, una hora más.
En llegando San Blas, pon vino y pan en la alforja, que día no faltará.
AUDIO
Loa a San Blas de Palazuelo de las Cuevas (Zamora).
Recopilada por Modesto Martín Cebrián y Bernardo el maestro en 1987.
Gozos a San Blas de Hospital de Órbigo (León).
Cantados por Eva García Martínez de 70 años. Recopilado por Agustín García y Francisco Díez.
Si vas a San Blas.
Tonada rondeña.
Recopilada por Carlos del Peso y Carlos A. Porro al grupo de vecinos de Serranillos, con Purificación Hernández y su madre Filomena, y "Burrillo" con el calderillo.
Agosto de 1995.
Boleras y Jota de Velilla (Valladolid).
Bailes del día de San Blas en dicha localidad. Interpretados por el dulzainero Jesús García y el redoblante Gumersindo Martín de Bercero.
Grabado por Joaquín Díaz y José Delfin Val en 1977.
FIESTAS
Es fiesta local en:
Bercial de Zapardiel (Ávila) | Ciudad Rodrigo (Salamanca). Fiestas de San Blas |