El saboyano Francisco de Sales nació en casa de ilustres antepasados en 1567. Desde pequeño fue alentado por su madre en el estudio y en la oración, siendo enviado a Paris a estudiar con la Compañía de Jesús. Allí estudió lenguas clásicas con Gilberto Genebrardo (autor de un Calendario o Menologio de los Padres Griegos) y fue nombrado al poco tiempo Prefecto de la Congregación. De París pasó a Padua para estudiar en su universidad recibiendo clases particulares del maestro Guy Pancyrola. Al regresar a Saboya recibió el encargo de predicar a los protestantes de Chablais, a los que convirtió en el plazo de tres años con su ejemplo y sabiduría. Fundó con Santa Juana Francisca Fremiot de Chantal la Congregación de la Visitación, permitiendo a muchas personas que por sus circunstancias personales no podían seguir la vocación religiosa, acercarse a Dios y practicar la caridad.
CREENCIAS
Entre sus obras están la Introducción a la vida devota y la Práctica del amor de Dios, llamado libro de oro por el papa Alejandro VII. Se cuenta que, al hacerle la autopsia antes de embalsamarle, quedaron asombrados los médicos de la época al comprobar que, para alcanzar aquella modestia y dulzura que parecían naturales, había tenido que hacer una gran violencia interior que le dejó la hiel endurecida y hecha pedazos.
EXPRESIONES
Escribe San Francisco de Sales en la Práctica del Amor de Dios: También nosotros sentimos todos los días dos voluntades contrarias. Un padre, al enviar a su hijo a la corte o a los estudios, no deja de llorar al despedirse de él, dando a entender con ello, que, si bien, según la parte superior, quiere la partida de su hijo, para su aprovechamiento en la virtud, con todo, según la parte inferior, le repugna la separación, y, aunque una hija se case a gusto de su padre y de su madre, les hace, empero, derramar lágrimas, cuando les pide su bendición, de suerte que, mientras la parte superior se conforma con la separación, la inferior muestra su resistencia. Sin embargo, no se puede decir que en el hombre haya dos almas o dos naturalezas, sino que atraída el alma por diversos incentivos y movida por diversas razones, parece que está dividida, mientras se siente movida hacia dos extremos opuestos, hasta que, resolviéndose, en uso de su libertad, toma partido por el uno o por el otro; porque entonces la voluntad, más poderosa, vence, y se sobrepone, y sólo deja en el alma un resabio del malestar que esta lucha le ha causado, resabio que nosotros llamamos repugnancia. |