San Hilario es considerado por muchos autores como uno de los principales bastiones de la fe en el siglo IV. Su formación y su afición al estudio le llevaron muy pronto a erigirse como un conocedor de las primitivas religiones y un apasionado defensor de la cristiana, que abrazó entusiasmado. Tras la muerte en olor de santidad de su hija Abra, Hilario entró en el sacerdocio y muy pronto fue elegido obispo de Poitiers, cargo desde el que combatió el arrianismo enfrentándose incluso al emperador Constancio, quien le desterró a Frigia. Asistió, sin embargo, al Concilio de Rímini donde apenas se le dejó defender su doctrina pese al celo puesto en ello. Se le atribuyen muchos himnos, especialmente el Pange Lingua (que otros atribuyen al obispo Fortunato y los más a Santo Tomás de Aquino) y el Gloria in Excelsis.
CREENCIAS
A San Hilario, tal vez por ser luchador incansable contra las herejías de su época principalmente la de Arrio, se le considera protector contra las mordeduras de serpientes. En algunas de las representaciones se le muestra atacando a un dragón o a una gigantesca culebra, o bien estudiando entre libros.
EXPRESIONES
El Libro de los enxemplos por A.B.C trae el cuento de una mujer que iba detrás de San Hilario para que le resucitase a un hijo que acababa de morir y el santo huía de ella. Finalmente, ella dijo:
"Acuérdate de que la mujer parió a Jesucristo".
Y al oir eso, San Hilario se paró y le resucitó el hijo.
Y termina:
"Salamón en los Proverbios dice: La mujier graciosa fallará gloria, e los recios e fuertes habrán riquezas".
ENLACES
"La cervatina bendita y la serpiente maldita: la lucha mítica del ciervo y la serpiente y un conjuro asturiano contra la culebra (narrativa e iconografía)". Culturas Populares. Revista Electrónica 5, formato PDF