La historia de San Benito Biscop, nacido en el siglo VII en Northumberland, es similar a la de muchos otros temperamentos inquietos que comienzan su vida en la milicia y la terminan en un monasterio. Tomó el hábito benedictino en la abadía provenzal de Lerins y tras unos años de vida monástica fue encargado de propagar en Inglaterra la fe católica. Después de vivir por un tiempo en el monasterio de San Agustín, lo dejó a cargo de un discípulo suyo, San Adrián, y fundó el de Wermouth, donde introdujo el uso de los vitrales para narrar en imágenes las historias de santos. De hecho, escribió un tratado titulado Celebración de las fiestas, en el que además de numerosos datos sobre la vida de los santos incluyó nociones sobre el culto y la liturgia de cada día. Entre sus discípulos tuvo a Beda el Venerable.
CREENCIAS
En el origen primero de lo que hoy conocemos como tiras cómicas o "comics" está el deseo de comunicar, de transmitir algún mensaje. Los antecedentes de esas formas actuales de narrar podrían rastrearse en las vidrieras primitivas -del estilo de las que introdujo en Inglaterra San Benito Biscop, o en las carocas. Parece que la caroca medieval -ese cartelón que mostraba fuera de las iglesias alguna historia cristiana digna de admirar- procedía (al menos en su función principal) de las carrucas romanas o carros triunfales sobre los que se paseaba el héroe y en cuyos laterales se mostraban sus hazañas. La caroca seguiría después su propio camino integrada en la procesión de la festividad del Corpus Christi -todavía hoy se hacen carocas en Granada, por ejemplo, para la procesión de ese día- mientras que el cartelón se transformaría, ya en el interior de los templos, en los retablos o retrotabulae que enseñarían a los fieles los relatos piadosos de forma ordenada y en escenas sucesivas. Las carocas también tendrían una prolongación en los carteles de ciego, escaparate fantástico donde se exhibían desde las escenas más fabulosas a los crímenes más horrendos con el apoyo verbal del experto en emociones que era el narrador popular. Estos carteles tenían una versión más doméstica en las llamadas aleluyas o aucas, historias impresas en viñetas sobre un pliego de papel y que se podían recortar, guardar o exponer según fuese su finalidad o su contenido.
EXPRESIONES
Columela, en su obra De los trabajos del campo ya escribía aconsejando prudencia ante algunas creencias que se originaban en la observación del tiempo y su relación con los astros, pero sin negar del todo alguna coincidencia:
No niego que he hablado con muchos argumentos contra tal observación en los libros que he escrito contra los astrólogos. Pero en aquellas discusiones rechazaba lo que sin pudor alguno afirman los caldeos, a saber, que, como en unos límites marcados, las variaciones de la atmósfera corresponden a días fijos. Y en esta ciencia del campo no se requiere una escrupulosidad de tal clase. Pero aunque sea, como se dice, con torpe Minerva, la predicción del tiempo que va a hacer le resultará muy útil al capataz, si llega a estar persuadido de que la influencia de un astro produce su efecto, ya antes ya después, y a veces incluso en el día establecido para su nacimiento o su ocaso. Y será bastante previsor el que pueda precaver muchos días antes los tiempos sospechosos.
ENLACES
LA FLORA MEDICO-FARMACÉUTICA EN COLUMELA Etnografía Científica
Revista de Folklore nº 27