Colonia vio nacer a quien sería padre espiritual de los cartujos y el gran impulsor de la Orden antes de que fuese constituída como tal. Se formó en Reims, en su catedral, donde él mismo fue maestro después, elevando hasta límites nunca observados antes el nivel de los estudios de dicha escuela. La anulación del acuerdo que se había tomado para elegirle como Obispo le impulsó a dejar Reims y entrar en el monasterio de Molesmes, desde donde fue a asentarse en unas tierras donadas por el Obispo de Grenoble con otros seis discípulos. Esas tierras, agrestes y despobladas, llamadas Cartusia, dieron nombre al grupo de ermitaños que edificó allí una pequeña iglesia con algunas celdas alrededor para los monjes donde poder llevar una vida de contemplación y oración. No sería hasta muchos años después, con el prior Guigo, cuando se presentasen al Papa las Constituciones y se aprobasen todas las normas que incluían voto de obediencia, ayuno y silencio.
El lema de la orden es "La cruz está fija mientras el mundo gira" y muestra una cruz sobre una imagen del globo terráqueo. Algunos papas insistieron, especialmente Pío XII, en que, a diferencia de otras órdenes monásticas, no ha habido necesidad de reformar la orden porque nunca ha llegado a deformarse.